Para que luego digan que allí es el 1 de Abril

Edición especial del número 1 de Conceptual Funnies (Robert Venditti y Tomas Giorello para Bad Idea Comics).

BEHOLD! THE WORLD’S FIRST AND ONLY INVISIBLE COMIC BOOK!! The knuckleheads at BAD IDEA Labs then lost almost the entire damn run! In their defense, the comics are invisible. Thank goodness they invented the invisible comic book and not the invisible staple. After weeks of searching, we managed to locate just 34 solitary copies. The rest, we’re afraid, are lost for good. To ensure we don’t lose them again, we immediately brought the 34 copies to the amazing people at CGC for grading and encapsulation.

CGC ya tiene los ejemplares catalogados en su web. Ojo, que hay algunos en bastante mal estado.

Todavía no hay precios pues no han salido al mercado, pero ya están considerando incluso hacer algún trueque.

Lo que decía Sark ayer, que en Fiestas el periodismo se aburre.

Una Navidad con George Pérez

Han querido la naturaleza y el propio artista hacernos conocedores con antelación de que su tiempo con nosotros tiene caducidad. Un dibujante tan grandioso e influyente que el mismísimo ROB! ha declarado haberse inspirado en su obra para sus primeros pasos. Y si la maestría artística de George Pérez es incomensurable (sí, sus Crisis son monumentales, pero conviene recordar también que un día hizo que Thanos chasqueara los dedos), queda empequeñecida por su dimensión humana. Amable, querido, accesible, encantador. Desde que hizo pública su enfermedad hemos visto muchos de sus dibujos más emblemáticos, y también los volveremos a ver circular en un futuro que esperemos sea lo más lejano posible. Desde aquí, con el máximo de los respetos, durante estos días vacacionales queremos hacer una celebración de la persona, de George, del fan favourite, en una de sus actividades favoritas, compartiendo su tiempo con los aficionados. Porque es querido por tanta gente que ni él sería capaz de dibujarla a toda. Y así vamos a verle aquí, en un recital de camisas de colores, abrazos y sonrisas. Agradeciéndole que con él nuestra vida ha sido un poco mejor.

Gracias, maestro, y hasta pronto.

Ceci n’est pas un NFT

De chavalín, preparaba en el parque pasteles de barro, que me compraban pagándolos con hojas cogidas del suelo. Unos pocos años después, resulta que actividades similares se han convertido en oportunidades de negocio. Nos está quedando un siglo apasionante.

Venía ya calentito, pues la pasada semana me tragué el último gran torneo de ranking del año de la temporada de snooker por la tele. En los dos minutos entre mesa y mesa, Eurosport hace pequeñas pausas en las que suele meter los mismos anuncios, que entran calando por repetición. Así, he visto al Thor de la Pataki decirme que no me pierda la Expo2020 en Dubai. Si en plena Era de la Información de lo de esta Expo me entero así, no quiero pensar cómo llegaría en su día a los demás lo del 92. Y el que más se repetía junto con uno de DHL era otro de Matt Damon, de los pocos que podría hacer de ROB! en un biopic, aseverando que la fortuna sonríe a los valientes, sobrada razón para meterse en un tal crypto.com. Aviso que no se trata de una web de supermascotas.

Con este trasfondo, llega el Lunes.

Los de poner puertas al campo poniéndose intensitos.

Las cosas de valor no necesitan ser tangibles ¿recordáis el Comics Code? cobraban por juzgar si el contenido de las historietas que recibían cumplían con los estándares morales de la época. Cuenta la leyenda que en sus últimos años de actividad consistía en una única persona en una oficina que recibía cosas, y que aunque se le acumulaba el trabajo tampoco importaba, pues por pura inercia las editoriales seguían colocando el sello en portada sin esperar aprobación. Eso dice la leyenda, pero la realidad es que reconvirtieron su modelo de negocio. La Certified Guaranty Company ahora recibe tebeos, les pone una puntuación sobre su grado de conservación, los encapsula y devuelve a los propietarios para que puedan especular más o menos con ellos según la puntación obtenida. No sería de extrañar que de esto de pillar cosas de Sharpe y compañía se encargue algún informático de la familia.

A los que tenemos querencia al papel nos cuesta comprender que algo que puede replicarse de manera infinita y perdurar eternamente tenga mercado, pero si algo nos han enseñado también eBay y Wallapop es que si vendes UNA cosa, te basta y te sobra con UN interesado. El resto son mirones. Si ambos estáis de acuerdo, a un precio se llega. Y el dicho de que hay gente pá tó, en Internet se vuelve universal, ahí está toa la gente.

El espíritu de la Navidad es etereo, las Felicitaciones ahí quedan en el aire para que os las repartais, pero los tiempos tampoco avanzan tan rápido. Así que estas Fiestas, Regalad Tangible. Yo me voy un momento al parque.

Un tipo difícil

Atendiendo a la que explican Universo Marvel y Wikipedia sobre el dibujante Alan Weiss, una vez Joe Rubinstein dijo que era «el tío más difícil para entintar de todo el negocio, sin excepción«. Añadió que esto hacía de él uno de sus artistas favoritos para entintar, porque el trabajo de Weiss era tan intrincado que nunca podía predecir cómo sería el resultado final hasta haber terminado de entintarlo.

Así se entiende mejor qué pudo pasar en aquella escena de Captain America 164 (1973).

Y eso que esa vez se entintó él mismo.

En cuanto a la aventura en si, se corresponde a aquella temporada en que Capi y Halcón rescataron a la hermana mayor de Sharon Carter, Peggy, quedándose todos en casa de los Carter mientras Peggy estaba convaleciente. Evitando contarle a Peggy, antiguo amor del Capi durante la Segunda Guerra Mundial, que Rogers había hecho un plan renove en el apartado sentimental. Como la estancia de los héroes en aquella casa apareció en los periódicos, sufrieron algún que otro ataque de villanos allí. Pero lo de Weiss tiene lugar en una prisión, pues un recluso era antiguo amigo de Sam Wilson (de hecho, el futuro asistente social fue el que de niño le incitaba a realizar pequeños hurtos por el lol) y mandó una carta de auxilio al apartamento de Sam en Harlem. Y el cartero la redirigió a la casa de los Carter donde el que estaba era el Halcón. Si a esto le juntamos que Leila terminó ennoviándose con el Halcón y algunas de sus citas tenían lugar en el apartamento de Sam Wilson (llegando en una ocasión Sam Wilson a vestirse de Halcón antes de entrar en el apartamento para que Leila que estaba dentro no sospechase), podemos suponer que en los setenta el concepto de identidad secreta era bastante fluido. A Englehart se le recuerda por la saga del Capi de los 50 y el Imperio Secreto, pero se le quiere por cosas como esta, que luego desarrollo con más soltura en los ochenta (Estela Plateada, Wandavisión, Nuevos Vengadores, Cuatro Efe…).

Parece simple, pero 21 años tardó en entintarlo