Not my Punisher

Que soy un gran fan del Castigador no debería sorprender a nadie. Mi primer post en ADLO! trataba sobre él y he escrito algunas cosas más sobre el personaje, incluyendo una guía de lectura del personaje con todas sus obras realmente interesantes publicadas en los últimos 25 años. Castle es un personaje complicado tanto dentro como fuera del Universo Marvel. En ocasiones lo bastante popular como para protagonizar varias cabeceras simultáneas, otras veces no lo bastante adecuado como para mantenerle siquiera en una de ellas. Un personaje con más adaptaciones cinematográficas que otros personajes muy celebrados como Daredevil o Dr. Extraño, aunque no ha sido particularmente afortunado con ellas. Su otra presencia audiovisual, los videojuegos, es también notable y muy superior a la de otros héroes Marvel, lo cual lo convierte en uno de los pesos intermedios de las licencias marvelitas.

Sus adaptaciones cinematográficas han sido, siendo generosos, muy irregulares. Su primera adaptación, en 1989, tomaba tan pocos elementos del personaje original que incluso eliminó el distintivo logotipo de la calavera del personaje, reduciendo la cinta de Dolph Lundgren a una peli de tiros genérica con una licencia puesta encima. El siguiente intento, 15 años después, sería protagonizado por Thomas Jane. Estrenada en 2004, la película vuelve a ser una cinta de tiros y venganza completamente intercambiable por cualquier otra (empezando por el mismo origen del personaje al convertir la muerte de su familia en una vendetta y no en un accidente) subida al carro de la superxplotation dosmilera tras los éxitos de Raimi y los mutantes. Algo más inspirada en el cómic, aunque modesta en sus cualidades, se encuentra la pequeña obra de culto Punisher: War Zone, estrenada en 2008 como una secuela/soft-reboot de la de 2004. Ray Stevenson sería el tercer actor en imagen real en interpretar a Frank Castle en otra ensalada de tiros con los requerimientos actorales mínimos.

Castle no es la clase de personaje que consigue un Oscar a sus actores, por buenas que llegues a hacer las películas. La profundidad emocional y progreso del personaje no han sido nunca uno de sus elementos característicos, lo cual puede en ocasiones resultar en la impresión de que es un personaje sobre el que no hay mucho que decir. No obstante, una larga trayectoria de cómics más que notables demuestran que hay cosas interesantes, más allá de la acción brutal y sin sentido, que se pueden extraer del personaje.

Cuando Netflix decidió adaptar al Castigador durante la segunda temporada de la serie Daredevil, algunos albergamos algo de esperanza. Las imágenes que se nos ofrecieron como adelanto claramente señalaban como inspiración los encuentros escritos por Ennis durante su etapa como guionista del vigilante de la calavera. Unos tebeos que ya habían sido los que insipiraran los elementos más comiqueros de War Zone en 2008. Son unos buenos cómics, así que no había motivos para desconfiar. La traslación de aquellos cómics fue, por supuesto, muy diferente. La serie era sobre Daredevil, y por tanto, tenía que hacer lucir mucho mejor al personaje principal y mostrarnos a Castle como un antagonista, y no como el ganador del enfrentamiento ético entre ambos que Ennis escribió.

Marvel’s Daredevil

Para interpretar a Castle resultó elegido Jon Bernthal, cara conocida de la serie The Walking Dead y cuyo aspecto ya le había ganado un par de papeles haciendo de soldado con problemitas en las películas Fury y Sicario. Desde el principio aquello me hizo arquear un poco la ceja. El actor no daba el tipo de hombre frío y castrado emocionalmente al que nos tenían acostumbradas las adaptaciones en imagen real del Castigador, pero aquello podía ser algo positivo, ¿no? Resultó no serlo en absoluto.

El Frank Castle de Bernthal es un hombre nervioso, colmado de tics y de explosiones de carácter que compensa la ausencia de una evolución emocional o filosófica a lo largo de su existencia como personaje en las series de Netflix con la energía de un hombre a punto de desmoronarse, impredecible, salvaje e inestable. Una caracterización que nada tiene que ver con el retrato de Ennis, que lo representaba con una antinatural frialdad propia de alguien que ha aceptado su camino mortal. El Castigador de Ennis es, qué duda cabe, un perturbado, pero con un tipo de problema completamente diferente más cercano al Lecter de El silencio de los corderos que al Jack Torrance de El Resplandor.

La mayoría de adaptaciones posteriores, desde el cortante vengador de pocas palabras de Rucka o Aaron al guerrero al borde del límite escrito por Remender se alejaban de la representación como fuerza de la naturaleza de Ennis, dando espacio al personaje para momentos incluso tiernos y vulnerables. Pero todo esto desde un hombre emocionalmente distante, difícil de leer, centrado y muy bien organizado. La interpretación de Bernthal del personaje aleja esta adaptación de Castle tanto como lo hacían las licencias en el origen del personaje de Thomas Jane.

Un capítulo más en la evidencia de que a pesar de su popularidad y el gran número de apariciones fuera del cómic que recolecta, el Castigador se sigue tratando como a un personaje de tercera del que no es necesario exportar nada del tebeo salvo el nombre, la familia muerta, el arsenal de balas y, al menos en este siglo, el logo de la calavera.

2 comentarios en «Not my Punisher»

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