[Sid] Vicious was a self centered guy
Drew a swastika and called it Punk
Así comenzaban la banda escocesa The Exploited en 1982 uno de los temas más conocidos de su larga carrera discográfica, “Sid Vicious was innocent”.Si en 1977, el momento álgido de la primera ola del punk británico, la aparición de Vicious y otros miembros del entorno de los Sex Pistols luciendo esvásticas traía cierta polémica incluso entre los propios aficionados al punk, en 1982 la cosa se iba calentando un poco más, aunque sería a lo largo de los 80 cuando la división entre el punk y el neonazismo se fraguaría en una batalla irreconciliable en la que los propios Exploited acabarían saliendo malparados. En 2008 el miembro fundador de la banda, Wattie Buchan fue agredido por unos cuantos antifascistas en Madrid, dispuestos a aleccionar al veterano icono del punk de los 80 por sus presuntas muestras de simpatía con bandas y aficionados alineados con el National Front.
No sería el único devaneo entre el punk y el fascismo en aquellos años. La banda de Salford Joy Division tomaría su nombre de un área de los campos de concentración nazis donde los funcionarios alemanes violaban a las personas presas a su cargo, en un acto provocativo que también trajo cierta polémica en sus primeros años, si bien la referencia fue olvidada mucho más rápidamente que la icónica camiseta de la esvástica del bajista de los Sex Pistols.
Por su parte, por supuesto que los nazis tuvieron sus escarceos con el punk, a través de toda una rama del género musical que acabaría etiquetándose (muy difusamente) bajo el término R.A.C. (Rock Against Communism) acuñado por Ian Stuart, frontman de los británicos Skrewdriver, la banda madre de la música bone-head. En 1981, un año ates de que The Exploited estrenase “Sid Vicious was innocent» la banda estadounidense Dead Kennedys lanzaba su single Nazi Punks Fuck Off. El conflicto entre nazis y punks se extendió durante toda la década de los 80, siendo recogido en todo tipo de formatos, desde artículos de prensa a películas como la inglesa This is England, estrenada en 2006 y que recoge el conflicto en una misma cuadrilla skinhead en 1983.
Durante los 90 y con la llegada de la segunda venida del punk estadounidense al mainstream y con el neonazismo más centrado en el metal de los europeos Burzum o Absurd, el problema siguió oculto, pero no dejaba de estar sucediendo, afectando a la reputación incluso de bandas de cierto calado como los suecos Perkele. Un conflicto que se avivó durante la primera década de siglo, por ejemplo, en España, donde la “caza del ambiguo” se convirtió en un tema recurrente entre las bandas de skinheads y punks antifascistas, denunciando la conveniencia de ciertas bandas con elementos de la extrema derecha.
A día de hoy siguen existiendo numerosas bandas de extrema derecha con cierto reconocimiento nacional o internacional, si bien el empuje que la música alternativa tuvo en los espacios de la extrema derecha se ha diluido a medida que la extrema derecha ha encontrado acomodo en el mainstream cultural, gracias a elementos blanqueadores de la industria musical. Con esto quiero decir, por supuesto, que hay punks fascistas. Al menos, fascistas autoproclamados punks, si bien esta categorización no soporta todas las definiciones del punk que les quiera aplicar.
Todo esto viene porque el otro día el medio digital Público servía un hilarantemente desfasado publirreportaje sin acreditar bajo el título “Quién es quién en la aclamada serie de superhéroes punk y fascista de Prime Video” en referencia a The Boys, cuya cuarta temporada se encuentra actualmente en la parrilla de actualizaciones del servicio de streaming de Amazon. Digo desfasado porque este “Quién es quién” repasa a los superhéroes principales de la serie, algunos de los cuales ya ni siquiera se encuentran en el casting habitual de esta cuarta temporada. Un texto, en definitiva, más dirigido a generar algo de SEO y ofrecerse al público que haya ignorado los tres años anteriores la serie que a nada que tenga realmente interés para el potencial aficionado. Un poco como los vídeos de youtuber de StripMarvel. Y claro, el título es muy llamativo.
¿Es The Boys una serie “punk y fascista”? Para responder a esa pregunta lo primero sería preguntarnos individualmente… ¿Es The Boys una serie punk? La resbaladiza pendiente a la que esto nos arrasa me obliga a concretar mucho. Incluso aceptando que un producto producido por una de las mayores multinacionales del planeta pudiera ser punk (algo ya polémico) y que la provocación casual y controlada de la serie pudiera encajar en la iconoclasia punk, la verdad es que hablamos de un producto profundamente integrado en las lógicas de mercado desde todas sus ópticas, desde su tratamiento de los temas más espinosos (la sexualidad, el capitalismo y el racismo están tratados desde una perspectiva contenida y moderada) a su filosofía de fondo (que no es ni nihilista ni radical, si no puramente descriptiva y conforme, como casi todas las distopias juveniles del audiovisual de la última década). Si hubiera una serie de superhéroes punk reciente esta sería, y soy reticente a reconocerla como tal, la Doom Patrol de Warner.
Es más, ¿es punk el cómic original de Garth Ennis? Es verdad que la serie no vive demasiado apegada a lo plasmado en el cómic de Ennis, pero es indiscutible que la filosofía detrás, puramente provocativa y descarnada, está bastante más cerca del punk que en la serie de Amazon. Sin embargo, el nihilismo infantil del cómic de The Boys tampoco es demasiado punk, y estéticamente hablamos de una obra alejada de aproximaciones en el medio más razonablemente “punkis”, como serían los cómicx underground, más visibles como “cómic independiente” antes de que los chicos de Image vinieran a revolucionar el concepto en la segunda mitad de los 90.
Y volviendo a la serie, ¿es The Boys una serie fascista? ¿Habla de eso el artículo de Público? No. Nos vemos en la tesitura de que un medio necesita caer en una doble búsqueda del bait con palabras polémicas para atraer a un fusilamiento despiadado de lo que parece la entrada en Wikipedia de la serie. Una vez más, cuando la prensa española se interesa por algo vagamente relacionado con el cómic es casi peor que cuando simplemente lo ignoran absolutamente todo.
Pero sí que hay un producto superheróico que podemos considerar fascista de próximo estreno.