Muchos son los talentos del heroe que el mundo ha conocido como Daredevil (y nosotros como Dan Defensor™).
Unos extraordinarios supersentidos que compensan con creces su pérdida de visión.
Unas asombrosas habilidades luchadoras que le garantizan un puesto de honor entre los más destacados artistas marciales del Universo Marvel.
Incluso un anonadador dominio de las leyes que hacen de él un excepcional abogado capaz de ganar litigios en cualquier rama de aplicación del derecho, del civil al criminal pasando por el mercantil.
Pero cierto es que nadie es perfecto.
Y a alguien que, rodeado de políticos, emprendedores y gente pudiente siente una sensación de peligro y no entiende por qué, le faltan un par de hechos de la vida por aprender.
Es que su padre le inculcó muy hondo que si estudiaba Derecho y se juntaba con gente con perrillas podría coger el ascensor social ese.
Y luego se le presenta el braguetazo con Heather Glenn y lo deja pasar. Mucho catolicismo, pero si estuviera en el Opus ya lo habrían echado por torpón cegato.
Eso es porque no puede saber que El Hombre de Arena está metido en el ajo, como muestra la viñeta.