Desde hace años, sabemos que el mundo de los cómics se acaba. Cada vez que se cierra un nuevo Saló del cómic, los aficionados a esto del arte secuencial nos preguntamos «¿Volverán mis ojos a ver otro Saló? ¿Aguantará el mundillo hasta el próximo Expofriqui». Numerosos expertos han alzado su voz para hablar sobre las causas de la crisis en el mundo del tebeo español, pero fue ayer cuando por fin encontré alguien me dio una razón plausible y coherente:
¡¡¡La culpa de todo la tienen los videojuegos!!! Si ya lo sabía yo, que el fontanero cabezón ese no podían tramar nada nuevo, que si fuera buena persona no se pasaría el día dando saltitos y de vez en cuando arreglaría alguna cañería. Afortunadamente, ha sido el gran maestro Francisco Ibáñez el que ha venido a abrir nuestros ojos a la verdad:
El dibujante […] añadió que no es la «falta de creatividad» la que acaba con este campo sino la «proliferación» de las consolas.
¡¡¡Sí señor, hablando claro claro de una vez, con dos cojones!!! ¡¡Por fin alguien se ha atrevido a cantarles las cuarenta a los de Nintendo y Sony, hombre!! El poderío de estas dos grandes multinacionales japonesas se tambalea tras sentir el azote de Ibáñez… Y estoy seguro de que Microsoft ya está pensando en dejar de fabricar la Xbox, porque Ibáñez no se limita a lanzar un titular demagógico y punto, no. Ibáñez es mucho mejor que eso: él es capaz de argumentar porqué las consolas son el Lex Luthor del cómic.
«De por sí, el niño siempre ha tenido aprensión a esos bichos negros que se llaman letras y con el cómic conseguíamos que las frases, acompañadas de una ilustración, llamaran la atención al niño, con lo que perdía el horror a las letras»
Claro que sí: el niño, en su expresión más hobbesquiana, salvaje, pura y libre de imposiciones sociales, tiene aprensión por los libros, por las letras y por todo lo que sea educación. De ahí es de donde nace ese instinto tan humano y propio de los infantes consistente en apalear, humillar y vejar colectivamente a ese ser antinatural conocido como el empollón. Este ser, que desafía las normas sociales más básicas al apreciar la lectura de manera precoz, puede ser identificado tempranamente; tan sólo es necesario enseñar un libro abierto a un bebé: si no tuerce la boca en un rictus de aprensión, es que es un futuro empollón. Las autoridades sanitarias recomiendan además llevar al bebé al centro de salud más cercano.
Pero cuando los infantes crecían y veían los cómics, claro, los dibujines les hacían no darse cuenta de que estaban leyendo y claro… ¡¡¡zas!!! De repente les llegaba la cultura a la cabeza. Por eso está claro que quien no haya leído un tebeo en su vida es analfabeto. Yo tengo varios amigos así. Les dejé unos cuantos tebeos de Spiderman para ver si les curaba el analfabetismo, pero llegué tarde: parace ser que una vez te haces la primera paja, el cerebro pierde la capacidad de asimilar el lenguaje secuencial. Así que mis amigos siguen analfabetos. Aunque no les importa, cuando pensar en ello les hace sentirse tristes, se la pelan y se les pasa.
«En los videojuegos ese horror no existe porque no hay bichos, todo es imagen y sonido»
Efectivamente. Hoy en día, con la proliferación de los videojuegos, donde no hay bichos negros llamados letras, los jóvenes han perdido la capacidad de sentir aprensión por ellas. Ya no lloran al entrar en la guardería y ver las letras, colgando de la pizarra magnética en orden alfabético. Ya no se marean ni vomitan cuando al entrar en el quiosco a comprar chucherías se encuentran con un periódico en la cara. No. Las nuevas generaciones crecen tan envueltas en el mundo de las consolas que ya no conocen las letras; la indiferencia ha sustituido al pavor. Y es por ello que los chavales ya no leen tebeos: porque no les hacen falta para superar el grafo-pánico. Lo malo es que como no leen tebeos, tampoco aprenden a leer. Así quedamos en el Informe Pisa, con el honor nacional por los suelos. Yo creía que la culpa era del sistema educativo, pero ahora gracias a Ibáñez sé la verdad. Y un poquito más de antropología, también.
No querría despedirme sin dejar de hacer notar que el maestro sigue en la brecha con sus inagotables Mortadelo y Filemón, y al ser preguntado sobre el secreto de la larguísima pervivencia de esa entrañable pareja de perdedores, el propio autor comentó que:
[…]intenta que sus personajes se encuentren inmersos en temas de «absoluta actualidad», como las campañas de «controles de velocidad o de alcoholemia de la Dirección General de Tráfico». «Esta actualidad les ayuda a mantenerse y quedará reflejada el día de mañana convirténdose en parte de la historia de España»
Pues sí, con tebeos comentando la última campaña de alcoholemia de la DGT, los personajes harán que estas cosas entren a formar parte de la historia de España. No sé cómo es posible que los cineastas españoles no se den cuenta de que lo que tienen que hacer para triunfar no son sesudas películas de contenido social, sino comedias basadas en la actualidad más reciente, como… lo cara que está la leche últimamente, por ejemplo. O quizás sobreeeee… la nueva etapa de Supervivientes, esta vez con Joselito y Karmele Marchante. Así no sólo el cine español tendría más espectadores, sino que… ¡¡¡Karmele Marchante entraría a formar parte de la historia de España!!!
También me quedo muy tranquilo de que el Maestro Ibáñez aclare cuáles son sus útiles de trabajo:
Sólo utiliza una vieja máquina de escribir y sus manos, por lo que su trabajo es totalmente «artesanal».
¿Veis? No utiliza negros para que le dibujen los fondos, coññññioooo. Sólo una máquina de escribir para el guión y sus manos para el dibujo. Si es que sois unos malpensaos, joerl. ¡Qué país más malo, que endiosa a la gente para luego tirarla al fango!