El Señor Beso-Beso Bang-Bang

Todavía nos estamos recuperando de la recentísima muerte de una personalidad cuya huella persistirá por décadas. Me atreveria a decir que incluso siglos.

Por supuesto, estoy hablando de Robert McGinnis.

De entre todos los ilustradores clásicos de los 50-60, la era dorada de las novelas pulp y las revistas para hombres anteriores al reinado de Playboy, pocos son tan reconocibles como McGinnis gracias a sus colores abundantes pero cuidadosamente desaturados y su personalísima pincelada.

Un tipo de historias de fuerte influencia noir en el que lo femenino, no siendo protagonista, ocupa un lugar central como objeto de deseo.

O como amenazante femme fatale.

En última instancia también objeto de deseo.

Si bien es cierto que el simple paso del tiempo ha convertido en pintoresco y sexy lo que en su momento era pornografia delimitada por la censura es innegable la estilizada elegancia con que McGinnis siempre abordó el erotismo.

Podriamos decir sin miedo a equivocarnos que las mujeres de Robert McGinnis son tan características como los nazis de Earl Norem.

(vaya, esta es la semana de «citas promocionales de autores que han envejecido mal«)

Pero McGinnis no sólo pintó portadas de novelas destinadas a hombres lectores, también trabajó en libros escritos para el público femenino.

De hecho en una de sus más famosas y notorias portadas deja patente que no sólo estaba visualmente fascinado por las féminas norteamericanas.

Las cubanas también le encantaban.

3 comentarios en «El Señor Beso-Beso Bang-Bang»

  1. Créanlo o no, antes había que poner una chica ligera de ropa en la portada para atraer al respetable (?). Menos mal que actualmente las Dos Grandes no necesitan hacer esas cochinaditas…

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