Septiembre de tebeos y pandemia

Redifusión de lo que los seguidores de mi Tuiter leyeron hace tanto que ya no se acuerdan

Los cómics de antes sí que eran buenos (IV)

El veranito siempre nos da tiempo para encontrar maravillas escondidas en nuestra siempre creciente pila de lectura. Joyas escondidas entre les tebeos que vamos acumulando a lo largo del año a la espera de ese período de asueto en el que aprovechamos para dedicarnos con fruición a deleitarnos con nuestro amor al medio del cómic. Eso me ha pasado a mí este año al encontrarme, entre todo el montón de cómics, con el TPB de Atlas: The Uranian.

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Un paperback que contiene la miniserie del mismo nombre publicada por Marvel. Claro que no es la miniserie la joyita escondida de la que hoy os quiero hablar. Porque, como la miniserie son tres números con los que la Marvel no puede justificar los 20$ que cuesta el tomete, la Casa de las Ideas tiene a bien obsequiarnos con una reedición de varios tebeos protagonizados por el personaje protagonista, El Uraniano, antes conocido como Marvel Boy.

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Una pequeña colección de tebeos de los años 50 que nos permiten admirar como eran de GENIALES los tebeos en aquella gloriosa época perdida. Todos y cada uno de estos tebeos son un placer absoluto, pero la historia del Marvel Boy #1, que constituye la primera aparición del personaje, tiene sin lugar a dudas una relevancia especial.

La histotia comienza con un misterio, para atar al lector al tebeo desde el primer momento. En el Atlántico Sur, entre maremotos, olas y demás cataclismos marinos, todo un continente emerge desde las profundidades del mar…

 

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…atrapando en su superficie un barco pirata que pasaba por ahí, capitaneado por un personaje peculiar y ciertamente ominoso, el Conde Varron, quien no duda en reclamar los derechos de descubrimiento para proclamarse dueño del nuevo continente, así como de los recursos naturales y demás tesoros que pudiera contener.

 

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Evidentemente, la aparición del nuevo continente y la declaración del Conde Varron se transforma en un flash informativo que no sólo da la vuelta al mundo…
 

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…sino que llega hasta el mismísimo Urano, donde el evento preocupa en demasía a Matthew Grayson, un científico que desapareció misteriosamente de nuestro mundo en 1934. 

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El profesor Grayson no duda en convocar ante sí a su aguerrido, apuesto y valiente (porque hay que tener valor para lucir esa combinación de slip paquetón y capa) hijo Bob, aunque ello suponga prescindir dolorosamente de la presencia de su estimado Denga.

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Y sí, Denga lleva falda. Y es que este tebeo de los años 50 es tremendamente avanzado en el terreno de la libertad sexual, al menos para los estándares de la época. Como os he dicho, este tebeo rescatado por la Marvel es una auténtica obra de arte que debería estar en todos los museos del cómic habidos y por haber.

Es en este momento cuando los autores del cómic, el dibujante Russ Heath y un guionista cuyo nombre se ha perdido en el limbo del tiempo, tienen a bien contarnos el origen de nuestro protagonista, Bob Grayson, un hombre cuya historia comienza cuando su padre, espeluznado por la violencia del tiempo de entreguerra y acongojado por la defunción de su esposa y su hija en uno de los rifirafes entre nazis y aliados, decide hacer lo que cualquier padre de familia sensato haría en tiempo de guerra: construir un cohete, meterse en él con su hijo y lanzarse al espacio. Y dicho y hecho. En un arrebato de autosuficiencia digno de la mentalidad de los tiempos del bueno de Ike, el buen profesor Grayson se monta su propio cohete ÉL SOLITO y abandona el planeta sumergido en belicismo…

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…sólo para llegar hasta Urano, donde la visión de sus habitantes le hace exclamar "Esto es como un sueño".

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…Y es que la visión de un mundo los hombres llevan falda animan profundamente al bueno del profesor Grayson hasta el punto de saber que ha llegado al sitio al que llamará hogar. Resulta admirable la valentía con la que los autores nos narran abiertamente una salida del armario, a pesar de la que le estaba cayendo a mundillo del cómic a principios de los 50, que cuatro años después el fatídico Dr. Wertham aprovecharía para vender un montonaco de libros y hacerse imprescindible en cualquier tertulia radiofónica (para nuestros lectores más jóvenes, haremos una analogía que puedan entender: como la Esteban). 

Siguiendo con la historia, el profesor Grayson está preocupado porque la aparición del nuevo continente pueda crear una nueva guerra mundial, como aquella de la que huyó,  provocada por el interésde los diferentes países en las riquezas recién aparecidas. Y ni corto ni perezoso, demuestra su valentía. ¿Volviendo al planeta a poner paz? No, porque él está ya muy viejo para aguantar un viaje tan cansino…

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…así que decide enviar a su hijo. No sin antes protegerlo con el arma más potente del arsenal uraniano…
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…una linterna. Así es cómo el profesor Bob Grayson contempla como su  hijo emprende viaje por primera vez hacia el planeta de sus ascentros, mientras es consolado por Denga.
 
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Y es que en la Tierra las cosas no van mejor. El Conde Varron se nos revela como un alma torturada, un apátrida, una víctima de las dos guerras mundiales que azotaron Europa. En otras palabras, se nos revela como… ¡¡¡¡¡un bosnio!!!!!
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Los hombres de Varron reciben al bueno de Bob como es de esperar en hombres que se han criado entre el terror y la desconfianza de los tiempos de guerra: a tiros…

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No dejando más remedio a nuestro protagonista a defenderse con su arma-prodigiosa-linterna, un arma que ciega, pero sólo porque somete a sus víctimas a Radiación Atómica. 
 
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Y es que los Uranianos, y nuestro Marvel Boy en particular, conocen la verdad sobre la inocuidad de la radiación atómica, más allá de las extremistas falacias con las que los ecologistas y demás izquierdistas intentan asustarnos incluso a día de hoy.

Tras neutralizar a los hombres de Varron, Marvel Boy decide dejarlos sueltos mientras él busca al bosnio Conde Varron. Pero por el camino se encuentra con los auténticos dueños del continente ahora llamado Varronlandia. Unos simpáticos y afables seres acuáticos masculinos que comparten con los uranianos la afición por acariciarse entre ellos y el gusto por los shorts muy cortos y ajustados, y con los que nuestro protagonista siente una afección inmediata.
 

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Pero Varron no está dispuesto a dejar que estos seres desviados le arrebaten su nueva fortuna. Y es que esta es una historia trascendente, que nos habla de avaricia, de violencia… y muerte.
 

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Varron hasta incluso llega al extremo de coger como rehén a uno de los paisanos del continente. Y es el momento en el que los autores introducen al único personaje femenino del tebeo, que se limita a ser retenida y salir corriendo…
 
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…en lo que constituye una crítica al papel residual que en los medios se dedicaba a la mujer. Una vez más, un ejemplo de cómo nos encontramos ante dos mentes preclaras y avanzadas a la moral de la época.

Aterrorizados por la violencia que plaga el mundo de la superficie, los paisanos deciden volver a sus grutas y esconderse de los humanos. Y ni un minuto demasiado tarde, ya que (un poco porque sí) ése es el preciso instante que elige el continente para resquebrajarse y volverse a hundir en la profundidades del océano…
 

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… repartiendo justicia divina y mal karma a los malvados, ahogados algunos en su propia locura…
 
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…y dejando sólo el tiempo y el espacio justos para que nuestro héroe Bob, ya a solas, pueda hacer su oportuna reflexión moral, de profundo calado moral y estético…
 
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Y así acaba esta auténtica obra de arte. Una muestra del trabajo audaz, progresista, ocurrente, compleja y con una profunda carga moral que realizaban numerosos artistas del cómic en los años 50. Un trabajo desgraciadamente olvidado e infravalorado en la actualidad y que desde este humilde atril no dejaremos de reinvidicar. Por vosotros y por las generaciones venideras. En honor a estos próceres, entonad conmigo un potente…

 


¡¡¡AVIV LEVRAM YOB:EHT NAINARU!!!
¡¡¡¡ AVIV SURR HTAEH !!!!
¡¡¡¡ AVIV OMINÓNA !!!!