Dedicado a….

Las dedicatorias atraen al público, eso es un hecho, quizás sea cosa del fetichismo de contar con algo más personalizado del autor admirado, quizás simplemente sea narcisimo, esa necesidad que tiene todo ser humano, conscientemente o no, de sentirse especial en algún momento de su vida, o tal vez simplemente sea una forma socialmente aceptada de rebelarnos contra aquella prohibición de rayar los libros de clase, ejemplificada por una frase que durante años se enseñaba nada más entrar en la carrera a los estudiantes magisterio: "¿Es que tú rayas los libros en tu casa?¿A que no?" Entrada en desuso cuando las nuevas generaciones empezaron a responder cosas como "¿Qué libros? ¿Los del año pasado?" pero que sigue grabada a fuego en las mentes de varias generaciones de españoles.

Los autores lo saben, y por ello se someten a grandes sesiones de firmas que pondrán a prueba su micropulso y su capacidad de fingir estar de buen humor después de dos horas haciendo la misma firma. La de arriba curiosamente, es una dedicatoria de un ex-guionista de Mortadelo y Filemón (ergo entra en el scope del blog), que me firmó el ejemplar porque, tras haber retrasado su charla dos veces. la asistencia a su conferencia no fue la esperada, a lo mejor deberían haber hablado más de Mortadelo y Filemón y menos de la novela negra, y servidor decidió reparar la imagen de su pueblo pidiendo que le firmara uno de sus primeros escritos. Porque el autor que piensa que una cola de tres horas de firmas es lo peor que le puede pasar, es porque nunca ha estado en el Corte de Inglés de Castellón, luciendo un sombrero extraño, viendo como prácticamente nadie se acerca a pedirle que le firme su anuario de cocina (pero ese es otro tema, porque en realidad era muy mala hora cuando pasé yo, y seguro que tiene una explicación plausible, y la historia al final es que aunque lo hice por no hacer un feo, estas cosas deben ser adictivas porque me acabé aficionando).

En este aspecto, como en tantos otros en esta vida, cuanto menos cobras más te lo tienes que currar. Es decir, si le pides un autógrafo a un futbolista, ni te mirará a los ojos ni se quitará los cascos del iPod, se limitará a garabatear su firma en el objeto que le des, si lo haces con una estrella de cine o de música (de las que firman quiero decir no de las que te escupen), te mirará y a lo mejor hasta te sonríe, mientras que un escritor español, te dará las gracias por comprar, te mirará y encima deberá inventarse una frase más o menos ingeniosa que plasmar en la primera página (y ojito con la caligrafía que vas a enseñarla por ahí). Siguiendo este hilo conductor, no te extrañará, amigo lector, que el último mono de la cadena sea, precisamente el dibujante de cómics.

Que el pobre no sólo ha de currarse un dibujo para el que ha comprado su álbum, mirarle y darle conversación, si no que como se descuide empezará a recibir exigencias del presunto admirador que querrá personajes que él nunca ha dibujado en las más extrañas posturas. Que se resume en la historia "hice un cómic sobre un geriátrico y acabé dibujando un batman cagando" que cuenta magistralmente el ya dúo artístico formado por Paco Roca y Álvaro Pons (en gira por librerías y salones de toda España adquiere tus tickets en www.lacarceldepapel.com).

Y no contento con esto, encima se curran uno de esos juegos de busca las diferencias, con tus amiguitos.

¡¡Las negritas tontos!! ¡Son las negritas! Que eso es lo que era…Por eso cuando vayais al Salón anteriormente conocido9 como el Saló en vez del superventas de turno, debeis buscar cómics antiguos que le alegren la vida al autor, que bastante hace ya por vosotros.