MONSTRUA

Poco importaba que no hubiera ninguna indicación en la portada o en los créditos, nada más leer las primeras escenas supe que esto era un tebeo de Top Cow. Aunque no lo fuera.

Hembras poderosas, gente con alas, nombres místicos, tecnomagia…la sombra de Marc Silvestri es alargada. Y con esa idea en la cabeza comencé a sumergirme en la lectura de Monstress, pero a medida que los tomos y la trama avanzaban me di cuenta de que era algo más. Y no necesariamente bueno.

Siete premios Eisner no pueden estar equivocados, desde luego. Pero aún así no podría decirse que la colaboración de Marjorie Liu y Sana Takeda para Image me hubiera conquistado ni mucho menos ¿será lo grosero de mis gustos, eso de que no está hecha la miel para la boca del asno? ¿o había algo más? ¿por qué su lectura se me estaba haciendo bola?

Fantasía épica primorosamente dibujada, elogios en portada del mismísimo Neil Gaiman (vale, una característica que ha envejecido mal), razas de dioses, gatitos, muchos gatitos, una trama absorbente, y la ausencia de esa incómoda sensación de estar ante algo que ya te han contado decenas de veces antes, que con lo de la fantasía hay gente que no tiene reparos en tirar de refritos. Lo tiene todo para ganarme, y quiero que me guste (que remedio, ocho tomos acumulados en la pila de lectura). Pero no lo ha conseguido.

Porque lo que yo veo es una serie muy muy bien dibujada, con un arranque muy potente, lastrada por una periodicidad errática (menos de sesenta entregas en diez años) y que a estas alturas, si queda alguien que además de verse los dibujos esté siguiendo la trama, no se tiene muy claro hacia dónde está yendo. Es decir, estoy viendo un compendio de lo peor de aquellos primeros tebeos de Image.

Algo con conceptos potentes para quedarse contigo durante seis-doce números, pero cuando pasa de las cincuenta entregas sin visos de concluir, la compra anual del tomo se convierte más en rutina que en disfrute. Y las primera veces todavía te animabas a retomar la lectura de las entregas anteriores y ponerte al día para enterarte bien de lo que pasaba en el nuevo, pero en un determinado momento hasta esa costumbre se perdió. Te lo mirabas, que sigue siendo bonito de ver, sin detenerte mucho a pensar en lo que te contaban, y ya si eso alguna vez cuando se acabe te lo releerás del tirón a ver. Porque es de suponer que en algún momento terminará, y tampoco es cuestión de no estar entonces ahí, con todo el camino que has aguantado.

La serie funciona bien, eso está claro. En castellano están casi al día con los tomos (ocho aquí, nueve en origen) y además Norma ha sacado dos ediciones de lujo a gran tamaño para disfrutar mejor del dibujo y los extras. Es decir, repito, un compendio de lo peor de aquellos primeros tebeos de Image. Pero esta vez funciona.

¿Por qué?

Podría ser porque ya hemos enterrado la cultura de la grapa, y aunque siga apareciendo testimonialmente en Estados Unidos cada equis tiempo, el evento y el negocio se concentran en la aparición de cada nuevo tomo. Es lectura contundente, tirando de memoria de lo anterior puedes ir enterándote, y el dibujo mola.

Otra razón podría ser sencillamente que los Gloriosos Noventa están volviendo, y el éxito de Monstress es un síntoma más pese a que no queramos admitirlo. PensAdlo!

Iba a proponer otro motivo, pero tras tres intentos de plasmarlo correctamente y fracasar, me lo guardo por si apareciese en los comentarios.

El dibujo mola. Y a lo mejor con eso basta.

4 comentarios en «MONSTRUA»

  1. El tercer motivo podría ser la tendencia a la atención dispersa de la cultura del móvil, algo que lees en el momento que llega sin tener que devanarte demasiado los sesos con lo que ocurrió en tomos anteriores de una historia muy complicada.

    O eso o los mega melon… o el dibujo, eso, el dibujo, que mola.

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