Los Cuentos de la Tía Vazquez

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   Queridísimos niños, vivimos tiempos de crispación salvaje. Disturbios callejeros por los resultados de los PicADLOs. La Pantoja en el trullo por culpa de Sark. Enfrentamientos entre gobierno y oposición a cuenta del sentido del post de J Calduch. Guerras internas entre editoriales y packagers por el descontrolado crecimiento del Euribor. Rumores de un próximo Hormigas Blancas dedicado a Cels Piñol…

   Y es por ello, mis adorados pequeñuelos, que E. Martín ha acuidido a mí en busca de auxilio (guiado sin duda por la sabiduría de ROB!) y me ha suplicado que traiga la paz y el sosiego a las turbulentas aguas del mundillo.

   Tan hercúlea tarea está por encima de mis posibilidades, mis chiquilines. Diso no me llamó por los caminos de la diplomacia. Sólo me enseñó a contar cuentos. Y eso es lo que voy a hacer.

    Érase una vez el espacio. Érase una vez su patrulla. Érase una vez un señor llamado Go Nagai que vivía en el país del sol naciente, también llamado Japón (igual que la canción de Mecano). Y Go creó una serie de dibujos animados que llegó a hacerse muy famosa llamada Mazinger Z en la que se narraban las apasionantes aventuras de este caballerete:

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   Y sucedió que debido al éxito de su empresa, Nagai-san creó otras series como Cutie Honey, que también narraba apasionantes aventuras, pero (ejem) esa es otra historia…

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    Go volvió al género de los robots gigantes para continuar la saga de Mazinger y crear nuevas sagas como Steel Jeeg.

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   Y como éra habitual en la época, y no ha dejado de serlo hoy, una empresa juguetera japonesa llamada Takara decidió fabricar muñecos de tal serie con el fin de dejar secos a los padres de los pequeños espectadores, futuros frikis gastadores de su propio sueldo (no me extraña tal malicia, se llama igual que un villano de James Bond).

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   Y, como ya entonces comenzaba a ser la norma, una empresa juguetera norteamericana llamada Mego, no dando a basto con la fabricación de muñecos basados en superheroes que arruinarían la economía de frikis desesperados por ajustar cuentas con su infancia treinta años después, decidió ampliar su oferta vendiendo en occidente unos juguetes japoneses llamados Microman.


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   Pero mentes preclaras en Mego decidieron americanizar el nombre de la línea. Con lo que los niños gaijin jamás gozaron de los juguetes de Microman, sino de los Micronautas.

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   Y dado el éxito arrollador de la nueva línea, mentes aún más preclaras de Mego decidieron incorporar a la línea de los Micronautas las figuras de Steel Jeeg de Takara.

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   Y aconteció que Stan Lee, sin duda demostrando el acierto que años más tarde le llevaría a abrir sus puertas editoriales a la Genialidad! de ROB!, llegó a publicar un cómic basado en los Micronautas…

…pero eso es otra historia…

   Y he aquí la moraleja de este cuento, pequeños y pequeñas. He aquí la razón de que estos dos muchachotes se parezcan tanto:

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   No, no es que les haya hecho el lifting el mismo cirujano. ¡ES QUE SON HERMANOS!

   Y cuando hayais digerido tal hecho, leed aquí cómo el juguete de Koji Kabuto es primo hermano de Optimus Prime…

14 comentarios en «Los Cuentos de la Tía Vazquez»

  1. Puesto a hacer juguetes… Mejor se hubieran dedicado a la fabricación de muñecas de la Honey… Los frikis (30 años después) también la comprarían… pero seguro que se divertían más con ella que con robotote de 30 metros… O bueno, quien sabe, que para todo hay gustos

  2. Lo microscópico…y lo macroscópico…son lo mismo…huelo colores…veo sonidos…
    BM Micronautas en sentido oriental YA!!

  3. Tal demostración de conocimientos absurdos es realmente apabullante.
    ¿Nos encontramos ante el rey de los frikis?
    Y sobre todo, ¿como alguien puede diseñar un robot con melena macarra a lo camela?

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