ROB52, mes 2: El Hombre y EL HOMBRE!

Estamos viviendo en la actualidad acontecimientos épicos, de esos que se marcarán con letras rojas en los libros de Historia. Y en el caso de la historia del arte, en su capítulo dedicado al noveno (capítulo seguramente menor dentro de una asignatura ya considerada de por si floja) habrá un apartado importante para hablar de la Nueva DC y sobre todo de la aportación de nuestro bienamado ROB! a la misma. En cierta medida es como si estuviésemos volviendo a nuestros queridos años noventa, y es que esos años pegaron tan fuerte que cíclicamente se regresa a ellos como si nos alcanzasen a lo largo del éter temporal ecos de su onda expansiva. Y como las ondas se propagan en todas direcciones, no es de extrañar influencias y referencias a esos confusos y convulsos años incluso ANTES de los mismos. Así los veía Carl Barks, por ejemplo, en 1950. Una perspectiva no muy diferente de la que podía tener un Scott McDaniel 40 años después.
 
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El caso es que los noventa explotan, las ondas viajan y los taquiones actúan, pero ROB! permanece. Y mientras ECC no se decide a dar una fecha exacta de publicación para sus cosas (cosa que esta semana les perdono porque sacarán un recopilatorio de Sergio Aragonés y eso les honra) es obligación gustosa de los que aquí escribimos dar cumplida cuenta sin entrar en el espoiler de lo que en sus obras acaece, siempre con el fin de que el público muerda el anzuelo y termine pidiendo más, bien sea en castellano, bien en original, o en pecado y delito, allá cada uno.

Y este mes en el Muertegolpe de ROB! tenemos otra aparición de uno de esos personajes que arrastran multitudes y que nuestro artista favorito ha recuperado con acierto: Lobo.

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Y como siempre ROB!nos ofrece nuevos hallazgos artísticos que conviene destacar, como en la primera página de la historia, fijaos.

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Fijaos en la grandeza del último czarniano, en como pese a estar sentado en una mesa al mismo nivel que los demás, éstos deben mirar hacia arriba para verle.

Fijaos en la dureza del Hombre, que ha pedido huesos de brontosaurio para roer.

Con estos dos detalles el personaje podría quedar completamente definido. Y en una escena de cotidiano, sin necesidad de desmembrar a nadie.

Pero sobre todo fijaos en su fisiología alienígena. Pede parecer hasta cierto punto humanoide, es cierto, pero…¿os habéis fijado en su mano?

 

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Esa postura tiene ese algo que no se sabe qué es, pero que es ciertamente desasosegante, todo parece estar en su lugar pero al mismo tiempo no lo está. Y es que ROB! crea más inquietud dibujando a alguien sosteniendo una pizza que la producción de todo un año en la línea Vertigo.
 

Dibujar bien lo puede hacer cualquiera. Dibujar mal casi que cualquiera también. Pero solamente ROB! dibuja como ROB!. Es por esto que es único y que nos alborozamos como colegialas japonesas cada vez que nos deleita con muestras de su arte, cosa que cada vez sucede con más fecuencia. Disfrutemos mientras dure el que parecemos estar en la cresta de la onda, que igual tardamos otros veinte años en disfrutar otra vez tanto como ahora. Y lo que ahora es grandeza y abundancia cuando lo tenemos enfrente, puede terminar siendo pequeñez y lejanía a poco que nos descuidemos, así funcionan las cosas y así nos lo refleja ROB! con un nuevo cambio de perspectiva, en la que la grandeza con la que Lobo llena la página cuando está se convierte en pequeñez cuando la abandona. Un personaje tan chanante que se trae su propio efecto Doppler.
 
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Y, como corresponde en la Nueva DC, este mes también hay la cuota correspondiente de violencia gratuíta, la duda ofende.
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Es la Nueva DC. Ante estas cosas el único consuelo que debe quedarles en Planeta es que ahora en Agosto pueden irse el mes entero de vacaciones.

5 comentarios en «ROB52, mes 2: El Hombre y EL HOMBRE!»

  1. Además la escena del bar autohomenajela legendaria escena del comedor de empresa de Su Capitán América. Si ya lo dice la portada: «the DEADLIEST PREDATOR of them all… Rob Liefeld»

  2. Es curioso que Lobo elija un restaurante con trabajadores enanos. Tanto la camarera como el barman son más bajitos que los clientes sentados en las butacas…

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