Ha llovido mucho desde que John Byrne nos presentó a aquel tapón canadiense peludo y con malas pulgas que se ganó nuestros corazones lectores.


No hay duda de que el personaje fue uno de los máximos hallazgos que contribuyó a encumbrar la epopeya mutante de los Ochenta. Y llegados los Noventa, para cualquier serie de grupo creada por un artista hot, su máxima aspiración era tener su propio Lobezno (o, en su defecto, Cable, pero es que ROB! son palabras mayores).
Pero esto duró un tiempo, hasta que personaje y editorial se convirtieron en mainstream y objetivo de brokers y adquisiciones. Hasta que Marvel se convirtió en una mercancía y Lobezno una imagen corporativa, una mascota. Un icono que debía contentar a todos los segmentos del mercado. Y para ello tuvieron que imponer cambios en su comportamiento.
Y es que Lobezno hace décadas que dejó de fumar. Aunque a lo mejor la instauración de las versiones Red Band servirá para que vuelva a hacerlo.

Tampoco le pega al alcohol como antes.

Personaje políticamente correcto, si alguna vez fue un antihéroe lo woke le pasó por encima. Tanto es así que aprovechando la existencia de infinitos universos, nos llegaron a mostrar uno en el que no le ponía peros a la homointimidad.

Y en tiempos más recientes Hickman se atrevió a insinuar que el de la continuidad oficial también tocaba varios palos en la casita del árbol.

(Si era alcohol, sería para seducirles)
Como veis, también en Logan se está llegando a un punto sin retorno en la contradicción entre la persona y el personaje. Y cuando pensábamos que la corrección para contentar a todos los colectivos no podía ofrecer más de si, Panini nos brinda un matiz más, con una segunda edición de una añeja novela gráfica que tampoco parecía que fuera material imprescindible que digamos.

Y ¿por qué han sacado una edición más, a qué obedece esta inesperada necesidad?

Pues para no ofender a la comunidad oriental.
¿No le gustan los tangas? ¿Ni aunque los lleve Jean? Jo, Marvel, tú antes molabas.
Y a Romita Sr, Herb Trimpe y Dave Cockrum que les den.
¡Y a Roy Thomas!
Pero si alguien escogió a Lobezno su personaje favorito con Trimpe o Cockrum, enhorabuena.
Touché!
Decisiones sangrientas fueron tomadas.