Es sabido que toda narración se basa en una estructura de tres actos que responden a los nombres de: Planteamiento, Nudo y Desenlace. Incluso que las que dividen su tiempo en más actos, como algunas series americanas que utilizan una estructura de cuatro-cinco actos, responden a ese criterio básico de presentar, desarrollar y concluir una historia.
Quizás os pueda parecer que el más importante de estos actos es el desenlace, pero no es así. Cuando vas a ver una película el desenlace es lo de menos. Todos saben que Los Guardianes de la Galaxia saldrán victoriosos de su pelea cuando van a comprar su entrada, que el chico se quedará a la chica—o la chica al chico—cuando van a una comedia romántica, y todos sabemos que Peter Jackson nos endosará un continuará al final de dos de sus tres obras, y aún así pagamos.
El planteamiento tan poco es importante, ya que aunque reconocemos que la propuesta inicial ha de tener un cierto grado de atractivo, o nadie compraría la entrada, lo cierto es que los planteamientos ya conocidos suelen ser más atractivos que los originales. Piensa cuantas películas triunfan en taquilla con el esquema “son dos personas que se conocen y no se soportan pero al final se enamoran” y cuantas funcionan con la premisa “biografía de una pastora de cabras iraní que descubre por la tapa de un yogur que el mundo es un escarnio de ficción y su vida el delirio de un escritor borracho”.
Lo cierto es que el planteamiento puede parecerse a mil películas anteriores, y el desenlace a millones anteriores, y tener aún posibilidad de triunfar en taquilla, pero lo que la gente no aguanta es que el desarrollo del Nudo no funcione. Si la pista que permite al chico resolver el misterio es demasiado rebuscada, o ya se usó en una película de hace menos diez años, o la chica canta una canción de los años 70 para conquistar al amor de su vida, el público saldrá disparado del cine.
Lo importante, pues, es el Nudo, y no debería extrañarnos si tenemos en cuenta que narrar es, precisamente, conducir al público cual rebaño desde el punto A al punto B, y lograr que ni se pierdan, ni descubran tus trucos por el camino. Y eso se logra sabiendo usar EL MOMENTO!
EL MOMENTO! es ese instante en el que el autor usa una emoción para cambiar la historia, logrando que el espectador reciba en su sistema nervioso un impulso eléctrico que le hace caer en la cuenta que la narración no es lo que parecía, disfrutando así del NUDO de la historia. Lo vamos a ver con un ejemplo que seguramente conocerá incluso quien no haya leído el tebeo. El momento en el que, en Ese Cobarde Bastardo, Hartigan entra en el club de strip-tease de Sin City buscando a Nancy Calahan.
En una comedia romántica este sería EL MOMENTO BONITO! en el que la chica de 19 años se lanza en manos de su amor verdadero del que lleva enamorada desde los ocho, a pesar de que en ese momento Hartigan ya podía ser su abuelo.
(Lo cual nos dice mucho de la capacidad de Miller para crear subtextos)
Pero como estamos en un cómic de género negro es EL MOMENTO TERRIBLE! en el que Hartigan se da cuenta de que es una trampa.
Para utilizar bien EL MOMENTO!, y para conseguir que se le arrimen las actrices jóvenes, Miller juega con una tensión creciente que va conduciendo al lector por donde él quiere. Como ya hemos visto Hartigan primero se ha dado cuenta, al mismo tiempo que lo hace el lector/espectador, de que Nancy ya no es esa niña de ocho años que él recordaba. Primer golpe al sistema nervioso del espectador en general, y de la agrupación de la sangre en ciertos músculos en un género en particular.
Después percibe que es una trampa, y con ello el público piensa en otro EL MOMENTO! que Miller ha usado para introducirnos en este nuevo acto, y que ahora se percatan que es mentira
Con esos dos elementos, EL MOMENTO! crea la tensión necesaria para que el público disfrute de la incertidumbre que le produce—al empatizar con Hartigan puesto que no en vano está sintiendo al mismo tiempo que él las emociones del personajes (acolpamiento de sangre en cierto músculo incluido)—el deseo de que la bailarina de 19 años no vea al abuelo con la edad de Frank Miller, para que esta no se ponga en peligro.
EL MOMENTO! desemboca pues un carrusel de emociones, en el que todo pasa por la cabeza del receptor del mensaje.
La amenaza pasada contra la niña
la amenaza presente
la maquiavélica conspiración con la que han manipulado a Hartigan para obligarle a, sin saberlo, localizar para ellos a la víctima que escapó y con la que ansían reiniciar el horror del que escapó hace 11 años
El receptor piensa en cualquier cosa, menos que la dirección donde encontrarla la sabía cualquiera que tuviera una guía de teléfonos
Esa es la grandeza de EL MOMENTO!
Too long; didn’t read.
Hoy en día Miller se parece al Sr. Burns.
Me reafirmo mil veces en lo mismo: es mejor no verle el careto a los artistas.
En mi generación que alguien presuma de no leer se ve de la misma manera.
http://www.rtve.es/alacarta/videos/archivo-la-bola-de-cristal/bola-cristal-si-no-quieres-ser-como-estos-lee/646035/
Item: Le ruego me perdone, pero pretender que este post posee calidad literaria no es sino un acto de soberbia urbi et orbi. Lo cual comunícole a V.I. para su información y posterior adopción de medidas a desarrollar dentro del actual contexto social-literario.
No hombre no. Si yo entiendo a la perfección que no se me lea (de hecho escribo cosas mucho más curradas en webs que se leen menos que esta, así que para mi el misterio es que alguien gaste su tiempo en leerme). Pero que además de no leerme tenga la imperiosa necesidad de hacerme saber que no lo ha leído porque tiene pocos dibujitos, eso es algo que se me escapa. Que quiere que le diga.
Cuándo van a poner la opciónde compartir los posts directamente en facebook?
Está en la lista de cosas por hacer, pero va después de hacer el blog legible desde el tablets o móviles (es una lista LARGA)