El pasado 29 de diciembre murió Vivienne Westwood, la diseñadora de moda británica que perfiló a finales de los 70 gran parte de la estética del emergente punk londinense. Su figura y papel dentro del movimiento siempre ha revestido cierta polémica. Frente a la presunta autenticidad antisistema de artistas y aficionados, Westwood y su entonces marido, Malcolm Mclaren, representan el impulso más comercial del movimiento. Ambos, más mayores que los iconos musicales como Johnny Rotten o Joe Strummer, emplearon el empuje mediático del punk para hacer dinero y publicitar su producto. En el caso de Westwood con mayor éxito que McLaren, logrando dar el salto de una tienda de nicho a las pasarelas mediáticas durante los 80.
Fue la popularidad de los diseños de Vivienne los que acabaron de construir un imaginario colectivo sobre el punk fuera de la escena musical y su reducida proyección en forma de fanzines y videoclips caseros. Siendo la voz más influyente en el mainstream durante los 80, logró eclipsar una diversa y vibrante cantidad de facetas y unificar la idea de cómo vestían los punks alrededor de su propio universo de confección: estampados escoceses, patrones sadomasoquistas, pinchos, cadenas y paletas de colores vibrantes cruzadas con la monocromía. Así, fueron los diseños de Vivienne los que llegaron a la esfera mediática durante los 80 como la codificación de lo punk. En el cómic podemos encontrarlo en el look de Tormenta a partir del Uncanny X-Men 171 (dibujado en 1983) o Peter Pank (presentado en 1984). Es posible que Claremont y Westwood hubieran llegado a conocerse dentro de la escena BDSM inglesa si el bueno de Chris no hubiera pasado la mayor parte de su juventud en Estados Unidos escribiendo para Marvel.
La colisión de intereses entre Westwood y el guionista de los X-Men no queda solo en Tormenta. A comienzos del año 81, caducada la explosión del punk británico, la modista comenzó a lanzar colecciones propiamente dichas en el mundo de la moda. Aquellas primeras colecciones reivindicaban una vestimenta antigua pasada por los filtros de la costura irreverente de Vivienne. Algunos de aquellos diseños agrupados bajo nombres como Pirate o Savages, o incluso el icónico vestuario diseñado para la banda Adam and the Ants, podría pasar perfectamente como una prueba de vestuario para el Club del Fuego Infernal, cuya primera aparición en los cómics mutantes data de 1980.
La impronta de la estética punk en los cómics nunca llegó a desaparecer. Fue pasando de personajes principales a villanos y personajes de mal vivir a lo largo de la década de los 80 y al mismo tiempo, Westwood se fue distanciando de su época de camisetas rotas y chaquetas de contención. Su legado estético se amplió y abandonó la lucha por el reconocimiento de su lugar en la génesis del punk (una batalla cipotuda en la que su ex, McLaren, y Rotten pasaron décadas enzarzados hasta la muerte del primero hace unos años) y se centró en seguir diseñando nuevas ideas. Sin embargo, su influencia en el cómic estaba lejos de estar terminada.
A finales de los 90 Japón estaba experimentando un revival del movimiento punk, encabezado por bandas como Shonen Knife (la banda favorita de Kurt Cobain, como llegó a afirmar alguna vez el cantante de Nirvana) o Hi-Standard, aparte del empuje de las bandas estadounidenses como Green Day. Este auge pervivía junto con los coletazos de otra subcultura altamente esteta e influida por el punk, el Visual Kei, cuyas raíces entroncan con una reinvención del glamour de las prendas de los siglos XVIII y XIX, que ya hemos mencionado como uno de los intereses de Westwood. En este contexto aparecen varios mangas muy centrados en la imagen y vestimenta de las subculturas alternativas: Kaine (1996), Kaikan Phrase (1997) y finalmente Paradise Kiss (1999), creado por Ai Yazawa.
La figura de Yazawa es imprescindible a la hora de hablar del soho de comienzos del siglo XXI. En el año 2000 comenzaría a publicar un spin-off de su Paradise Kiss que se llamaría Nana, y que sigue siendo una de las obras más relevantes del manga reciente. Si su anterior trabajo se centraba en un grupo de estudiantes de moda, uno de los cuales se decantaba por diseños de estilo punk similares a los que Westwood había popularizado a finales de los 70, en Nana directamente nos remite a la escena musical del punk nipón y a la construcción de la identidad en el paso de la adolescencia a la vida adulta. Algo que Yazawa representa a través del vestuario de los personajes. Utilizando como patrón las colecciones y complementos de la marca de Westwood, Nana se convirtió en un referente del uso de la moda en el cómic, llegando a ser tan popular que la propia empresa de moda británica usaría el manga como plataforma para anunciar algunos de sus productos. Si os interesa algo más extenso sobre este tema, en lugar de fusilar a otro blog os dejo este enlace.
Curiosamente la obra de Yazawa está viviendo ahora un pequeño periodo de reivindicación : Norma Editorial está editando Paradise Kiss en una nueva y lujosa edición y Planeta editó Nana hace unos pocos años pero no descartemos que vuelvan a probar suerte. Justo ahora que el pop-punk de hace veinte años comienza un nuevo ciclo de popularidad con artistas que retoman la iconografía punk de los años en que se publicaban aquellos cómics. Las modas siempre encuentran la forma para volver. Ahora que se ha ido Vivienne Westwood, no está de más recordar que ella, antes que nadie, puso de moda las correas, argollas y bolsillos superfluos. ¡AVIVI VIV!
*Fe de erratas: originalmente la primera foto del post decía que era la propia Westwood la que posaba frente a la tienda. Pero un agil comentarista me ha sacado de mi error. Corregimos y pedimos disculpas.