Desde aquí repartimos ideas y conceptos para la manipulación creativa y el abuso cultural. Somos el diario de lo genial, y el pensamiento de lo imposible
Una cosa en la que puedo confiar es que si en algún momento quiero hablar de un marrón, hay dos opciones. O Sark ya ha escrito sobre ello o Sark ya me ha dejado el recadito de que lo haga yo. En este caso, por suerte, se trata del primer supuesto. De modo que por resumir mucho digamos que Scott Adams, el señor que creó Dilbert en aquella época en la que los webcómics eran un medio privilegiado lleno de oportunidades e internet iba a liberar las mentes de los ciudadanos del mundo, se ha hecho facha. Muy facha. O al menos, se ha destapado como tal. Cosas de divorciarse dos veces, de fliparse con Trump, de que Elon Musk te recomiende. Cosas que pasan cuando llevas años ganando dinero haciendo siempre lo mismo: acabas siendo un rancio. Como Alaska y Mario. Vamos, que probablemente era facha de antes.
El caso es que en lugar de seguir dándole bolo a sus cosas de facha, muchos autores han decidido reapropiarse un icono del noveno arte y del mundo digital como Dilbert y resignificarlo bajo una nueva dirección.
Sin embargo, la opción más habitual ha sido especular sobre nuevas posibles tiras de Dilbert bajo la nueva dirección que Adams, cada vez más enloquecido en su proceso de víctima de la cancelación, está tomando.
Es posible que a estas alturas ya hayáis notado cierta tendencia. Como un tropo visual bastante habitual. Esto es porque las tiras de prensa son cómic solo muy flojito y por tanto, no son un campo tan vibrante y creativo como el cómic de superhéroes.
Bueno, vais pillando la idea. En realidad esto es solo una muestra, claro. Hay más, ¡algunos incluso no incluyen referencias al KKK!
Por supuesto, toda este post viene a cumplir dos funciones en este blog. Por un lado, entendiendo ADLO! como el mayor repositorio de la Historia del Cómic en castellano de los últimos… bastantes años, es necesario preservar todos estos documentos para cuando Twitter fenezca y deje de funcionar. Por otro lado, al tratarse de una organización centrada en la DEFENSA! de los autores, uno podría pensar que desde aquí tenemos una postura completa. ¿Debemos considerar a Scott Adams un autor que necesita ser defendido?
Esta pregunta solo puede venir de una mente distraída que no haya hecho caso al punto esencial de este post. Y es que las tiras de prensa (y ya que estamos, los webcómics) no son cómics de verdad.
El cómic en los periódicos. Algo que cada vez tienen menos periódicos, como ética o compradores, es un campo de batalla constante. Y lo ha sido siempre, al fin y al cabo el amarillismo viene directamente de la sección de cómics.
Lo habréis visto escrito tantas veces que no creo que haga ni falta explicarlo, pero si alguien se lo perdió: Joseph Pulitzer tenía contratado a Richard F. Outcault para hacer ilustraciones en el New York World, de Outcault salieron Hogan’s Alley y a partir de ahí The Yellow Kid. Cuando William Randolph Hearst decidió ‘robar’ a Outcault y sus cómics para el New York Journalcomenzó una competición que añadía al sensacionalismo este uso de los cómic y del color… amarillo. Y de ahí el amarillismo. Así que sí, los cómics han estado en este follón desde el principio. Y a Hearst y Pulitzer se les han dedicado obras – Ciudadano Kane, Newsies…- pero de la lucha por Yellow Kid, que yo sepa, no ha habido ninguna. Ahí tenéis vuestra idea para el próximo El invierno del dibujante.
¡Pero bueno! Que todo esto viene por algo, y es que en los entre mientras ha habido broncas siempre. Sea porque los autores iban de la izquierda a la derecha como Al Capp o Walt Kelly, porque la tira era claramente de derechas pero les parecía muy violenta como el Dick Tracy de Gould, porque eran directamente políticas como Doonesbury, o porque hablaba de una realidad que no era blanca, comoLa Cucaracha.
En realidad siempre ha habido un motivo u otro para la bronca.
La aparición de los webcómics podría haber servido para que esto cambiara. Y lo hizo, de cierta manera. Pasó a ser menos importante que hubiera un periódico por medio.
Con eso y todo seguían existiendo las diferentes ligas y versiones: Las revistas y periódicos universitarios, los Syndicates que llevaban revistas y periódicos, y los webcómics que muchas veces veían cómo estas fuentes oficiales construían webs para ofrecerlos gratis o, incluso, sindicarlos también a páginas webs.
(Ah, sí, el concepto de Syndicate es distinto al de Union, aquí no hablamos de sindicatos -eso son las Union– sino de empresas que se dedican a ‘alquilar‘ contenido. Cuando algo está en sindicación significa que el medio que lo publica ha alquilado esa obra, pero no la posee. Y eso valía en la tele con Xena, Los Vigilantes de la Playa o Star Trek: The New Generation, igual que vale en periódicos y revistas estadounidenses para casi cualquiera de las obras -y varias columnas- de las tiras cómicas. Por eso un Syndicate gordo significa que llegarás a más periódicos.)
Luego resulta que la tira que ha aparecido a la vez en más periódicos en todo el mundo lo ha hecho, en realidad, en algo menos de 2600 –Garfield, por si os extrañaba no haber leído aún sobre ella- pero, claro, esto depende primero de que es una estimación del Comité Guiness, y por otro lado, de que el número de periódicos es el que es.
Por supuesto hay todo tipo de edades, muchas de esas tiras tienen ya sus años. Pero también ha entrado alguna sustitución. Así Blondie es de 1930, Beetle Bailey de 1950, Family Circus de 1960, Hägar de 1973, Shoe de 1977, Garfield de 1978, Foxtrot de 1988, Sherman’s Lagoon de 1991, Mutts de 1994, Zits de 1997, Pearls Before Swine de 2001, Liō de 2006…
Aunque, por supuesto, ahora mismo es más sencillo que la tira aparezca directamente en internete y ya si eso veremos, como ocurrió cuando las famosas -y, por tanto, ya olvidadas- guerras a cuenta de PvP.
La radicalización alt-chanera, sin embargo, tuvo mucho que decir a partir de ese 2010. Que no es que sea nuevo porque ya hemos contado lo de Capp. Pero que hemos tenido ejemplos más que de sobra en los últimos años. En lo que podemos poner tres ejemplos.
Por supuesto el primero sería el del tipo que se encuentra con que lo que hace recibe un calificativo peyorativo -pongamos Sexista- y decide usarlo como justificación para vender que dibujar mujeres de grandes pechos más o menos desnudas es una forma de combatir la corrección política, el wokismo, el outrage y to own de libs. La persona que es el poster de esto es Frank Cho, cuya especialidad en tetas teteantes hace que esté muy lejos ya de Univerty2 o Liberty Meadows, porque para qué trabajar a diario cuando puedes hacer portadas y cosas así.
El siguiente ejemplo de caer en un agujero cada vez más profundo es el de Tatsuya Ishida, que a estas alturas debe de andar ya con una pala. Porque ha ido de su propia versión de feminismo TERF al antivacunismo, la conspiranoia -casi cualquiera, le dedicó unas tiras a los reptilianos. No de manera irónica, sino real. Supongo que sería consciente que es una conspiranoia creada como manera de hablar de los judíos y… mira, en realidad no queréis saberlo- y ahora mismo no creo que ni él sepa qué está haciendo. Supongo que hasta que llegue el momento de rebelar al mundo que en realidad la tierra es plana.
Y, por último, la persona que ha hecho que tenga que ponerme a escribir esto. Yo podría haber puesto una imagen de cualquier cosa, tres frases y pasar el resto de la semana sin mover un dedo. Pero no, Scott Adams no podía estarse calladito.
Adams creó en 1989 la tira Dilbert, sobre un trabajador de una tecnológica. La clásica Tira de Oficina que fue convirtiéndose en más y más exitosa. Hasta el punto de que ¡llegó a ser publicada en España! Recopilatorios de los de toda la vida, libritos de regalo, libros propiamente dicho dentro de no-ficción/ humor. Toda la pesca, y publicados en España para mi sorpresa.
Uno pensaría que con ese nivel de éxito con estarse calladito valdría. Te callas, ves subir la pila de dinero y, como mucho, sacas merchandising de discutible calidad. Hacer un Garfield, vaya.
Pues no, en 2006 se casó, para 2010 pasó de sus cosas de pensamiento positivo y ‘si escribes algo muchas veces acaba sucediendo’ fueron yendo a peor, y cuando en 2014 su mujer pidió el divorcio Adams ya estaba en el mismo club de Elon Musk. Es decir, para 2015 ya estaba completamente MRA hablando de su derecho al sexo. Claro que a continuación se puso a hacer campaña por TRUMP!. Y para 2017 había ya periodistas señalando que en sus cómics el sensato había pasado de ser su personaje principal al jefe, de hecho, le habían hecho una campaña de hacer más joven y atractivo que ríete de Pablo Motos.
Claro que 2020 fue un año completo para él porque, además, se casó. A los 63 años y con una mujer de 34. Si pensáis que sabéis cómo va a terminar esto os puedo ir adelantando que sí que lo sabéis pero que no es lo que os esperáis. Porque, efectivamente, se divorciaron. En 2022. Pero el motivo no se llegó a hacer público PESE a que ella dijo que estaba pasando un momento complicado entre el divorcio y luchar contra el cáncer que le habían detectado. Claro, es que si te buscas a una de la mitad de la edad ¡qué menos que te la den en buenas condiciones!
Total, que ya había empezado su segunda transición. Porque estaba claro que tenía menos ganas de hacer tiras que la gente de leerlas. Por eso cuando en una decisión empresarial una cadena de periódicos regionales decidió prescindir de las tiras de prensa salió Adams a decir que LE ESTABAN CANCELANDO. A ver, Patrick McDonnell -el creador de Mutts–sacó un comunicado pidiendo a su base que escribiera a sus periódicos pidiendo que volvieran a poner su tira. Cada uno lo lleva a su manera, como el alcohol o el divorcio.
De ahí que pronto se metiera en guerras… con otra gente de derechas. A veces es difícil saber quién está peor. Sobre todo porque volvía a ser una discusión entre antivacunas. Ben Garrison se reía de Adams por creer en la ciencia siempre y decir que los antivacunas tenían razón por casualidad. Adams se rebotaba y decía que no había dicho eso, sin dejar claro si lo primero o lo segundo. En realidad a estas alturas ya deberíamos de saber que las guerras no tienen ganadores.
Lo que nos lleva a la actualidad. En la que la discusión sobre un lema de los supremacistas blancos («It’s okay to be white«) llevó a Adams a decir que los negros eran un grupo de odio del que había que alejarse, que él mismo se había alejado de ellos yéndose a un vecindario en el que no hubiera prácticamente ninguno.
Por algún extraño motivo esto acabó en periódicos decidiendo dejar de llevar la tira. Lo que, a su vez, llevó a su Syndicate a dejar de distribuirla y, finalmente, a Adams diciendo que cerraba Dilbert para sacar un Dilbert 2.0 en una web de pago para la que pedía ideas para el título.
¿Es esto un plan para librarse de su acuerdo con el Syndicate y poder dedicarse directamente a ser tertuliano? Pues quizá, pero tampoco parece la mejor de las ideas. O sí. O a saber.