Desde aquí repartimos ideas y conceptos para la manipulación creativa y el abuso cultural. Somos el diario de lo genial, y el pensamiento de lo imposible
Llamar a Ike Perlmutter “el hombre que revivió Marvel” podría parecer una broma de mal gusto, pero cuando corona un titular de El País deja de ser graciosa para ser una desvergüenza. No se confundan los lectores de ADLO!, no vengo a leerle la cartilla a Luis Pablo Beauregard, corresponsal autor del texto de El País. Primero porque entiendo que si tu campo de atención “cubre migración, cambio climático, cultura y política” no estás para, encima, saber de qué van las cosas esas de los tebeos que pasaron hace mucho tiempo. Y segundo porque si creyera que los titulares de El País los eligen sus redactores, tendría un par de amigos menos.
Pero vamos al fondo de la cuestión, una de la que se ha hablado mucho en los últimos años, y es el perfil de Perlmutter. Lo primero es que no es la primera vez que “despiden” al viejo Ike de Marvel, ya “ocurrió” (de esta forma en la que ocurren las cosas en lenguaje periodístico, en simulación en diferido) en 2015, cuando Disney se lo quitó de encima como intermediario de forma que Kevin Feige respondiera directamente ante The Walt Disney Studios. Aquello se vio por parte de los influencers como el fin del reinado de terror de Ike. Pero por supuesto, él continuó como presidente de Marvel Entretainment, influyendo en otras muchas decisiones que durante los últimos 8 años han impactado sobre la fábrica de IPs que siguen siendo los tebeos Marvel y su proyección a otros medios.
Parece que ahora sí que sí Perlmutter termina su paso por la historia de la Casa de las Ideas, donde será recordado no como el hombre que la revivió, sino como el tipo (uno de los dos tipos) que se hizo con ella aprovechando cuando peor estaba. En los 90 Marvel no estaba muerta, aunque le quedaba bastante poco. En aquel momento Ike, junto con su amigo socio Avi Arad, formaban parte ya de la dirección de Marvel, que se encontraba al borde de la quiebra por aquello de que sus autores de más talento se hubieran ido a montar su propia editorial, pésimos acuerdos financieros (aquello de vender los derechos audiovisuales mutantes por calderilla) y una crisis en el sector del tebeo que amenazaba con llevarse a la famosísima editorial de Spiderman. Entonces, aprovechando la tesitura y la información interna, Ike y Avi se las apañaron para comprarse a ellos mismos, adquiriendo Marvel a través de otra de sus empresas: Toy Biz.
¿Supuso esto la salvación de Marvel? Supuso una salvación. Con la compañía cogida con más firmeza y una mentalidad empresarial renovada, ambos socios se las apañaron para salvar la editorial de la bancarrota a base de mercantilizar al máximo las licencias, recortar los gastos hasta el extremo (con decisiones como que los trabajadores de Marvel tuvieran que llevar sus propios rollos de papel higiénico a las oficinas) y la venta de más derechos audiovisuales a cambio de calderilla (los de Spiderman, por decir los más sonados). Perlmutter y Arad se las apañaron para quitarse a codazos a todos los que en otro momento habían dirigido Marvel y a comienzos del Siglo XXI impondrían su liderazgo, coincidiendo con el lanzamiento de películas basadas en sus personajes que revalorizaron sus activos y generaron toneladas de merchandising. Salvados por la campana.
En una industria llena de artistas que fueron capaces de revitalizar personajes olvidados, conceptos antiguos que lograron un nuevo éxito, hablar de “revivir” no debe ser baladí. Salvo que hablemos de personajes muertos en la ficción. A lo largo de sus muchos años de tebeos de superhéroes, varias figuras han revivido Marvel cuando parecía que estaba en su peor momento. Ike Perlmutter nunca fue uno de ellos. Solo se trataba de un empresario avaricioso y mezquino que por casualidades de la vida acabó haciendo presa durante más de 25 años de una de las más maravillosas fábricas de arte que existían. Vaya donde vaya seguirá siendo igual. Y no sabemos si Marvel irá mejor sin él. Sí que sabemos que le echaremos muy poco de menos. Hasta nunca, Ike.
Es una época tranquila, desestresada y plácida del año. Esa en la que no hay ningún tipo de presiones, viajes o problemas. Y en la que el mundillo está fundamentalmente tranquilo.
La acumulación de eventos estos dias es lo único que ha impedido que hayamos tardado tanto en hacernos eco de la importantísima noticia relacionada con la historieta venida de allende las Américas. Así que por favor dejad de colapsarnos las cajas de comentarios con eso, que seguirán yendo directamente a la carpeta de spam. Ha sido únicamente por eso, sí, por la saturación informativa de otras cosas, y no porque seamos unos asquerosos marvelitas como parecéis insinuar. Por supuesto que no tenemos problema en contar lo de que el CEO de Marvel, Ike Perlmutter, haya donado un millón de dólares a una fundación para veteranos de guerra del polémico candidato republicano Donald Trump.
Bueno, y además porque consideramos que tampoco es para tanto. Dejando aparte las ideas de cada uno y allá cada cual lo que hace con sus dineros ¿cómo podría esto afectar a los tebeos? en serio ¿qué pinta el CEO (o como se traduce en castellano, Gran Jefazo) en las tareas creativas? esa gente está arriba para el business, la compraventa de acciones, stocks, franquicias, boxoffices y demás. Para lo del trabajo ya tienen a los encargaos, que manejen ellos a los curritos. Mientras cuadren los balances ellos no se mancharán las botas metiéndose ahí abajo. Veo en esa donación más un gesto de buena voluntad en las alturas, que seguramente alguna otra donación habrá hacia la otra parte si falta hiciere, que un compromiso a que en breve cerrarán su línea de publicaciones protagonizadas por inmigrantes, mujeres, o lo peor de todo, mujeres inmigrantes (mal que pese a algunos).
De veras, a mi lo único que me preocupa de Ike Perlmutter (o como se llama en Interlac,יצחק «אייק» פרלמוטר) es que esta sea la única foto que Google nos ofrece de él.
Y no lo digo por ese semblante a medio camino entre los dos José, Mota y Bretón, sino porque según su biografía en la actualidad cuenta con 73 años de edad.
En definitiva, que no os preocupéis por lo que hacen los de arriba. De los encargaos, de esos deberíais preocuparos, que son los que sí pueden meter cuchara. Y el único que en su momento dejó bien claritas sus preferencias…
…esta ahora en DC ¡temblad, temblad, asquerosos deceítas!
Hoy son los caucus de Iowa. A vosotros os puede parecer una tontería, pero que con Ike Perlmutter donando dinero a Donald Trump (por afinidad, por M.O.D.O.K., ¿quién sabe?) uno nunca tiene claro dónde empiezan y terminan las noticias. Por ejemplo, ¿tiene algún sentido que para acabar de liarla en Angouleme decidieran -sin avisar a nadie- hacer la humorada de dar unos ‘falsos premios’ a cómics que realmente existen? ¿Es que quieren quitarnos el puesto?
Da igual, se pongan como se pongan nosotros vamos a hablar de lo que interesa. A nosotros. Aunque el otro día ya hubiéramos empezado a tratar el tema. Concrétamente este tema:
Que habrá quien piense: Ya está otra vez Jim Lee tomando cosas. Pero no. En realidad si quieren hacer un Todo-Nuevo-Todo-DiferenteUniverso Hanna-Barbera con visiones tan apocalípticas como si fuera el Universo Rita-Barberá es lógico que acuda a las fuentes. Y no me refiero a las fuentes de… Ahm… No me refiero a internete. Eso. Total, es inevitable que a alguien se le hubiera ocurrido lo de Scooby apocalíptico.
O quizá a dos…
¿Tres?
Bueno, da igual, una tendencia es una tendencia. Pero yo me refería sobre todo a Shaggy. Parece que ha habido quejas o algo porque aparentemente es un hipster. Yo pensaba que sería más porque la camisa cambia de color, pero eso por lo visto es menos problemático que el que aparentemente pertenezca a una tribu urbana concreta. Quizá porque esa en concreto demuestra no temerle a las agujas y prestarle un poco más de atención a su aspecto de lo que Shaggy ha tenido hasta el momento. El motivo por el que parece que aceptarían con menos problema que fuera un grunge, un rastafari o un protagonista de películas de Apatow. Pero, claro, James Franco haciendo de Shaggy es algo a lo que aún no hemos llegado.
Aún.
El asunto es que si Shaggy pudo tener ese aspecto y personalidad es porque, en fin, se inspiraba en alguien. Sí, ha llegado el momento de echar un ojo a la historia de la creación de la serie original: Scooby-Doo, Where Are You!
Hablemos de genios del mal. Fred Silverman -para entendernos, un tipo tan capaz como Jim Shooter– estaba con su plan de ascensión a la cúpula mundial de la televisión bastante avanzado en 1968. De momento era el jefe de programación diurna de la CBS y teniendo en cuenta las broncas internas -como las que se producían casi cada semana con el aún reciente pero ya exitoso y polémico The Smothers Brothers Comedy Hour – casi que era el mejor lugar en el que estar. Al fin y al cabo él tenía que lidiar con las asociaciones de padres y sus quejas de que la programación infantil -léase Los Herculóides de Alex Toth– era muy violenta y había que cancelarla y poner algo más adecuado. De modo que decidió probar otra cosa, basándose en un cómic y también en los éxitos de los grupos musicales. Total, si la NBC se podía inventar a Los Monkees a ver por qué ellos no iban a poder crear un grupo en el que no hiciera falta ni pagar a actores. A partir de ahí salió The Archie Show y The Archies y Oh, Honey, Honey, Sugar, Sugar, Etc, Etc… Todo lo cuál (Incluyendo el número uno en las listas de ventas USA hey hey hey e incluso del año, y lanzo una banda virtual que no fue la primera porque ya en 1961 apareció Alvin and the Chipmunks, pero ya sabemos que estas cosas no durarán nunca) hizo que Silverman tuviera una idea: Este programa era muy popular, los seriales -escritos o por radio- de detectives juveniles también eran muy populares… ¿Por qué no unirlos? Se creaba una banda juvenil que resolviera casos entre concierto y concierto y todos contentos. La primera idea fue utilizar algo que tuvieran por ahí, como esa serie del co-creador de Willie Lumpkin sobre un grupo de chicas cantantes… Salvo que mejor seguir otro modelo quizá y meter chicos en el grupo *cof* y llamarlo Mysteries Five. ¡Famous! Digo… ¡Fabulous! El cambio de nombre serviría para evitar problemas, marcar distancias y que no aparecieran lloricas quejándose de que les habían destrozado la infancia y que en la actualidad no sabían hacer las cosas, no como a principios de siglo. Primero lo intentaron los propios Hanna – Barbera, bueno, fundamentalmente Hanna. Pero como su primera idea House of Mistery, tuvo nosequé quejas y él estaba muy ocupado con su empresa le pasó el marrón a Joe Ruby y Ken Spears -que aún no e habían independizado, claro- y a Iwao Takamoto en el diseño. El grupo -que en ningún caso iban de picnic con galletas de genjibre y sandwich de pepino- lo componían Geoff, Mike, Kelly, Linda y su hermano W.W. además de su perro Too Much. El perro tocaba los bongos. A nadie le pareció mal que no sumaran cinco, pero quizá estábamos en un punto demasiado temprano como para contar cuanta gente estaba por medio. Sobre todo porque Ruby – Spears no había debido de recibir el memorandum de por qué narices estaban buscando una serie que no fuera de acción y puso al grupo a enfrentarse a fantasmas, zombies y otras criaturas de la noche. Conste que sí que tuvieron en cuenta la posibilidad de una acusación de plagio. De modo que en lugar de un gran danés, como habían pensando en un principio, decidieron que Too Much fuera un perro pastor. No fuera a demandarles el creador de Marmaduke. Silverman dijo que ni de coña y Barbera les animó a que fuera un Gran Danés. (Lo da el carácter). Así que Ruby – Spears tuvieron la oportunidad de decir de dónde más podían saq… homenajear. Sí. Eso. Lo que les llevó a la televisión. Concretamente a The Many Loves of Dobie Gillis.
Por si alguno de vosotros no conoce la serie (de gran éxito a principios de los sesenta, 147 episodios desde su estreno en 1959) resumiré diciendo que el protagonista es Dobie Gillis, que usa un estilo similar al de Archiepara presentar a un chico buen-tío pero un poco cabezahueca que se enamora de la primera que pasa. A su lado tiene a un amigo fiel, Maynard G. Krebs, que es el que acabó robando la serie como suele pasar en estos casos, quizá por la brillante interpretación de Bob Denver, y unas cuantas chicas por las que suspira, alguna de manera recurrente como la vacua Thalia Menninger durante la primera temporada y a partir de la siguiente la inteligente Zelda Gilroy, con un aspecto particular – Sheila James acabaría siendo la primera política abiertamente gay en ser elegida en California- que la convertirían en un persona mucho más interesante que el de Thalia. Y ya no hay mucho más que añadir porque al resto de personajes -la familia de Dobie, sus rivales en el amor como ese Milton Armitage que aparecería en unos cuantos episodios hasta que su actor decidiera irse a buscar mejor suerte por ahí, ¡buena suerte con ello, Warren Beatty!- no los tendrían en cuento Ruby – Spears para… inspirarse.
De entrada se quitaron de en medio a Mike. Luego decidieron que el -alivio cómico- hermano de Linda dejara de serlo, dejándolo todo en dos chicos y dos chicas. Lo siguiente que hicieron fue repartir los papeles Geoff sería Dobie, W.W. sería Krebs, Kelly sería Thalia y Linda sería Zelda. que a su vez daría lugar a Ronie, Shaggy, Daphne y Wilma. Y se lo llevaron a Silverman que decidió cambiarle el título a Who’s S-S-Scared?. Inexplicáblemente el jefe de la CBS de aquel momento – Frank Stanton – penso que aquello seguía siendo demasiado oscuro. Así que les mandó de nuevo a darle una vuelta. Como a Silverman no le hizo ninguna gracia decidió sentarse con Hanna – Barbera, Ruby – Spears y Takamoto para intentar que aquello funcionara. En donde funcionara significa poder vendérselo a la cadena. Así que metieron comedia por todas partes, eliminaron lo de que fueran una banda -aunque mantuvieron los números musicales durante las persecuciones-, se centraron en Shaggy y Two Much y en el final en el que el monstruo es un conserje disfrazado. Más aún, Silverman estaba escuchando Strangers in the nightde Frank Sinatra cuando se le ocurrió adaptar a nombre para perro lo que Sinatra tarareaba al final, y de ahí el Scooby – Doo y e nombre de Scooby-Doo, Where Are You! para la serie. Y, de paso, como muestra de agradecimiento, cambiaron el nombre de Ronie a Fred. Por Silverman. Que tampoco tenía mucho más donde elegir.
El éxito de la serie, estrenada finalmente el 13 de septiembre de 1969, fue brutal. Dio igual que la ABC les pusiera contra su propia idea de una serie de animación de adolescentes resolviendo misterios, ¡¿quién recordaba a The Hardy Boys?! Si, fue un éxito tan grande que enseguida empezaron a aparecer más grupos de chavales que tenían mascotas -o algo-y resolvían misterios -o bueno-. Pero solo había un Scooby Doo. Aunque fuera gracias a otras series. Sobre todo porque Norville «Shaggy» Rogers seguía recordando mucho a Maynard G. Krebs, al fin y al cabo los dos tenían aspecto descuidado, perilla, interés en la comida, pocas ganas de trabajar
Como decía, pocas ganas de trabajar. Y… el hecho de que eran beatniks. No, no querían derrotar a Sonic. Lo de beatnik fue un nombre e intención paródica para la gente del grup… de la tribu urbana de la generación beat. Solo que hizo la gracia mediana de que se lo podían quedar para usarlo, o algo. Y como se representaban con ropa amplia, barbita, pocas ganas de trabajar, jersey de cuello vuelto, boina, gafas negras y bongos alguien pensó que parte de eso se podía aplicar a Krebs con lo que lo heredó Shaggy y ha ido transmitiéndose más o menos hasta ahora. Que lo llamamos tribu urbana porque movimiento pendular queda largo. Y como Krebs era un papel tan magnífico -pese a que Bob Denver acabara siendo más conocido en USA por su otra extensa serie de televisión, esa en la que era ya el protagonista: La isla de Gilligan – lo de que fuera un beatnik casi ni importaba. Posiblemente de ahí también el ser el personaje que menos ha cambiado durante estos años.
Pero vayamos al cómic, que hay que aprovechar la existencia de The Comic Book Database y de Comics.org. Porque si la serie se estrenaba en septiembre de 1969 tendríamos el primer cómic ya en abril de 1970. Lo publicaría la Gold Key adaptando un capítulo de su serie de televisión con un estilo de dibujo que solo puedo definir como… GENIAL!
A partir de ahí y durante 16 números les veríamos en situaciones que solo JotaCe puede aclarar…
luchando contra una primera versión de Scream…
o contra terribles personajes como El Reloj de Carrilón con Brazos.
Luego hablamos del cambio de logo.
Mientras tanto, como vemos, los dibujantes intentaban ponerse de acuerdo en muchos asuntos pero, fundamentalmente, en el del bello facial de Shaggy. Sobre todo porque en portadas como la del pseudoScream aquello parece más un p*** de niño chico.
Algo que no escaparía tampoco cuando empezara a aparecer en otros cómics, dentro del March of Comics de la Western Publishing Company. La Western era la empresa que englobaba varios sellos editoriales, incluyendo Gold Key. Y si creías que los de la Gold Key eran especiales espera a ver estos.
De modo que la Western acabó abriendo en 1973 otra colección de cómic de Scooby Doo, la Scooby Doo Mystery Comic alguna de cuyas portadas quizás os suene un poco.
La inspiración, que a ratos parece limitada, aquí sirvió para lo esperable.
Que en 1974 estuviera aún en la Western pero en 1975 se hubiera ido para la Charlton. Que durante un año y poco se pudo permitir sacar su aproximación particular al universo Doo.
No diré que no tenga cierto interés este acercamiento entre el Clock Tower, la Bruja de Oro y tanto juego de espejos, pero lo que es seguro es que a ellos tampoco les duró mucho la alegría porque para 1977 tenían ya una nueva casa: La casa de las ideas.
Que hizo como siempre y copió una idea anterior. Aunque hay que reconocerles que los pseudoScream tienen un gran diseño. A partir de ahí, como era de esperar, un buen puñado de momento inolvidables: Como el Falso Lincoln o
el Payaso Príncipe del Crimen. Pero parece que no acababa de funcionar nada. Y mira que intentaron incluso el pseudocrossover.
Y encima en Malibú. A mala leche. Pero ni por esas. Y mira que intentaron incluso lo de darle un segundo título dentro de un grupo:
Se ve que no había llegado el momento porque el evento se quedó en maxi de 13 números que terminó en 1979, y de los cómics de Scooby no se volvió a saber hasta una muy breve reaparición dentro de una revista inglesa en 1986.
A partir de ahí no volveríamos a saber de él hasta los noventa. En 1992 regresó por unos pocos números en la Harvey. Y con él un clásico.
Y, ya puestos, aunque de la colección regular solo salieran tres números hubo oportunidad de sacar un Giant Size…
y un Big Book…
El mundo del cómic, que es así. Porque para 1995 Scooby se había vuelto a mudar una vez más, en esta ocasión a Archie.
Ya, sacar a Scrappy en portada no es la mejor de las ideas por muy young & hungry que seas. Pero pese a eso y todo duraría veintiún números. Hasta finales de 1996. Ese año hubo una breve aparición en otro cómic que es como para dedicarle su propio posteo. Así que pongamos la portada y pasemos al siguiente hecho noticiable.
Es decir, hasta la compra/unión de Turner con Warner llevándose por delante Cartoon Network -con Hanna-Barbera dentro, claro- de modo que la editorial de cómics que desde 1967 pertenecía al grupo Warner comenzó a publicar en 1997 un título de Scooby Doo. Y por si queda algún despistando: Sí, hablo de DC.
La primera serie de Scooby en DC duraría nada menos que 159 números:
E incluso conocería reedición de su primer número a un dolary algunas otras ideas promocionales. Como la publicación de mini-tpbs
o la publicación de obras derivadas como esta adaptación al cómic del videojuego de la película de la serie… Algo así…
Así como ejemplares especiales para regalar con el cestillo de comida rápida
y ese truco tan viejo de las portadas alternativas:
Pero como esto es DC fue ver que empezanab a subir números y decidir hacer lo más sensato para ellos. ¡¡¡Lanzar un nuevo número uno!!!
Bueno, eso y -en vista de que vendía- sacar una segunda colección.
Que debimos imaginar desde el principio que sería de Team Ups. (El día que hable de la carrera televisiva de la serie quedará todo más claro). Mientras tanto siguen haciendo cosas a ratos, como permitir que uno de sus números tenga una portada regular
y otra limitada para la San Diego Comic Con.
Pero, vaya, que por lo demás todo en su estilo, incluidas las portadas:
Y en febrero ya la serie secundaria ha superado los 13 números mientras que la principal va ya por el 64:
Vamos, que en DC deben estar pensando que ya hace falta un nuevo número uno. Ahora que ya hemos echado un ojo a los años de la publicación y lo incansable de la misma, podemos mirar también a Shaggy.
Parece que llevamos más años con la versión mi-barba-tiene-tres-pelos que con la perilla -lógico, era algo TAN noventero- pero el caso es que han existido ambas. Lógico, teniendo en cuenta los antecedentes de su creación. Y la forma de encuadrarlo. Así que quizá logren que no nos extrañe tanto cuando los veamos. Aunque está claro que, puestos a copiar a Archie, es mejor cuando se hace bien que cuando se hace por calcar el éxito.
Pero, ¿quién sabe? Lo mismo para cuando Jim Lee quiera haber dibujado el siguiente dibujo se tiene que buscar una tribu urbana diferente. Al menos hasta que llegue el Scooby Doo All Star.