Si preguntáramos cual es el sidekick más famoso del cómic español, algún purista nos diría que, técnicamente este debería ser Mortadelo. Y sobre el papel tendría razón.

El diseño de la biografía con la que Mortadelo llegó a nuestras vidas cumple a la perfección con el arquetipo de sidekick de cómic clásico.
Es un subordinado que vive con el héroe al que reconoce como superior y al que suele obedecer en el campo de batalla, y tiene una tendencia natural a meterse en líos cuando toma decisiones operativas por su cuenta que alejan a los protagonistas de su objetivo.
Pero claro, hay un problema. El sidekick es un secundario del héroe principal y Mortadelo sólo es un secundario en la mente de Filemón. Sí, tiene que llamar jefe al calvo del pantalón rojo, pero ambos son protagonistas en una historia de subordinados—reflejo de aquella, de esta y de cualquier España—,ergo»jefe» no es una subordinación real, sino el aviso de que en esta relación Filemón es el payaso serio, mientras que Mortadelo es el Augusto que se va a comer todas las escenas.
Mortadelo no es un sidekick, ni siquiera el secundario cómico que se roba todas las escenas. Mortadelo es protagonista y por eso es su nombre el que va delante del tebeo, llegando incluso a hacer desaparecer el de su teórico superior cuando la serie se convirtió en revista en la era en la que los kioscos dominaban la tierra.

En la búsqueda del sidekick español nuestra mente hace parada inevitable en la dupla formada por El Capitán Trueno y El Jabato

Pero en este caso tampoco nos vale primero porque al contar con dos acompañantes cada uno, sus secundarios interactuaban entre sí, logrando desarrollar incluso sus propias tramas al margen del héroe principal, y segundo porque al contar con personajes más fuertes que el protagonista su labor no es hacer brillar la figura del héroe principal, sino que son herramientas del héroe para salvar pruebas contra las que él solo no puede. Los secundarios que acompañan tanto a El Jabato como a El Capitán Trueno no son sidekicks, son supporting cast. Su labor es enriquecer el universo personal del personaje principal.
Fernando, sin embargo, sí que tiene todos los números para ser el sidekick español por excelencia. Es joven, se mete en líos y siempre está por debajo del personaje enmascarado al que sirve y admira.

Pero lo cierto es que cuando has leído «Fernando» no sabías de quien te estaba hablando, y un personaje tan olvidable no puede tener el título de Mejor Sidekick del Cómic Español.
Ese honor corresponde a quien ya te estabas imaginando desde que has leído el título de este post. El personaje que cumple a la perfección todo lo que debe ser un sidekick. El que siempre estuvo estar su lugar, estar por debajo del héroe, y su sumisión le llevó a poner su nombre en la cabecera del cómic. El Robin español. Hablamos, claro está, de Pedrín.

Pedrín es el sidekick perfecto. construido a través de un descarado niño sin familia ni pasado que es puesto bajo su protección por el héroe, y que aprende de él interviniendo en la acción y siendo, según se requiera en cada momento, alivio cómico para la acción, o elemento enriquecedor de la trama al ser capturado por sus enemigos.
Mientras que Roberto Alcázar es un personaje poliédrico cuyas capas sólo percibimos a medida que pasa en el tiempo—en los 40 era un ejemplo, en los 60 un caballero, en los 80 un facha, «una fantasía de poder heteropatriaral» en The Mary Sue de 2015 y en la España de Ciudadanos que vendrá a partir de junio, (Spoiler) «un personaje que tiene evidentemente sus defectos pero que en el fondo forma parte de lo que nos une. Dicho de otro modo, Roberto Alcázar es un buen español, pero con matices» (fin del Spoiler)—, Pedrín es un personaje más sencillo que sirve para que el lector en general, y los niños en particular, se puedan sentir identificados con el tebeo que devoran con fruicción.
Pedrín, pues, representa la puerta de entrada del niño al mundo de un cómic que aspira a contar historias adultas accesibles para los jóvenes. En el siglo XXI Roberto sería una adolescente enamorada que va a cambiar el mundo a su pesar, y Pedrín un pagafantas que le acompaña allí donde va sólo para recordar a la protagonista que aunque ella no se de cuenta ha nacido para liderar. Pero cómo el cómic es de los años 40 del silo pasado, Roberto es un periodista/detective/señorito¹ y Pedrín un niño pícaro y dicharachero que nunca pisará una clase si no es para repartir mamporros con su señor.
Para favorecer la identificación del lector con Pedrín, el autor del tebeo convierte al personaje en la aspiración de lo que todo niño quiere ser.
Un niño valiente y aventurero



El que hace todo lo que un niño quisiera hacer

Y sabe moverse con soltura en el mundo de los adultos.

El que no tiene miedo a decir lo que piensa



Y que por ello ha sabido ganarse el respeto de sus mayores










Como buen sidekick Pedrín complementa a Roberto, pero también ejerce como su contrapunto. Roberto el hombre es al que aspiramos a ser, mientras que Pedrín es el hombre que somos, en camino de convertirse en Roberto, pero aún lejos. Por ello el sidekick es siempre el encargado de encarnar en el tebeo los valores del hombre de su tiempo


De reflejar en sus palabras la misma fascinación que nosotros experimentaríamos al viajar por el mundo y enriquecernos con la mezcla de culturas


En resumen, Pedrín es el encargado de hacer todo lo que el lector de su época siempre quiso hacer, pero sólo puede soñar con ello


Por todo ello y mucha más gritemos todos juntos AVIV NIRDEP!!!!
(1) Significa ‘Emprendedor’ si estás leyendo esto después de junio.