No sólo de tebeos vive el hombre (aunque con los de ROB! basta y sobra para llevar una vida plena y equilibrada, POR SUPUESTO) así que hace un par de semanas decidí expandir mis horizontes culturales e internarme en los inexplorados campos del teatro experimental.
Ámplia es la panoplia de ofertas que oferce Aguirrelandia Botellaburgo, pero de entre todos los títulos que se despliegan en los suplementos culturales había uno que parecía estrenado ex profeso para la ocasión de mi iniciación teatral.
Si bien es cierto que siempre he sido más fan de Abyss…
…por mucho que digan algunos esta es mejor que La Grieta e incluso que Profundidad 6. Dónde va a parar.
(y dad gracias a que se representa en Las Naves del ESPAÑOL, que si fuera en las del Esperanto lo de "JOIN THE DISASTER" estaría escrito ¡¡¡¡EN CATALÁN!!!!)
Nada más llegar al lugar del evento, un entrañable y pintoresco espacio para las artes llamado ¡EL MATADERO! supe que había elegido correctamente. Iba a ser una buena obra…
…como demostraba la larga cola de ansiosos espectadores.
Y no estaba equivocado.
Lo primero que descubrí fué que el teatro contemporaneo rompe las limitaciones del escenario destruyendo la barrera invisible que tradicionalmente separaba a actores y público y fundiendolos en un todo multisensorial.
Por ello nada más entrar el espectador se ve mezclado con actores. Como estos, que representaban nosequé recreación del mito de la caverna de Ozzymandias (¿o era Aristóteles?) recontextualizado en el subconsciente colectivo de los mass media actuales.
O algo así decía el programa de mano.
Esta puerta se abría repentínamente y salía un actor vestido de carnicero realizando un irónico comentario social sobre la sociedad de consumo industrializada.
Aunque el martillo no se qué quería decir exactamente. Y la máscara era cutrísima, se notaba mucho que eran trozos de otras máscaras cosidos juntos, que ni habian igualado el color de las pieles ni nada.
Sin embargo esta reiconografiación del arquetipo de la Última Cena, con su contraposición de lo sacro y lo mundano, estaba muy lograda, iluminación celestial incluida.
Pero en correspondencia también es el espectador el que invade el espacio de los actores, así que el escenario se desparrama por una platea que a su vez ha mutado hasta convertirse en el todo del espacio representativo.
Elementos de escenografía que, a su vez, contienen escenarios dentro de sí en un eterno, cuasi ourobórico, ciclo de macrocosmos y microcosmos.
La subtrama de este escenario continuaba directamente en otro colocado al final del espacio artístico, equvialente pero esta vez ocupado.
Donde actores interpretaban a la perfección a moderniquis hipster escuchando música de sus iMacs en un más que evidente referencia a cómo el ciudadano moderno se ve sometido a una multiplicidad de asaltos sonoros multimediáticos que, a fuer de interdependientes, lo acaban aislando de su entorno.
Y es que Leviathan: Join the Disaster se articula en una matriz dispersa de tramas de serpentino recorrido cuyo sentido individual se complementa al entrelazarse y ser vistas en su totalidad como un complicado y bizantino tapiz. Una mitológica hydra en la que cada cabeza proclama un discurso autocontenido de significado local pero significante compartido.
Por ejemplo el referncial y postirónico ciclo de cine skater.
Que, por algún extraño motivo, no incluia ni Los Bicivoladores ni Los Cuatro Fantásticos y Silver Surfer.
O los murales de viñetas hispano-israelies que destacaban por su capacidad de resumir la misma esencia de España sin recurrir a gastados topicazos…
…y por el insuperable logro de haber conseguido un dibujo de Mingote realizado ex profeso para la exposición.
Pero el plato fuerte, la piece de resistance, la crem de la crem, fué la culminación del evento multidisciplinar Leviathan: Join the Disaster en una magistral perfommance la noche del viernes.
Como se ve una reinterpretación en clave postmodernista del arquetípico fiestorro nocturno findesemanero desconstruido en acerado y devastador comentario sobre el desestructuramiento del orden social, el rol de la tradición memética en la omnipresente conciencia global y la imposibilidad de comunicación entre entes éticamente contrapuestos.
Tan completo y meditado era el montaje que incluía la reglamentaria chuletada, llevada a cabo sobre una estructura que quedó montada para el resto de los días del evento como adicional rúbrica.
Sobre su más que evidente significado sobra todo comentario.
Adicionalmente, carteles anunciando la perfommance como si de una vulgar fiesta popular se tratase fueron pegados en los alrededores del Matadero, expandiendo todavía más allá del propio Matadero las fronteras del espacio de representación.
Magistral.
Y así fué Leviathan: Join the Disaster. Toda una experiencia.
¿Lo peor? Las medidas de seguridad.
Se quedaron MUY cortas.
¿Podeis creeros que al individuo que iba delante de mí, por llevar dos pistolas, los guardias en lugar de detenerlo se limitaron a requisarle temporalmente los cargadores?
Y vaya si había motivos para una seguridad exhaustiva.
Que todavía no habían terminado de arreglar los destrozos causados por el último atentado.
¿Lo mejor? El propio Matadero. Es un lugar donde la cultura se respira.
Las oficinas del personal están decoradas con dibujos como si de exposiciones se tratase.
Hasta el exterior de los cuartos de baño del bar tienen unas pinturas alegrando las paredes.
Tanto es así que más de un ignorante confundió con una instalación artística los vehículos de fuentes de energía alternativas que, demostrando la firme voluntad metacultural del Matadero y su compromiso con la sostenibilidad, se exponían en el patio principal.
Que hace falta ser palurdo, coño.
Hasta la propia cafetería del espacio principal era partícipe de la temática de la obra.
Pues su cartel escondía hábilmente encirptado un mensaje referente a la inevitabilidad del desastre que es el tema de Leviathan: Join the Disaster.
Pero, por encima de todo, lo mejor con mucho y de largo, fue la gente. El maravilloso público asistente. Ciudadanos cutlos y sin embargo encantadores. Un ejemplo tanto de bonhomía como de caballerosidad. En resumen…
…gente angelical.
Porque en realidad esto nunca fué un…
Pues yo he llegado a la foto de la Emma-Fenix… después algo me ha distraído…
Qué viejo estás, E. Martín. ?Cómo es posible?
Pues a mi me han dado ganas de ver la peli esa.
Estooo… No son los años, es el kilometraje. Si, eso.