Se tiene una sensación rara al comprobar la poca gente que recuerda una de las obras más ambiciosas de la Marvel de los años 90. Es tan extraño que lo más lógico es concluir que este olvido colectivo no es ni mucho menos una casualidad sino algo totalmente buscado.
¿Por qué casi nadie recuerda La Legión de La Noche?
Lo tenía todo para haber triunfado: No es sólo que tuviera un título molón como pocos o que se publicase en el formato que mejor conjugaba el lujo de los proyectos especiales con la popularidad de los superventas, el Prestigio. Es que además, lo más importante dada la época, tenía un equipo artístico de relumbrón en lo gráfico, tanto en lo que atañe al dibujo como al color de la época. Tres tipos que veinte años después siguen atrayendo a las masas en los títulos en los que trabajan.
Aunque esto ero lo más atrayente, también era lo más habitual por aquel entonces: juntar un título llamativo con unos dibujantes hot. La jugada maestra de Marvel para que esta propuesta destacase sobre las demás que copaban las estanterías era algo bastante novedoso en aquellos primeros noventa: un guionista.
Y no estamos hablando de un guionista cualquiera, sino de uno de esos que basta con la mención de su nombre para atraer legiones de fans que comprarán lo que sea que lleve su firma.
El famoso guionista que se labró la fama con las desventuras de una criatura pantanosa, aquel que ha salido rebotado de editoriales grandes y timoratas por el enfoque adulto de sus propuestas, ese que ha visto como varios de sus proyectos para esas editoriales han sido llevados a la gran pantalla sin que él se haya otorgado nada del mérito.
¿Barbudo de Northampton, decís? nonono, no hay que ser tan rebuscados. La respuesta es mucho más sencilla.
Sin embargo está bien que hayáis sacado a relucir el nombre de Alan Moore, pues el que La Legión de la Noche no esté disfrutando del reconocimiento que merece es en parte culpa suya. Suya y de Watchmen.
Watchmen, ya sabeis, esa obra que debe estar en la tebeoteca de todo lector que se precie, el título que siempre debe estar de una forma u otra en el fondo de toda editorial que publique DC en nuestro país, venda en librerías o solamente desde su web, uno de esos tebeos que dignifican el medio. Uno de los tres títulos que se mencionan cuando se habla de qué dejar para leer a alguien que no suele leer tebeos: Maus, Watchmen y Persépolis, aunque este último sólo para ligar. Ese Watchmen.
¿Habéis dejado Watchmen alguna vez? y si es así ¿cuales han sido al devolvéroslo las reacciones de los que lo han leído?
La más general es la de los que te dicen que las partes pesadas de sólo letra no se la han leído. Ni falta que hacía, porque aún así la lectura se les ha hecho pesada. Que en algunos momentos la cosa se lía y no lo han seguido muy bien pero que en general se han enterado de casi todo. Y que el Rorschach mola.
Rorschach mola.
Y hay muchas partes farragosas.
Esas son las conclusiones que alguien corriente sacará con Watchmen.
Pues con un estudio de mercado tan sencillo Marvel tuvo una de esas ideas que pueden marcar una época: hacer un Watchmen molón. Yendo al grano, quitando las partes aburridas y con un dibujante que no dé ganas de bostezar. Así nació La Legión de la Noche.
Y esto es algo que se ve desde la primera página ¡por favor! ¿puede haber algo más soso para empezar algo que se supone atractivo que aquello de «Perro muerto en la acera…«? La Legión de la Noche también comienza con alguien siendo lanzado desde un edificio, aunque gracias al hábil manejo de flashbacks y recontraflashblacks es algo que no se mostrará hasta mitad del primer libro, y a diferencia de con Watchmen se comienza con un monólogo de lo más evocador:
Sobre mi.
Pequeños insectos subiendo por mi carne, arrastrándose.
Sonido. Textura. Visión.
Dolor, todo dolor.
Atravesada por mentiras y metal. Manando sangre y verdad.
Verdad.
Puedes comértela, bebértela, fumártela, gastártela, atragantarte con ella y asfixiarte.
Puedes caer por ella.
Él ha caído.
Mola ¿eh? dan ganas de seguir. Te estás mirando esta primera página en la tienda y ya estás palpándote el bolsillo. Esperemos que sea buscando dinero para comprarlo, cochinote. Y el arte que acompaña el texto es el escaparate perfecto de todo lo que se puede sugerir en un trailer: cristales rotos, luces o explosiones, gente en la sombra, armas cortantes, símbolos de algo, textos en latín y un señor con barba de dos puntas ¡estamos ante un best seller y acabamos de empezar! ¿Qué teníamos en Watchmen llegados a este punto? un tipo mirando desde un balcón.
Que sí, que al final llegamos a ver como al Comediante aquel lo tiraban, pero ¿llegamos a verlo como de verdad se merecía, en una espectacular doble página bien molona? pues en La Legión de la Noche sí.
Esto, amigos, es una escena de caída como ROB! manda, dinámica, que subyuga y que atrapa al ojo, no como aquello que parecía un pase de diaposi
tivas fijas mientras contaban el chiste un payaso.
Y conste que no se trata de algo aislado, 20 páginas de las 48 de este primer libro son páginas dobles, que es lo que gusta a la gente. Primer libro de los dos que completan la obra, que Gerber no se tiraba el rollo descompresivo de vivir del cuento del que abusan gente como Claremont o Moore. Lo importante de Watchmen cabía en menos de 100 páginas y en La Legión de la Noche fueron directos al cogollo, los preliminares son para nenas.
Porque es muy recurrente que se revele que el malo en la sombra mató al Comediante y se muestre al final, pero mola mucho más cuando sabemos desde el principio quién es el malo, te evitas distraerte pensando cosas y dándole vueltas que no van a ninguna parte, aquí te lo dicen desde buen principio: Reeve Calder, lider de una secta ocultista, con sus adeptos, su tecnología, sus ritos donde se supone que habrá amor libre y todo eso…, un buen malo sin medias tintas.
¡Whilce Portacio, Master of Horror! ¿quién necesita mutaciones dibujando así la vida real?
Pero sigamos con el malo, que si ha matado al que sabía algo de sus planes lo lógico es mostrarlo cuando toca, para que no queden dudas al lector, y como es lógico no irá solo a esta misión ni de camuflaje, sino con un uniforme de lo más molón para 1991 y con unos cuantos subalternos que cubran todos los espectros de preferencias de la audiencia: El Dr Emmett Brown, Estrella Rota, el calvo gordito con perilla que hay en todas las librerías y la culturista de cuero ceñido. Así sí.
En Watchmen, en cambio, no salen onomatopeyas. Qué triste.
Llegados aquí es cuando La Legión de la Noche tira por un camino distinto, por supuesto a mejor. Ahí donde Watchmen se tira un número tras otro yendo a buscar gente para ver quién fue ¿fuiste tú? yo no fui ¿entonces quién? abriendo una investigación, teniendo que deducir lo que el lector ya sabe y todo eso, y sintiéndose con la obligación de dedicar un número entero a presentar a cada personaje que llega, Steve Gerber tiró por un atajo magistral: ya sabemos quién es el malo y lo que ha hecho, así que convirtamos al asesinado en un espíritu con poderes que necesite vengarse, y que para eso reclute personajes de otras series de Marvel ¿se puede ser más sincero yendo al grano? una páginas de viaje astral, simbolismo y dibujo molón y listo. Caña, caña, y más caña, que no decaiga.
Toda esta transformación de momento en un plano meramente simbólico, por supuesto, que para las escenas en el plano físico se puede tirar del protagonista en plan zombie ¡todo mola mucho más con zombies! «Señor con corbata muerto viviente en la acera…» ¡esto sí mola!
Un elenco de oscuros personajes rescatados de lo más olvidado del Universo Marvel, lo que además de ahorrar tiempo en presentaciones posibilitaría sacar algún recopilatorio con sus primeras apariciones, todo son ventajas. Para el que no los reconozca, son Ariann Wight (típica niña misteriosa con poderes de adivinación), el Dr. Chan Liuchow (sí, el de Strange Tales #89, buena memoria), la Dra. Katherine Reynolds (Marvel Spotlight #14), Martin Gold (Vampire Tales #6), y Jennifer Kale (Adventure into Fear #11; gracias, Wikipedia). Todos con sobrada experiencia contra fuerzas arcanas, que confían en la propuesta de Blackwater de acabar con la amenaza de Adler, digo Calder. Cuando alguien te teleporta desde la otra parte del mundo no haces preguntas y obedeces.
Así que para allá va ¿para dónde? pues para donde esté el jaleo, a por el malo, a desbaratar su plan ¿qué plan? ¿qué motivaciones? ¿qué impulsa a Calder a actual como lo hace? ¿acaso importa? ¡es un malo de tebeo, dirige una secta, no hace falta nada más!
Y la amenaza, por supuesto debe haber una gran amenaza
, como también la hubo en Watchmen. Pero mejor, que lo de Watchmen fue bastante patético por ser generosos ¿podía haber algo peor que un calamar gigante? sí, un calamar gigante muerto. Lo primero que se desechó al hacer la película, lógico. En La Legión de la Noche no escatimaron esfuerzos y la gente de Calder se trajo a ni más ni menos que a…
(no, no es un gato gigante, los gatos tienen cola)
Un bicharraco gigante que asegura la destrucción necesaria para que la obra se convierta en un hito de la narrativa dibujada. Cada comparación hunde más en el fango las escenas equivalentes del tocho de Moore y Gibbons.
¡Un ejército de místicos contra un dragón gigante! ¡toñas aseguradas! pero la misión es más cañera todavía, mejor que os lo explique Profecía, el alter ego de Charles Blackwater (Profecía, ya sabéis, del inglés Omen, por eso de ser el inverso de nemO, la parte oscura del sueño). No os perdáis el texto del primer globo Poco importan ahora mi nombre y la naturaleza de mi ser ¡eso es ir al grano! ¿veis? (nota: ningún Prestigio ha sido lastimado al realizar este escaneo, aunque ha crujido bastante).
Y es que en La Legión de la Noche todo está en su sitio, nada falta ni nada sobra, ni siquiera el profundo texto que corona el epílogo:
Es mi maldición asomarme al corazón del Infierno con los ojos del Amor.
Steve Gerber y Whilce Portacio. El que vale, vale, y el que no, hace Watchmen.
Pero la cosa no termina aquí.
Ya dijimos que La Legión de la Noche es una versión mejorada de lo que fue Watchmen en su momento. Y es por eso que con La Legión de la Noche se hizo algo que no se ha hecho con Watchmen (al menos no todavííííía): una secuela
El momento del formato Prestigio había pasado, así que esta historia adicional se publicó en el formato más lujoso y popular que tenía la Marvel allá por 1995, los especiales Unlimited trimestrales. El tebeo fue el noveno de Midnight Sons Unlimited, y contó, como la ocasión merecía, con una portada de Alex Ross.
Una historia corta, que deja con ganas de más, y con la miel en los labios al ver partir a Profecía en la última escena de aquel relato, que también fue la de la serie, ya que cerró ahí.
El arte fue de Alan Hopkins en su única colaboración para Marvel. Y es que una vez te has encargado de La Legión de la Noche no te queda nada por hacer.
La Legión de la Noche, una obra tan ambiciosa, tan genial y tan…olvidada ¿por qué?
Pues, precisamente (como intentaba decir antes de que el sistema se cayera y este texto haya estado durante un buen rato cortado y sin opción de comentarios en el blog) su problema fue enmendarle la plana tan descaradamente a Watchmen. Y es que esas cosas no le gustan nada a Alan Moore.
Que si, que el hombre puede parecer muy desprendido, pasota y cumbayá cuando le entras de rollo materialista, pero en cuanto le mentas lo artístico es de los que no conocen a nadie, todo para él. Fijaos si no como no tiene ningún problema en aceptar que la gente se equivoque y le atribuya por error a él en vez de a David Lloyd la autoría del icono más importante de esta segunda década del siglo XXI, la careta de Guy Fawkes. La adoración de las masas es energ&iacu
te;a y poder. Por eso en cuanto vio que le estaban mejorando el Watchmen y, reconociendo de forma implícita su incapacidad para superar aquello, hizo lo necesario para que la gente olvidase este pedazo de obra. Algo nada difícil para un mago.
Pues Glycon es un Dios serpiente, un reptil, lo mismo que el dragón Fin Fang Foom. El avatar espiritual de Moore está relacionado con el Gran Enemigo de La Legión de la Noche. En esas condiciones, lanzar un hechizo de olvido masivo es relativamente sencillo para quien sabe cómo hacerlo.
Y es por esto que durante años La Legión de la Noche permaneció enterrado en el olvido más triste. Hasta que aparecimos personas a las que el hechizo dejó de afectarnos. Personas que no leíamos ciertas obras por ser de Alan Moore, pues de ser así entraríamos en su juego y seguiría teniendo poder sobre nosotros, sino que las leíamos a pesar de ser de Alan Moore.
Y ¿qué obra era esta que nos permitió rasgar el velo de la mentira y contemplar la Verdad?
¿Hace falta decirlo?
Obviamente, Supreme. Pues algunos accedimos a esta obra por tratarse de un personaje del universo creado por ROB!, y no por el nombre o familla del escritor que tocase ese mes o el siguiente. Todo aquel que leyó Supreme con ojos awesómicos consiguió que el hechizo dejase de afectarle. Y fue así como redescubrí La Legión de la Noche, esta magna obra que hoy comparto aquí con vosotros (si el sistema no vuelve a caerse ¡maldito Glycon!).
Y lo mejor de todo es que se ha anunciado para el año que viene la publicación de una nueva historia de Supreme con dibujos de Erik Larsen, con un olvidado guión de Alan Moore. Y no dudo que gracias a la labor de divulgación que llevamos haciendo aquí durante tanto tiempo muchos serán los lectores que cuando se publiqué lo leerán con ilusión por tratarse de un producto de los míticos Extreme Studios, a pesar de ser de Alan Moore.Así, el hechizo irá poco a poco perdiendo su fuerza y La Legión de la Noche ganará otra vez el reconocimiento que se merece, a la altura de sus autores. Hasta es posible que Panini se decidierá a publicarlo en su formato de 100 páginas ¡molaría!
Y así seremos legión los que nos asomaremos al Corazón del Infierno con los Ojos del Amor ¡¡ y millones de dientes !!