¡FUA, MENUDO PASOTE EL ÚLTIMO EPISODIO DE X-MEN ’97!
Y ahora que tengo vuestra atención vamos a hablar de lo que quería realmente hablar. Y es que entre los jóvenes de hoy en dia se ha extendido demasiado la idea de que la presencia de protagonistas femeninas en el cine de acción es un fenómeno moderno. Que los tiempos anteriores al 2010 eran un erial dominado por el heteropatriarcalismo en el que las mujers sólo podían ser damiselas en peligro o, como mucho, viciosas villanas.
Y no, amiguitos, nada más lejos de la realidad. No sólo la cinematografía de los años 90 está llena de representación femenina, la mitad de esa década marca un pico en cantidad y calidad de películas protagonizadas por mujeres que nunca se vuelto a igualar.
En 1995 tenemos Black Scorpion, una producción de Roger Corman que narra las aventuras de una heroina fuerte, independiente y empoderada.
Que dos años más tarde tuvo secuela con villana igual de fuerte e independiente pero incluso más empoderada.
Del 95 también es The Demolitionist, otra aventura de justiciera urbana empoderada.
Ay perdón, que no era esa foto.
Ahora. Decía justiciera urbana empoderada y quién mejor para interpretarla que Nicole Eggert, que venía de la serie de televisión más inclusivas de la historia. Un show cuyo reparto femenino era de hecho su propia razón de estado. Un hito imperecedero del feminismo.
Y como no podia ser de otra manera es de la cantera de las playas californianas de donde sale la actriz llamada a protagonizar la película superheroica femenina DEFINITIVA. Un manifiesto de empoderamiento que deja en pañales a las Wonder Woman, Viuda Negra o Harley Quinn modernas.
Obviamente estoy hablando de Barb Wire, estrenada justo en 1996.
Si hay un papel que Pamela Anderson nació para interpretar sin duda era el de la dura heroina surgida del Comics Greatest World de Dark Horse (los 90 tambiñen fué la época en que todo el mundo creia que podia montarse su propio universo superheroico pero eso es otra historia). En su momento algún crítico dudó de sus habilidades actorales pero el film es una contundente evidencia de su capacidad de interpretar a un personaje tridimensional.
Barb Wire es una película plenamente noventera. Empezando por el subgénero en el que se enmarca, la distopia cyberpunk. Transcurre en el lejano futuro del año 2017 en el que, como se nos explica en la reglamentaria fuente pseudo-Eurostyle…
…un gobierno totalitario se ha hecho con el control de los Estados Unidos de América. Porque esa es otra característica del cine noventero, su desbordante e incontenible fantasía.
La imagen del edificio del Capitolio arrasado es algo que sólo podría haberse concebido en aquella época.
Pero que esta excusa argumental no os lleve a engaño. Barb Wire es cine de acción a la antigua usanza. Parido en los viejos, buenos tiempos en que las películas sólo buscaban entretener al espectador…
…no intentar hacerle tragar ningún tipo de mensaje político como hace el cine de concienciados de hoy en dia.
Otra abismal diferencia con el cine moderno es que en los 90 no se malgastaba una película en contar el origen del personaje. De Barb sabemos lo necesario, que es una dura cazarrecompensas, y una vez explicado nos sumergimos en la trama. Y pudiendo haberse limitado a adaptar alguna de los tebeos originales sus guionistas, Chris Warner, Ilene Chaiken y Chuck Pfarrer, nos regalan una originalísima historia.
En la convulsa Norteamérica del futuro Steel Harbor es una ciudad abierta. Un puerto franco al que acuden vividores y fugitivos buscando escapar del país.
Y su epicentro es el Café Americ Club Hammerhead de Barb Wire. Y de todos los clubes Hammerhead del mundo es justo en ese en el que tiene que entrar Ing Axel, un antiguo amor de Barb dado por muerto en el caos de la guerra civil el enfrentamiento fratricida sin buenos ni malos.
Pero no aparece sólo. Junto a Axel viaja su esposa (por conveniencia), Victor Las Cora, una científica vital para el triunfo de la resistencia contra las fuerzas del fascismo régimen equivalente a la Segunda República.
Por casualidades del destino Barb se halla en posesión de unos salvocon unas lentillas imprescinidbles para evadir los controles de identidad del aeropuerto. Lo que sigue es una compleja narración que entreteje melodrama y acción en la que no puede faltar el arquetipo del canalla sinvergüenza en el fondo simpático, aquí el Comisario Renau Jefe de Policia Willis.
Interpretado, cómo no, por Xander Berkeley.
Las palabras no bastan para describir la desenfrenada secuencia de acción final.
No, en serio.
No sería capaz de explicar coherentemente cómo acaban Barb y el Jefe de la Gestapo Oficial de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado peleando encima de un coche empalado por un volquete que cuelga de una grua portuaria manejada por Alex.
Baste decir que al final Barb decidie sacrificarse por la lucha contra el nazismo la normalidad democrática constitucional y cederle sus lentillas a los fugitivos porque qué son los problemas de tres simples personas en este loco mundo.
Y suerte que lo hace porque sin las lentillas Cora habría despertado sospechas hasta en la cola del pan…
…pero gracias al milagroso artefacto ocular…
…pasa completamente desapercibida.
El noble gesto de Barb hace que el ya ex Jefe de Policia Willis le confiese que está empezando a enamorarse de ella.
Porque ¿VEIS CÓMO ANTES SÍ QUE HABÍA LIBERTAD Y SI DOS PERSONAJES DE UNA PELÍCULA TENÍAN UNA OBVIA TENSIÓN SEXUAL SE PODIA MANIFESTAR Y NO PASABA ABSOLUTAMENTE NADA?
Esto ha sido un somero repaso. Hay muchos más motivos por los que deberíais correr a exigir una reedición en 4K UltraHD de este clásico inmortal del cine. Permitidme que, como despedida, añada sólo uno adicional.
El personaje de Udo Kier sobrevive.