Una semana más podríamos estar hablando de multitud de temas, como del hielo y tormenta que arrasaron librerías y editoriales en Barcelona logrando que el día del año que debiera ser de más beneficios pueda acabar siendo de enormes pérdidas; podríamos hablar de la taquilla de Morbius, que está siendo tan espantosa que lo habitual es que luego le den al director una película de Superman, otra de Superman y Batman y una última de la Liga de la Justicia en pleno, para demostrar que no sabe ganar dinero con ninguna de ellas. Podríamos incluso hablar de Netflix, que ha estrenado con éxito la adaptación de un famoso cómic: Una pista, no es Bone. Pero no lo vamos a hacer. Vamos a hablar de editores. Incluso de ediciones españolas. Tal es nuestra maldad.
El que el éxito del webcómic sea tan innegable que hasta los críticos están empezando a enterarse (Aunque aún no a tratarlo como un hecho en sí, así que paciencia. Total, si hay autores que aún no han tenido tiempo de leer artículos sobre el precio del papel.) Los editores ya lo saben y los están editando. Pero, claro, los editan… de aquella manera.
Como si volviéramos a los tiempos de Vértice -sí, sé que algunos aún no se han ido- tienen que intentar encajar un formato que no conocen en sus estándares de edición. Y, claro, pasan cosas.
Pongamos un ejemplo muy reciente como es Check, Please! Uno de los webcómics de más éxito de los últimos años, de esos spokon queer de los que hablábamos no hace tanto. El clásico de ‘para leer después de Heartstopper‘ y tal. Pero que lleva una serie de adaptaciones… particular.
Empecemos por el contexto:
En 2013 Ngozi Ukazu comenzó a subir tiras de Check, Please!, lo hacía después de estar creando un dramón, como respuesta. Y lo hacía, de todos los lugares posibles, en Tumblr. Dos años más tarde estaba sacando su primer crowdfunding para pagar una edición en papel, otros dos años más tarde estaba abriendo una web propia, cada año ofrecía una versión en papel del cómic que reunía esas tiras anuales, era un éxito -el último año sacó casi seiscientos mil dólares- y se convertía en una de esas cosas de las que la gente hablaba en internete con fanes y tal.
Pero, claro, las tiras originales estaban pensadas con un formato -bastante propias de 2013- de formato horizontal, apaisado. Que se pasaban a papel ocupando bastante espacio.
El éxito permitió, por supuesto, que sacaran las de cada año.
En estos crowdfundings ofrecía incluso la posibilidad de tapa blanca o dura, pero siempre dentro de ese formato.
Ediciones, todas ellas, pensadas para sacar el mayor partido posible a los cómics tal y como se publicaron originalmente en internet. Pero, claro, de tanto éxito llegaron los editores. Empezando por los estadounidenses de McMillan.
¿Qué era ese formato extraño? ¿Y lo de que fueran cuatro volúmenes? Demasiado papel, demasiadas posibilidades de que con su lento inicio alguien se quedara por el camino, y el formato lo iba a hacer más caro…
O bien.
Se podía tomar una decisión.
Una edición en tamaño libro. ¿Cómo no se les había ocurrido antes?
Y si hay que organizar de manera original el material original… pues se hace.
Así que cuando alguien decide por fin traerlo a España es en una edición… parecida… a la americana. Muy parecida. Y queremos decir MUY parecida.
Con unos interiores que… bueno…
Son un ejemplo de lo que decíamos antes de la incapacidad de los editores en papel de entender cómo trasladar del webcómic al formato tradicional.
Y si os estáis preguntando si por lo menos el tamaño será grande para que se puedan ver bien las viñetas aunque tengan que compartir espacio…
Quizá sea mejor que nos preguntemos otras cosas.
Porque está claro que todas estas decisiones que han sido tomadas parecen pensadas para animarnos a disfrutar del cómic de la mejor manera posible: