La cantidad de títulos derivados que se le publican indica que la franquicia de Green Lantern es la más exitosa de la DC actual. En este sentido, y por ser también este levantamiento obra inesperada de la labor de una única mente pensante, esta ascensión camina en paralelo con la que en su día tuvo la línea mutante en Marvel.
(y dado que el escriba
Johns se ha marchado hace bien poco, no sería de extrañar que otro de los paralelismos próximos tenga también que ver con
los artículos poniendo bien al guionista nuevo por parte de los editores patrios. A lo mejor ya los está habiendo y no me he enterado, desventajas de que mis convicciones religiosas me hagan seguir esta serie
por otras vías)
Quién iba a decirlo, hace escasos cuarenta y pocos años, que estas líneas terminarían teniendo tanto éxito. Ambas dos ellas, que quiso también la casualidad que casi al mismo tiempo llegaron a ser canceladas.
(¿vosotros también veis similitudes por parejas en las portadas que voy poniendo?)
Y no terminan aquí los paralelismos, pues el dibujante titular en el momento de la cancelación de ambas series, estas con tanto potencial que tiempo después darían lugar a líneas editoriales completas, fue el mismo.

Un tal Neal Adams. Ya nos pueden vender sus etapas en tapas duras y Absolutes, que el hecho es que por muy aplaudida que sea ahora su labor, en su día hundió los dos títulos. Podría justificarse diciendo que fue un adelantando a su tiempo. Eso significaría que el Batman: Odisea o La Primera Patrulla-X cobrarán su pleno sentido dentro de algunas décadas. Suena plausible.
Pero tampoco es cuestión de cebarse en Adams. Todos conocéis qué sucedió con La Patrulla-X desde su cancelación hasta su resurgir cual Jean Grey: sus años a base de reediciones, el Giant-Size con Len Wein y personajes descartados de la serie de Hulk o bocetos no usados por Cokrum en DC, el culebron claremontiano, John Byrne, la llegada de Jim Lee…somos un mercado marvelita y esta historia la sabemos de memoria. Lo que no conocemos y trataré de esbozaros hoy es qué fue de Green Lantern en aquellos años verde oscuro. Una historia documentada para esos días en que no nos lee nadie.

(es decir, que voy a desarrollar el índice de esto que me estuve leyendo hace poco. Un making off que sirve de pie de figura)
1972. Tras catorce números compartiendo la cabecera y aventuras con Green Arrow, la serie cierra en su número 89. El material clásico del personaje publicado en nuestro país comprende doce tomitos Biblioteca DC con sus primeros números con historias de John Broome y Gil Kane. Los que tengáis también el Absolute con las historias con Green Arrow podéis llegar a pensar que entre los tomitos, con su aire Silver Age, y el tomaco, con todo su trasfondo social de compromiso y Canario Negro enseñando cacha, debe haber un salto de cinco o seis años por lo menos. Pues no es así. Los tomitos terminan en el 75 y lo de Neal Adams comienza en el 76. Sabiendo esto podéis comprender el salto cuántico que tuvieron los lectores de la serie de un mes para el siguiente. Pasó de los sesenta con sus setas alucinógenas a lo que se fumasen en la DC de los setenta, que podemos suponer que sería similar a lo que consumían en Marvel, de lo que sí hay prueba documental por el libro de Sean Howe (recomendación para Reyes). La cuestión es que cuatro meses despues de echar el cierre al título, las aventuras de la verde pareja continúan en las páginas de la serie de Flash, bimestral por aquel entonces.

Sus aventuras ocuparon 10 de las 24 páginas de historieta de aquel ejemplar "Será por poco tiempo", le dijeron a Barry al ocuparle el pisito. Pero la situación terminó alargándose hasta nada menos que 1976.
A los tres números de llegar, Oliver Queen se descuelga y Hal Jordan pasa a protagonizar el "complemento" en solitario.
(y el homoerotismo, como siempre, presente)
Por el camino el número de páginas ha ido cayendo hasta unas mínimas siete, y la presencia del relleno no estaba asegurada todos los bimestres, pues en bastantes ocasiones la aventura de Flash ocupaba el contenido completo de la tripa del tebeo (aunque en esos casos dejaban a Linterna Verde salir en la aventura a lo teamup), o tocaba especial de 80-100 páginas a base de reediciones.
Neal Adams se marchó pronto en busca de
pastos más verdes otros pastos, pero
Denny O’Neil siguió, aunque
cambiando el enfoque para volver a las raices del personaje, a las cosas que funcionan, a los años sesenta, a la fantasía descerebrada, pero diez años más tarde. Esta acronía argumental, estos tebeos fuera de su tiempo (taquionesss) en complementos aperiódicos de pocas páginas y con los primeros dibujantes que pillaban por los pasillos es lo que pretendo repasaros. Porque en el fondo se trata de una bonita hi
storia de superación profesional y creativa, de cómo un autor se vació creativamente en una serie para terminar hundiéndola, y de cómo consiguió volverla a levantar escribiendo tonterías. Tomad ejemplo. Las follardas mentales suenan muy bien en la cabeza propia, pero si las plasmas te arriesgas a que te juzguen. Pueden caerte premios si les entras bien a los críticos, pero lo que mandan son las ventas. En cambio hacer cosas divertidas siempre funciona ¡son sólo tebeos!
El espacio daba para poca chicha, de manera que O’Neil tenía que repartir las aventuras en dos o tres entregas, por lo que una aventura normalita le costaba contarla como medio año. No había por tanto espacio físico para irse con deconstrucciones y había que ser conciso, ir al grano. Sólo así se explican tramas que cambian de rumbo a las pocas viñetas, o que comportamientos extraños de nuestro protagonista se terminen explicando por que la lata de hongos con la que había aderezado el chile casero estaba en mal estado. Muchas veces las soluciones peregrinas son las que mejor funcionan. A fin de cuentas, la vida real (spoiler) tampoco tiene un escritor omnisciente que ligue las tramas.

Fue algo que comí, agente
Pero mi aventura favorita de esta etapa, la que me hizo decir "Esto tengo que postearlo aunque tenga que soltar una parrafada enorme sin demasiado sentido antes con el único fin de introducirla" fue la que se desarrolló en los números 230 y 231 de Flash. Una historia que agradará a todo aficionado a los taquiones, pues no en vano se tituló "El Hombre de Ayer".
Y Hal Jordan se marcaba unas posturitas que cuidadín
La cosa se iniciaba con Hal Jordan tomándose la tarde libre de sus obligaciones para con el universo e ir a visitar una exposición itinerante sobre el casi inminente bicentenario del nacimiento de su glorioso país.
Sí, Hal parecía más viejo en aquel 1975 que en la actualidad, cosas de los viajes temporales, la antimaterria y los editores. Total, que cuando se cierra la exhibición y salen del tren expositor, sucede algo inesperado (bueno, no tanto, pues ya estaba en la tercera página de ocho, tenía que terminar sucediendo algo, Brian Bendis apenas contaba con ocho añitos)
Robots y tren se elevan por los aires. Hal Jordan en consecuencia cambia a su identidad heroica e intenta detenerlos.
La pugna se alarga y terminan saliendo a espacio abierto, donde se encuentra el destino de la exposición hurtada.
Una vez dentro, Linterna Verde detiene a los robots y se para un rato a seguir viendo la exposición, que como había entrado a visitarla casi a la hora de cierre no la había terminado.
Y ahí se encuentra al cerebro del robo, que le reta a un duelo. Y Linterna Verde, con esa lógica que abarca lo mejor de los sesenta y los setenta, decide seguirle el juego para ver si termina comprendiendo de qué va.
Por supuesto, nuestro héroe hace trampa y usa su anillo de poder para detener a su oponente, que se revela como…¡¡
Aaron Burr!!
Sí, Aaron Burr nada menos, el tercer vicepresidente (1801-1805) del Gobierno de los Estados Unidos. Un personaje tan conocido y popular como si en las próximas aventuras que Planeta pretende regalarnos, el inefable Torrente se cruzara con Juan de la Dehesa, Ministro de Gracia y Justicia del gobierno de José María Queipo de Llano. Con tal intriga se tuvo a los lectores americanos durante dos meses hasta la entrega siguiente.
¿Ya han pasado dos meses? pues sigamos. También nuestro héroe tiene curiosidad por saber como es que Burr está en una nave espacial en vez de criando malvas desde 1836, Y Burr accede a contarselo ante una buena mesa.
Un ágape servido por su androide mayordomo llamado Ignatz de colores cambiantes. La historia que Burr cuenta es la típica de todos los abducidos, nada nuevo ahí.
Total, que los alienos necesitaban de alguien que les gobernase con mano decisoria, y a Burr se fueron a buscar. Burr, cuya situación en nuestro planeta era algo durilla por la época (ver wikipedia) acepta gustoso, pero para que nadie note nada raro, mandan un duplicado a ocupar su lugar. Obviamente, habían detenido el tiempo hasta entonces.
Y como el tiempo pasa distinto allá no había envejecido nada, pero su labor dirigente tampoco era muy apreciada; y el vagón de la exposición lo había hurtado por añoranza.
En esto (página 5 ya) que el androide se rebela y ataca ¡pelea, pelea! habíamos dicho que cambiaba de color, adivinad cual elige para enfrentarse a Linterna Verde. Exacto.
Pero total que le vence, Burr devuelve el vagón y decide volverse al planeta aquel. Sí, ese que le había mandado un robot asesino. Fin.

Sólo podemos llegar a suponer qué pudo echarle O’Neil a su plato de chile el día que escribió aquello. Lo que sí sabemos es que consiguió un producto sorprendente por lo inesperado. Como aquella historia posterior en que dos alienos discuten si era más potente un tanque panzer de la segunda guerra mundial terrestre o un carro de combate vzolkiano, cuestión que resuelven abduciendo uno de cada con la pertinente máquina temporal y poniéndolos a guerrear en el típico planetoide al uso, con Green Lantern pasando por allí y metiendo baza. La cosa se resolvía con uno de los alienos como baja civil colateral y el otro lamentando la inutilidad de la guerra. Mensaje profundo y héroe que se marcha dejando a dos soldados desplazados fuera de su tiempo y su espacio. Fue por cosas así que la serie se pudo mantener viva, que terminó teniendo de nuevo serie propia, que más tarde se les unieran los Corps, y Guy Gardner, y todo lo que vino después. La moraleja es que en los tebeos la cosa sesuda no funciona si no le aplicas una buena dosis de sinsentido. Si publicas menos de cincuenta páginas por año y quieres que tu personaje sobreviva las historias deben ser potentes.
Aunque estaba claro que Green Lantern tenía todos los números para terminar triunfando. Tiene que ser buena a la fuerza una serie TAN tocada por los taquiones…

…que en 1968 ya hacía referencias culturales a personajes de la cultura popular actual.
No en vano el actor que encarna a Linterna Verde en el cine es el mismo que hizo de Muertopiscina. ROB! no puede estar equivocado. Y para colmo Ryan Reynolds nació en el ’76 ¡todo cuadra, como debe ser!
Y aquí lo dejamos, no sin desearos antes una Feliz Noche.
Paz y Amor, y ustedes que lo vean.