Ya ha salido Superman: The World, con la esperada historieta de Superman en Granada. No, no vamos a desvelar si esta vez tiene toros o si tiene flamenco, es demasiado pronto para destripar nada. Nos vamos a limitar a los títulos de crédito

Pero en Panini son unas personas prácticas, y han decidido que para rotular la versión española por diez paginillas tampoco es cuestión de llamar a Ferran Delgado, que total, se lo pueden encargar al otro tío que rotulaba manga en Glénat y del que sí tienen el contacto en la agenda

Por supuesto, no queremos abrir un debate sobre quién lo ha hecho mejor (tampoco tenemos los conocimientos técnicos ni de las circunstancias en que se acometió cada trabajo para ello), pero solo vamos a apuntar una cosa…

Ferran no le hubiera puesto tilde a su propio nombre
¡Prevaricación! ¡Falsedad! Manipulación irrisoria… No se trata de una tilde, es el típico valor añadido a cualquier edición española. Marca de hispanidad. Espírito de bondadosos comercios. Que debemos enaltecer en toda ocasión y momento. Porque si podemos considerarnos como los mejores lectores de historieta, y un público privilegiado respecto al resto de consumidores de tebeos que diaria y tristemente arrastran sus lamentables panderos por cualquier sucio colmado comiquero extranjero de suelo de aserrín en territorios subsidiarios de nuestro sistema editorial de superpoderosos licenciatarios, como con toda evidencia resultan ser a día de hoy los Estados Unidos, Francia, Italia, o el Japón, es solo gracias a los sudores y jadeos de unos editores y numerarios prendidos a los álabes de los molinos de edición transnacionales de Pachichi cOmic. Cuya misión unificadora del idioma ha constituido a esta empresa única en sus valores universales como pueda serlo la Coca-Cola dentro del ámbito de los refrigerantes en el axis mundo de nuestra historieta nacional.
¡Viva pues esa tilde de más y todas las que vengan! ¡Viva la pequeña Módena catalana! ¡Y honor y gloria eterna los hermanos Benito y a todos sus desteñidos numerarios españoles!
A lo mejor Ferran (sin tilde) pretendía cobrar por la rotulación de la traducción algo equivalente a lo que cobró por rotular el original y así no se pinches puede…
Son procesos diferentes. En el original se decide la ubicación de cada bocadillo y se encaja el texto. En la versión traducida los bocadillos están como en el original y se coloca el texto traducido, cuya extensión puede ser diferente. El pago necesariamente será diferente en cada caso. Pero cuando comparas, detallitos como el tamaño de las (demás) letras acentuadas cantan.
Y ni una mala ñ en esos nombres y apellidos. Sánchez, di «misión».
¿A cuánto se paga la tilde hoy en día, por cierto?
Es un código, claramente nos están diciendo que le consideran atildado.