No sé vosotros pero yo estoy cansado de todo este guerracivilismo. De este permanente enfrentamiento entre dos bandos de extremistas que a los ciudadanos de a pié nos pilla en medio. Esta crispada sobreexposición informativa a unos políticos que, al fin y al cabo, son todos iguales. Y ni siquiera podemos evadirnos en los tebeos porque también se han llenado de «concienciados» que pretenden utilizarlos para lavarnos el cerebro con sus ideologías.
Por eso, como buena acción del mes, voy a recomedaros un cómic. Uno de mediados de los 90, cuando la única preocupación de los creadores era enhebrar historias divertidas y entretenidas y no predicar discursos políticos.

El Kingdom Come de Mark Waid y Alex Ross.
Pero ojo cuidado, la edición recomendable es cualquiera de los tomos recopilatorios posteriores a la miniserie pues entre otros extras como el epílogo contienen páginas adicionales que quedaron fuera de la serie original y que desarrollan secundarios pero cruciales elementos de la trama.

Y uno de los mejores es la secuencia de Orion en Apokolips. Visualmente es un tour de force de un Ross que demuestra que cuando necesita documentación visual agarra el primer fotograma de película que pilla y tira palante su capacidad referencial. Desde la primera viñeta queda claro que su Apokolips es un lugar infernal en el que sólo un loco masoquista y suicida intentaría vivir.

Narrativamente Waid también está a la altura. Componiendo un sentido homenaje a la épica y los temas que planteaba Kirby en sus historias del Cuarto Mundo pero al mismo tiempo desarrollándolas en una cuidada filigrana que combina respeto con evolución lógica.

Un abatido Orión rememora cómo finalmente derrotó a Darkseid cumpliendo la antigua profecia y trayendo la libertad a las oprimidas masas de habitantes de Apokolips. Permitiéndoles poder determinar su propio destino y gobierno.

Y como borregos descerebrados eligen seguir siendo vasallos de un dictador absoluto: él.
De entre los muchos personajes inolvidables de Kingdom Come debo confesar que mi preferido es ese Orion amargado y pesimista que ha descubierto lo imposible que es salvar a gente que en realidad no quiere ser salvada. Y por eso me gustan tanto los tebeos de los años 90.

Porque puedes evadirte a universos imaginarios en los que suceden cosas que jamás pasarían en el mundo real.