
Recientemente adquirí un ejemplar de El Caminante, de Jiro Taniguchi. Podría usar expresiones como «tranquila cotidianeidad«, «expresividad de los silencios» o «sensibilidad exquisita«. Es muy seguro que otros la usarán, pero yo no porque todavía no lo he leído. Pero ya le he echado un ojo y visto suficiente como para saber que nos han colado otro gol.
La cosa va de un japonés. Pero no es un samurai ni un guerrero del espacio, sino un tipo normal y corriente. Ni siquiera tiene impulsos asesinos, cosa que quizá haría que ganara un algo de interés, el tipo se dedica a…pasear. Pero es que tampoco ve nada que valga la pena durante los paseos. No hay atracos, ni violencia, ni un mísero extraterrestre, sólo viejos haciendo tai-chi, pajaritos cantando…durante todo el tomo. Al final hasta se agradece que se termine. Bueno, si eso es el final, que mi ejemplar termina con cinco páginas en blanco y tentado estoy de devolverlo para recuperar el dinero, aunque alguno habrá que piense que es una «genial metáfora del nothingness» y la aplauda. De todo hay.
¿Qué pasa? ¿tan difícil es admitir que nos han soplado doce euros con cincuenta?
A ver. Cuando uno pilla un tebeo quiere que pasen cosan. Golpes, peleas, incluso conversaciones si no duran mucho. Pero aquí no pasa nada. Na-da. Habrá almas sensibles que quieran «imbuirse de nada en ciertas ocasiones«, pero la gente normal para imbuirse de nada se pega una siesta durmiendo la mona, que sale más barato.
No es culpa del Taniguchi. Debemos tener en cuenta la diferencia de culturas, en un país donde la jornada laboral pasa de noventa horas semanales, las historias de un menda que pasa el día holgazaneando entra dentro de la categoría de ciencia-ficción, y como tal debe tomarse la obra entendiendo la cultura nipona. Aunque quizá la cosa ganaría si el caminante fuera un policía caminando por el Infierno y para alegrar las pupilas le acompañara una chiquita luciendo ombligo. Esto aún tendría un pase. Lo equivocado es trasladar literalmente la obra al público occidental y que éste la malinterprete. Porque el día menos pensado nos viene Fermín Solís con cincuenta páginas de jubilados mirando una obra y los de siempre le dan otro premio.
Antes esto no pasaba, sin embargo ahora una horda de lectores aplaude la exquisita maquetación de la obra de un autor nórdico o ensalza la infantilidad de los monigotes del último «contador de historias» que nos imponen los medios. Porque ahí quería llegar, esta anormalidad en los gustos es fruto de una corriente de opinión tendenciosa que se está haciendo con nuestros dineros.
Porque no es normal leer opiniones como «el número 80 de Daredevil fue muy lento. Como sigan pasándose así que los de Planeta se olviden de mi dinero, los chupópteros» y que más tarde el mismo forero diga «si bien La Espinaca de Yukiko no me satisfizo completamente, espero con ansiedad todo lo nuevo que salga de Boilet o que lleve el sello de Nouvelle Manga» ¿tanto cuesta decir que echas sapos y culebras por la boca por haberte gastado el equivalente a un año de Patrulla-X en algo que hay que aprenderse luego las reseñas para aparentar haberlo entendido? Por favor, un tebeo con el nombre del traductor en la portada, que eso no lo hace ni Hernán Migoya…
Nos hacen creer que esto del Nouvelle Manga es lo más. Nouvelle Manga….manga de…de intelectuales, a falta de que se ocurra una palabra peor. Pero lo más fuerte es que han conseguido que pagar dos mil y pico por un tomo de 150 páginas en blanco y negro (¡El color por ordenador fue el mayor logro del cómic de los noventa! ¡un respeto a los clásicos!) parezca barato, a fuerza de saturarnos con productos todavía más caros.
Para colmo mucho aplaudir a Taniguchi pero siempre que lo editen los buenos de turno. Que El Caminante ya lo sacó La Cúpula hace años…pero fue en El Víbora. Cutre, underground, tetas, desagradable, fuera, olvidémoslo. Y si obviamos esto, lo primero de Taniguchi en nuestro país fue El Almanaque de mi Padre. Pero es Planeta (monopolio, capital, ánimo de lucro, fuera) así que también lo olvidamos o sólo hablamos del desastre de formato. Ya está. Taniguchi empezó con Barrio Lejano. Los premios a partir de ahora, por favor.
Que nos quieren liar. Si no hay más que pararse a pensar ¿cómo se come que una editorial llamada DE PONIENTE edite tebeos de Oriente? Lo hacen para confundir, para marear, un inrevés, un sins entido.
Que no nos engañen. Moñadas las justas y, si se puede, todavía menos. Existe un reducto de lectores inmunes a la sutileza. Y podemos ser mayoría. Pásalo.