(de una tacada promocionamos el bluesky y recordamos que hubo un Superman antes del trailer de ayer, para los nostálgicos)
Los jefes tienen un personal a su cargo y además un mercado al que contentar. Es difícil satisfacer a la vez a ambos niveles, siempre habrá un desequilibrio. Si tienes al personal contento, casi seguro que desde arriba te pedirán que los resultados sean todavía mejores apretándoles un algo más. Y si los resultados son buenos, es casi seguro que no se corresponderá al personal en la medida del beneficio. El punto máximo de este desequilibrio en esto de los tebeos (americanos, de Bruguera tocaría en otra ocasión) podemos personificarlo en la figura de Jim Shooter. Editor de Marvel en la época más celebrada por el público lector, al tiempo que uno de los editores en jefe más ******os por el personal de la empresa.
Así de pronto comenzó en la industria, con 14 años en 1965. Por necesidad económica se le ocurrió escribir un argumento para la Legión de Superhéroes, la cosa gustó, le llamaron para más y a nadie se le ocurrió preguntarle la edad, señoría. Y como era altote engañaba, hay que decirlo también.
No se propuso ser guionista, pero así empezó y por eso le recuerda el gran público. No en vano estaba ahí cuando los Vengadores encadenaron sagas memorables que culminaron con la Saga de Korvac, con asistencia de George Pérez (del que ya hemos dicho que puede sacar lo mejor de algunos guionistas medianitos). Y aunque lo ascendieron pronto a cargos editoriales (cosa que a los que llevaban esperando su oportunidad fastidió bastante, lo de que el niñato largo ese les pasase por delante) siguió escribiendo esporádicamente. Como aquella vez que para hacer sinergia con una línea de muñecos se sacaron una maxiserie en la que se pegasen todos contra todos porque sí. El guion era lo de menos, así que el hombre dijo «me encargo yo mismo«. Maxiserie superventas, maxiserie recordada y reimpresa mil veces. Al guión, Jim Shooter. Tanto se vendió que hubo una inevitable secuela. Y como se iba a vender sola, no sólo siguió en el guion sino que pusieron al dibujo a Al Milgrom. Ah, y la serie ahora iría más en rollo intimista sobre el poder absoluto y blablabla, que total era un vehículo para articular cruces con todas las colecciones de la época. Menos recordado, pero otro gran éxito de facturación.
Pero ir bien a lo que en realidad te obliga es a ir mejor el siguiente ejercicio, lo contrario sería empeorar. De manera que para el 25 aniversario de la editorial la gran idea fue, atención, un Nuevo Universo. Los autores de la Marvel que tú amas, Verdadero Creyente, implicados en nuevas series más actuales y cercanas a ti. Un Universo como el que hay al otro lado de tu ventana.
(What The!? siempre te apaña una separación de párrafos)
Alguna vez se dijo que el cómic era la versión pobre del cine, pero lo cierto es que en aquel entonces el papel, lápiz y tinta superaban con creces a lo que podía llegar el celuloide. Pero Shooter y el Nuevo Universo no tomaron el cine como referente, eso ya estaba cogido por el universo madre. Lo que ellos quisieron emular era a lo que se llegaba con la otra versión pobre del cine, las series televisivas de 1986.
Así, con trama y presupuesto escaso, las series empezaron a andar. Para diferenciarse de la antigua Marvel, aquí había más palabrería y acción con cuentagotas. Por alguna razón, no caló. Y eso que pese a que no consiguieron grandes espadas para los créditos artísticos, el mismo Jim Shooter encabezó el guion de una de las series, Star Brand, con nada menos que un Romita Jr recién apeado de La Patrulla-X y uno de los mejores entintadores que han parido las páginas, Al Williamson. Los del Darevil de Nocenti, cabeza de bandera del Universo encabezado por el CEO de la editorial. Pues ni por esas.
Los que lo rompían con Daredevil y el guionista de las dos Secret Wars ¿Cómo pudo no salir bien? Igual el argumento no fue lo suficientemente atractivo o realista para el público. Shooter es de orígenes humildes, de tal manera que parecía el más indicado para dar el toque de realidad cotidiana que aquello pretendía. Aunque igual en sus años de jefatura editorial se había acomodado un algo. El hecho es que su propuesta, con un chico normal como cualquiera de nosotros, Ken Connell, que se cruza con un misterioso personaje cuando hacía cross con su moto de montaña, y que cuando regresa a su apartamento diáfano todo exterior con vistas al jardín en el que vive solo (cuando no van a verlo su novia o su amante) descubre que le ha otorgado grandes poderes, de manera que vuelve al lugar del encuentro en su descapotable rojo, no cuajó. Edad, veinticinco años. Profesión, reparador mecánico en un establecimiento de reacondicionamiento y venta de coches usados. Los Ochenta. Lo de los poderes cósmicos todavía sonaba creíble, pero otros detalles rechinaban.
Aquello precipitó la salida de Shooter de Marvel, y desde entonces si alguien recuerda algún guion suyo, enhorabuena. Ha estado más implicado sobre todo en creación de editoriales como Valiant o Defiant, de escaso recorrido. Con él terminó una etapa muy aplaudida de Marvel. Sin Jim Shooter posiblemente no hubiéramos tenido los queridos mutantes, a John Byrne bordando los Cuatro Fantásticos, el Thor de Simonson o las sagas daredevilianas de Miller. Grandes triunfos en el apartado de resultados, que todavía se reeditan ¡y sus Secret Wars, que aún le deben llegar buenos aguinaldos!
Pero es que cuando se va uno, llega otro. Así que al poco de ser largado de allí, llegó ROB! a Marvel. Una cosa por otra.
Ah, y por supuesto lo bien que se lo pasó Byrne homenajeándolo en Legends.