O que aún siendo un tomo unitario, se mantuviera cierta sección en la penúltima página.
Sin embargo, debemos decir a favor de este sello de que sirvió para ver publicadas cosas en nuestro país que de otra manera jamás hubiésemos creído posible, bien fuera por la antigüedad del material o por su abundancia. Ey, si Cerebus hubiera sido de DC lo habríamos visto publicado en su totalida dlo quisiéramos o no. Y es que con este formato aprendimos también que una relación precio/calidad de derribo podía con todo, hasta con lo más peregrino. Publica barato y venderás, y si además el contenido merece la pena ya ni te cuento. Hay que comentar también que lo extenso de cada entrega también obligaba a estar atento a las novedades de cada mes, pues a poco que te dejaras un tiempo lo de los tebeos podías pasar de llevar años reclamando a quien fuera la Supergirl de Peter David o el Flash de Mark Waid a tenerla íntegras y habérsete pasado. Pasamos de la hambruna al empacho, con digestiones pesadas tras las que apenas recordábamos qué habíamos consumido. Y durante el ágape nos sacaron platos de los que jamás habíamos oido hablar, pero por ese precio por esa relación precio/calidad bien se les podía echar un muerdo.
Quede pues este texto como canto/homenaje/llamada-a-rebuscar-en-saldos a un sello que nos ofreció abundante material, que sirvió para completar casi todas las deudas que se tenían para con el público deceita (y es que nunca pueden ser todas, sobre todo porque siempre hay que dejar algún hueco para mantener viva la llama de la ilusión en el fandom y de paso pasar algún marroncete a los siguientes albaceas de la editorial. Young Justice, por decir algo), y que nos sirvió para descubrir cosas nuevas, como en aquella publicidad que llevaban para completar los pliegos con algo que no precisara esfuerzo creativo compensable ni uso de tinta de colores. Anuncios en los que más que explicar por qué los personajes o los autores eran importantes se nos recalcaba (siempre en tinta negra) el número de páginas.