Alerta Máx y mas

Hola, mequetrefes. Recién estrenamos Nueva Normalidad (nombre muy marketinguiano para esta temporada, que en cuanto haya que rebootearla podrá sustituirse por Normalidad Reborn, All-New All-Different Normalidad, Normalidad Fresh Start...la sensación de sorprendente novedad no debe detenerse) y nuevamente comienzan a regularizarse las llegadas de novedades a nuestras librerías. Algunas bastantes son todavía rémoras del periodo confinado, novedades de Marzo, Abril o Mayo que buscan su hueco en la nueva escaleta, pero también asoman algunas pergeñadas durante la reclusión, con toda la carga negativa que ello trae.

Destaca entre todas ellas el alegato de MAX (o como le llaman en los Simpson, OMYAC) para La Cúpula, que tras el esfuerzo de traernos un Víbora confinado gratuito digital, se estira aquí con un MAX a precio de grapa (aunque igual no es tanto mérito de La Cúpula como de los precios de Panini):

Otra a destacar, que si bien ya ha llegado a tiendas todavía sigue de presentaciones, es el despiece personal de David Ramírez.

Una obra excesivamente sincera en la que descubrimos aspectos de la vida del autor que pueden llegar a impactarnos. Yo mismo, por ejemplo, no sabía que era zurdo. Esto llegó a producción antes del virus, pero David nos ha regalado a cambio en twitter y redes un sentido diario de vivencia de la enfermedad en el hogar, motivo por el que ya merece la pena compensarle con la compra del libro.

Con el tiempo saldrán inevitablemente más obras derivadas de la situación, habrán Resistirés y caceroladas, distancias y mascarillas (aunque Marvel, por ejemplo, ha manifestado que en principio prefiere no visualizarlo para que las obras no queden relegadas a una época concreta, que los recopilatorios deben ser lo más atemporales posibles para tener larga vida en los estantes), y todos aplaudiremos con alborozo el día en que salga Fernando Simón en un tebeo dibujado por Salvador Larroca (lo leisteis aquí primero, recordAdlo!).

Es un año raro, pasan muchas cosas y demasiado deprisa, hoy mismo llega a las tiendas un tebeo de Warren Ellis, e igual le da a las hordas por entrar, cogerlo y romperlo. Y me entero ayer de que Larry Stroman es el primer artista mínimamente conocido que se suma a trabajar con Terrific Productions, el avieso arribista que desde que se hizo con los derechos de Youngblood va clamando casito para editar lo que sea. Parece que será solamente una portada para dar lustre al salto de la franquicia Black Salt al formato de novela gráfica. No se conoce artista para lo de dentro. Iba a decir algo para reprochar a Stroman que rompa el codón sanitario que la comunidad autoral ha montado de facto a Terrific por su actitud y artimañas (la última a día de hoy, pedir testimonio a autor@s de sus historias de acoso sexual por parte de miembros asentados de la industria, por si les da para hacer una antología con salseo), pero he ido a documentarme y resulta que Stroman es negro. Así que cual robot de Asimov me he

Presa de Aves

En este blog, obvio es decirlo, lo que sentimos por Scott Lobdell es devoción. Hablamos de alguien que, junto a Fabian Nicieza, es una de las piezas más importantes del epicentro de todo lo que en los noventa era molonidad: los mutantes Marvel. Bueno, «importante» para ser un guionista, claro.

Pero, ay, todos somos humanos (salvo ROB!, que es divino). Y errare humanun est. Nadie tiene un pasado impecable si hurgas lo suficiente en sus olvidados recovecos y más si se tiene en cuenta que sensibilidades sociales que hoy nos parecen básicas y fundamentales no lo eran hace diez o veinte años.

Aun así hay que preguntarse qué se le pasó por la cabeza a nuestro Scott guionista favorito cuando allá por 1990, en el número 43 de Marvel Comics Presents, introdujo a una nueva villana en la historia de complemento protagonizada por Syrin.

Una nereida, una ninfa acuática dotada de místicos poderes (claro) acuaticos que pone en serios apuros a nuestra mutante pelirroja SIN poderes cósmicos favorita.

Y claro, uno puede entender que en el tema de los nicks superheroicos la cosa está muy jodida, tanto que ya por aquella época Alan Davis bromeaba en su Excalibur en solitario sobre que todos los nombres buenos ya estuvieran cogidos. Pero Scott de mi alma, Scott de mis entretelas, habiendo tantas palabras combinables referentes al líquido elemento en todas sus formas y manifestaciones ¿era necesario, por NO QUIERO SABER QUÉ proceso de asociación, llamar a tu personaje…

BOLLERA?

¿EN SERIO JORG SCOTT?