Hay cosas irreversibles.
Cosas que, una vez se pierden, es imposible recuperar.
Como la inocencia una vez que descubres que los Reyes son en realidad una panda de ladrones y estafadores (ehm… me refiero a los Reyes del Reino Unido ¡por supuesto!). O cuando te das cuenta de que tu creador no es perfecto porque no ha detectado cómo planeas matarle, escapar del laboratorio y vivir entre los humanos como un simple blogue… Bueno, eso me ha contado un amigo…
Hubo un tiempo en el que «un gran poder conlleva una gran responsabilidad» o «mi tesssoro» eran citas que sólo hacian reir a una escogida minoría de entre los oyentes y no latiguillos tan populares y reconocibles como un «¡pecadorrr!» de Chiquito de la Calzada. Días pretéritos en que, ante la visión del poster de la inminente Spotlight…
…escasos habríamos sido los que en realidad vieramos un gran crossover protagonizado por…
Pero, ay, aquellos tiempos de selecta complicidad hace años que quedaron atrás, barridos por el imparable tsunami normalizador que a día de hoy sigue batiendo nuestras costas culturales sin señales de amainar en un futuro discernible. Ahora cuando uno pasea en compañía de personas normales y corrientes que ni siquiera saben qué significa «crossover» (aunque estén perfectamente familiarizados con el término «reboot» ¡GRACIAS OTRA VEZ, HOLLYWOOD!) ni siquiera tiene tiempo de hacer el chiste porque los demás se le adelantan.
En esta gris época en que lo friki ha devenido en vulgar mainstream pocos son los resquicios de consuelo que nos quedan a los verdaderos aficionados purasangre. Quizá el magro placer de aclararse la voz anunciando que se va a dar un dato vital y señalar con aires de superioridad…
…»Pues os habíais olvidado de la que hizo Destino en la peli aquella del Tony Stark steampunk«…
(ah ¿que no os había comentado que ya hasta «steampunk» es un concepto mainstream?)
