El Misterioso Caso del Americano Constante


Roland Carmichael estaba acostumbrado a ver todo tipo de clientes en su despacho: Bellas herederas, peligrosas viudas, apocados contables, fanfarrones hombres de negocios o, incluso, atribuladas madres «MQMF casi siempre- que se interesaban por los más variados temas y por el único detective que podría solucionar sus dudas. Pese a todo no dio muestras de sorpresa cuando entró su nuevo cliente con una abultada mochila y cara de haber aceptado por fin que nadie puede pasar diariamente una hora para elegir las semillas de tulipanes que decorarán la entrada.


–    ¿Qué le trae por mi oficina, amigo?
–    Su reputación. Dicen que es usted capaz de resolver los asuntos más complicados, de hacerlo rápido y saber ser discreto. Dado que Hannibal King y Slam Bradley no aparecen en el listín he pensado en recurrir a usted.
–    Y ese caso es…
–    Llevo semanas, meses incluso, escuchando a todo el mundo decir que el dólar se desploma, que la fortaleza del Euro, que el precio relativo…. Incluso he podido encontrar pruebas como esta:

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–    Parece un gráfico.
–    ES un gráfico. Ahí tiene usted la diferencia entre el precio del dólar y el euro de los últimos meses.
–    Sí, ya, fascinante. Pero el problema que nos ocupa es…
–    El problema que nos ocupa es el precio del americano.
–    ¿Del americano?
–    No me ponga esa cara de Foggy Nelson de no enterarse de nada. ¡¡¡El precio del material americano pedido vía Privius!!!
–    El material americano… mire, en temas de drogas yo no..
–    ¿Drogas? ¡Cómics! Usted puede encargar el material americano a un amigo que se vaya de viaje «suponiendo que tenga amigos-, o pedirlo en alguna web o en Amazon o… Pero lo normal es pedirlo vía Privius y, ¿qué cree usted que pasa?
–    Sorpréndame.
–    ¡¡¡El precio no baja!!!
–    Bueno, será que hay un acuerdo, el precio ni bajará ni subirá.
–    ¡JA!
–    Me tomaré eso como que sí sube cuando le toca. Pero, dígame, ¿qué es lo que quiere que le cuente?
–    Quiero saber quién es el responsable.
–    Pensé que en el mundo del cómic no había de eso.
–    ¿Responsables? Le doy la razón, pero alguien…
–    No, intermediarios… ¿Quiénes son los sospechosos?
–    Se sentirá decepcionado, señor Carmichael, pero no hay mayordomos. Y sí muchos intermediarios. Para todo tipo de cosas, hasta para traducir. Pero ninguno de ellos es mayordomo.
–    Una lástima, era mi mejor pista.
–    Aquí tenemos editores extranjeros, el privius que es una distribuidora, las aduanas que siempre están en medio y la agencia que se lo sirve a las tiendas, también tenemos a las tiendas, claro.
–    Vaya, y yo que esperaba algún asesinato…
–    ¿El Planetalipsis? No, ahora no toca.
–    Oiga… ¿no hay muchos intermediarios? Quizá le sería más fácil comprarse los cómics directamente desde USA.
–    Sí, o bajármelos de Internet, pero usted no es mi consejero delegado es mi detective así que mejor se pone a resolver el caso.
–    Por lo menos habrás alguna rubia en este caso.
–    Sí, claro, una rubia platino. Mire, si se porta bien y me resuelve esto quizá le permita que investigue el caso de Las Rubias.
–    ¿Qué caso?
–    El de en qué estaba pensando Norma para publicar este cómic.

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–    Pero usted se lo ha comprado, amigo.
–    Hay que recopilar pruebas, detective.