Ahora sí que SÍ.
A diferencia de los fictícios brotes verdes con que el nefasto Zapatero pretendía engañar a su manipulable electorado de izquierdas esta luz al final del túnel que nos anuncia Montoro es verdadera. Ya lo difundía Antena3, la cadena de Los Informativos Más Valorados (TM).
(Bueno, algún inshidiosho podría decir que afirmarlo en 2011 era adelantarse MUCHO pero esto es lo que en peroiodismo profesional se llama "primicia", adelantar una información que en este caso era que todo iba a salir bien porque habían ganado los suyos los populares. Lo contrario sería poner en duda la probada imparcialidad de Antena 3 cuyos informativos no se CASAN con ninguna opción política)
Y es que, a diferencia de la izquierda, cuando un político de la derecha hace unas declaraciones SIEMPRE dice la verdad, por mucho que les moleste a los progres filoetarras. Si nuestro amado presidente Rajoy, por ejemplo, declara que "está lloviendo" es que ESTÁ LLOVIENDO, pero el rencor de los chequistas es tan grande que aún así le criticarán por ello.
De modo que esta semana los españoles de bien celebramos el final oficial de la recesión económica con ese apabullante crecimiento del PIB de 0.1% previsto para el tercer trimestre del año. Claro que, como bien y responsablemente dice De Guindos, todavía no estamos saliendo de la crisis.
¿Cómo es posible esto, os preguntareis? Tristemente la respuesta es muy simple.
Por más que nuestros entregados emprendedores se lancen valientemente a la tarea de crear trabajo y riqueza y el gobierno ponga a su disposición la mejor y más flexible legislación laboral (aunque esta todavía no haya alcanzado el grado ideal de flexibilidad, todo hay que decirlo) su labor resultará finalmente baldía mientras la ciudadanía se niegue a trabajar.
Porque el hecho innegable es que trabajo hay. Más que nunca, de hecho. Preguntadle a cualquier conocido que esté empleado y os contará que está echándose más horas extras que en todos sus anteriores años de contrato. Lo que pasa es que por culpa de las nefandas políticas de la izquierda el tradicional egoismo de la clase obrera (seguro que el conocido del ejemplo anterior también se quejará de no haber cobrado esas horas extra ¡les dan trabajo, con lo que escasea, y encima pretenden que se les page MÁS por ello!) se ha visto multiplicado por diez en esa sigueinte generación que, simplemente por haber podido terminar una carrera, ahora se creen que tienen derecho a un empleo relacionado con su titulación y, ni que decir tiene, con un sueldo de su mismo nivel. Una generación malcriada por la maldita LOGSE y su laicismo que se pensaron que podían ganar tanto como el hijo del consejero delegado de un banco un Emprendedeor que Crea Riqueza y Empleo(TM).
Y es que sí, hay trabajo, pero hay que olvidarse de esos caducos y casposos conceptos que los sindicatos pretendieron hacernos tragar como "trabajo fijo", "jubilarse en la misma empresa" o "el derecho de pernada es inconstitucional". El trabajador del Siglo XXI es dinámico, flexible y se reinventa continuamente. Y si ahora tocan seis meses de basurero en Cádiz y luego tres de camarero en Munich lo asume con entrega y entereza sabedor de que moverse por la Unión Europea no es lo mismo que "emigrar", como bien afirma Pons, y que además volverá de Munich hablando idiomas ¡doble beneficio! como tan bien explica Cañete.
No hay más que mirar a anteriores crisis, pues las recesiones no son más que ocasionales e inveitables oscilaciones de los indicadores económicos, pequeño precio a pagar a cambio de las inmensas libertades que nos proporciona el capitalismo, para ver que de ellas se salió con la inquebrantable aplicación de la virtud del trabajo. Sólo gente a quienes no se les caian los anillos por arremangarse y ponerse a currar en cualquier cosa fueron capaces de sacar adelante a su país.
Gente como el Castigador.
Quien, allá en los 80 cuando las cosas se pusieron duras, trabajaba en lo que saliera.
Y si era de modelo de portada de videojuego, pues lo hacía.
Más de una vez.
Y no pasaba nada.
Pero ah, sé lo que estais pensando.
Al fin y al cabo Frank Castle pertenecía a la clase obrera, pero a esa minoría que cree en el trabajo honesto y no dedica su tiempo a quejarse y exigir derechos. De una ética como la suya era de esperar esa actitud. ¿Y si hablaramos de algún otro personaje? Por ejemplo uno de esos estirados entes cósmicos. Ante la falta de puestos de trabajo de ponderador de los equilibrios del Orden y del Caos en el todo universal ¿se habrían rebajado a prestar su rostro a la publicidad de un juego?
Y la respuesta a esa pregunta, queridos lectores y compatriotas, es que antes de que la ponzoñosa influencia de los malhadados sindicatos corrompiera el mercado laboral…
…todo era posible.