El truco de la bandita

A ver, todos sabemos que la cosa está muy achuchá, y que lo que para los lectores puede ser cultura y/o entretenimiento, para los proveedores es fundamentalmente negocio. Nosotros nos fijamos en los dibujos y las letras, ellos en los números. Y no hay manera que oferta y demanda se pongan de acuerdo. Se publican más títulos que nunca sin que el público aumente, por lo cual para que un título salga rentable el beneficio por ejemplar debe ser elevado. Por lo que una vez recortado todo lo posible en pagos a los autores y cuidado editorial, sólo les queda repercutir al alza en el precio. Pero esto hace que más gente se lo piense antes de hacer el desembolso, y se entra en un bucle en el que por más que se suba el precio no hay manera de que el público quede contento. Misterios del Mercado. Y es entonces cuando entra la otra Eme Mayúscula, el Marketing.

O dicho en castellano, el Morro.

Las tormentas de ideas entre los editores y los de Marketing darían para un libro precioso (que hoy en día saldría en tapa dura y 23.50, seguramente). Como todo en esta vida, cuando la situación es de bipartidismo todo es fácil: juegan todos con la misma baraja y las mismas reglas, y el que consiga una mejor mano vence; a veces gana uno, a veces otro, pero a ambos les sale a cuenta. Pero cuando empiezan a entrar jugadores nuevos y cada uno juega a una cosa, hay que encontrar medios para captar la atención y ser el elegido por encima de los demás. Una vez más, el mejor ejemplo de esto lo encontramos en los Gloriosos Años Noventa, en lo que las páginas de anuncios de novedades eran usualmente más atractivas que las novedades mismas o que los comics en los que estaban incluidas:

Aquellas páginas de letra apretadas y atractivos logos y dibujitos comportaban horas de entretenimiento. Se intentaron todo tipo de estrategias: portadistas que no coincidían con el artista de interiores, tebeos embolsados, portadas múltiples…lo mismo que ahora, sólo que antes funcionaba. Ahora estas medidas no tienen tanto impacto, los publicistas piensan que es porque los lectores de ahora tienen otros gustos, la realidad suele ser más bien que es porque somos los mismos de entonces y no volvemos a picar. De manera que tienen que tienen que tirar por trucos más sutiles. Y la genialidad que ha llegado a Marvel, y que parece que lo ha hecho para quedarse, es la de las que marcan época:

Imprimir una parte de la tirada para no venderla.

Parece contraintuitivo, pero en eso mismo radica su belleza. Mirad estos dos tebeos diferentes:

Hay diferencias más allá de la posición del código de barras. La idea es que se te ofrecen dos versiones de un mismo título, ambas por el mismo precio, una con altas dosis de sangre y violencia, y otra más adecuada para débiles de espíritu y padres que compren este t´ítulo de vampiros y acción para tiernos infantes.

De manera que la decisión ya no es si vas a comprarte el título o no, sino cual de las ediciones te pillarás. Desplazando la pregunta, consigues una venta.

Pero la estrategia es mejor aún de lo que parece.

¿Cual edición te has pillado?

¿y tú?

¿Todos la misma?

¿Nadie es débil de espíritu? ¿nadie compra tebeos de vampiros para tiernos infantes?

Pues siendo así ¿quién nos garantiza que el ejemplar blanquito que han puesto al lado del montón rojo tiene un contenido diferente? bien podría ser lo mismo que el otro, o tener hojas en blanco grapadas. Daría lo mismo, el caso es que ha cumplido su función y les has hecho una compra.

De hecho, si atendiésemos a la lógica de mercado ¿sabéis cual edición tendrá más opciones de revalorizarse en un futuro?

Te quedas con la mosca detrás de la oreja, pero en nada te lo volverán a hacer con Lobezno y volverás a caer. Aunque siempre habrá una razón para autojustificarse. En este caso podrás decir «Este me lo compro por Capullo«.

En realidad Panini lo tiene fácil, pues se limita a remedar las estrategias que le vienen de origen. Pero imagina que editas en castellano el material de una editorial en el que las estrategias de marketing de su casa madre se basan en no editar lo que ya han producido para ahorrarse impuestos, y que lo que sí lanzan al mercado son musicales (o algo) en los que Harley Quinn la interpreta Lady Gaga. Y más difícil todavía, que te hagas a ti misma la competencia sacando crowdfundings en los que no sacas beneficio con material que más tarde lanzarás a librerías. Eso, eso sí que tiene mérito.

Y lo hacen bien, los malditos. Y no tienen miedo a repetir las tácticas.

Es decir ¿quieres una maxiserie interesante con una trama atractiva, un equipo artístico contrastado y un precio de mercado razonable?

¿Sí? Pues…

SEA.

Y se cuela, cuela.

3 comentarios en «El truco de la bandita»

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