Esta es la historia de una promesa.
La que el pequeño Walter hizo mientras salia a la calle una calurosa tarde del verano de 1952 en Knoxville, Tenesse. Embargado por la emoción no oyó cerrarse tras él las puertas del polvoriento cine de reestreno. Su mente estaba en otro lugar.
Junto a La Invasora de Júpiter.
Recreando con febril obsesión cada detalle de la trama. La rica heredera secuestrada por una banda de malhechores y la crucial intervencion del heroico geólogo. Los salvajes parajes naturales, expresionista contrapunto de las pasiones desatadas. El sorprendente giro final.
Volviendo una y otra vez a La Asombrosa Ella-Monstruo y su tan letal como aliena belleza.
Y levantando la vista a esos cielos que la película de la semana anterior había ordenado vigilar, hizo la promesa más solemne de su todavía corta vida. Juró que algún dia le haría a Ella-Monstruo el homenaje que se merecía. Que todo el mundo la conocería incluso aunque no supiera que era ella.
Y tuvieron que pasar 30 años pero finalmente…
…el pequeño hijo de los Simonson cumplió su promesa.
(bueno, es eso o pensar que a Walt se le echaban encima los plazos de entrega, tenía a mano uno de esos clásicos libros de carteles de películas de ciencia ficción tan útiles antes de que existiera internet y el resto es historia)
(yo prefiero la versión de la promesa)