Desde aquí repartimos ideas y conceptos para la manipulación creativa y el abuso cultural. Somos el diario de lo genial, y el pensamiento de lo imposible
Una de las características de esta Era Dorada de las Series™ que estamos disfrutando es la multinacionalidad. Dramas políticos noruegos, procedurales policiales islandeses, nuestras pantallas no habían cruzado tantas fronteas desde los locos tiempos de la TVE setentera y sus series de animación francesas, italianas y polacas. Y contrariamente a la percepción popular no todas son series reales como la vida misma, también las hay de ciencia ficción.
Esa serie que quizá no haya emocionado a Spìelberg…
…pero sí al portadista del ABC.
Dark, como todas las obras interesantes, es compleja y requiere un esfuerzo comprensivo por parte del espectador. Muchos han abandonado, me consta, definiéndola como «un Stranger Things con alemanes maniaco-depresivos que se abofetean cada 23 minutos«. Qué poco han entendido. Bajo su engañosa apariencia de culebrón rural de teutones salidorros Dark esconde una narrativa que se adhiere a los más rígidos preceptos de los relatos de viajes en el tiempo. De los más antiguos a los más modernos, como el establecido por Legends of the DC Universe de petarse a guiños a clásicos de lo de viajar a lo largo de la cuarta dimensión.
Como Terminator…
…El Día de la Marmota…
…Looper…
…Star Trek IV…
…o 2001 una Odisea Espacial.
Y en esta galería de homenajes no podía faltar la mejor serie de viajes en el tiempo de la historia de lo audiovisual, esa inmortal aportación de la televisión británica al acervo de la ciencia ficción. Como ya habreis imaginado, me estoy refieriendo a…
Porque, y aquí se manifiesta claramente su oigen germánico, Dark es un caliedoscópico puzzle en el que cada uno de sus elementos, al ser estudiado con detenimiento, revela el complejo tapiz de tramas y referencias que conforma su argumento. Incluso si se trata de sus elemenos más nimios e intrascendentes como, por ejemplo, un tebeo que aparece en pantalla durante un par de segundos.
No se trata, como pudiera parecer muy a primera vista, de una edición alemana del Dani Futuro de Carlos Giménez. Captain Future es una serie editada en aquellas tierras que, comenzando su andadura en 1980, alcanzó los 80 episodios. Y lo primero que salta a la vista cuando uno examina sus portadas…
…es que sin duda los taquiones son intensos en esta serie…
Tranquilos, todo tiene una explicación lógica y racional. Como era costumbre en la Europa de aquellos lejanos y locos tiempos, se trataba de una adaptación-continuación producida localmente de un anime de éxito en su momento, el Captain Future de Toei, estrenada en 1978 y que duró 53 episodios.
Eso, y no ningún tipo de plagio, explica el parecido del personaje protagonista de los comics a un personaje de anime, panda de malpensados.
Pero, en un giro superimprevisible que podría perfectamente marcar el fnal de una temporada de la propia Dark, el Captain Future NO es un personaje nacido en Japón. En realidad el anime adapta las andanzas literarias pulp de un personaje creado en 1940, unos 38 años antes.
Y, aunque sus aventuras surgieron de la pluma de Edmond Hamilton su creador real fué un conocido editor de la época: Mort Weisemberg.
Sí, el mismo Weisemberg que unos años después crearia a unos adolescentes desface entuertos que, como los de Dark, le daban a eso de viajar desde su futuro a nuestro presente.
La Legión de Super-Heroes.
Viajes en el tiempo, bizantinas conexiones referenciales, taquiones como para parar un tren. El adláter de pro a estas alturas ya se estará preguntando si la huella de ROB! es visible en la serie. Y, en fin, la respues es «depende«.
Si uno considera que personajes que viajan al pasado y viven sus vidas anónimamente en paralelo a sus yos infantiles…
…y agerridos ciudadanos de la tercera edad de blancos cabellos viajando por el tiempo armados hasta los dientes…
…y futuros líderes de resistencia en eras de apocalipsis con un ojo en blanco cuenta como «influencia» pues entonces SÍ, NENA SÍ.