Tocaba ya releer Maus.

Y es que a decir verdad por esas cosas de la vida todavía no había tenido la oportunidad de leer la obra completa de un tirón. Porque a diferencia de las ediciones de ahora en la que os lo dan todo masticado, antes esto de los tebeos era bastante complicado. La primera parte la editaron conjuntamente
Norma Editorial y
Muchnik Editores allá por 1989 y me lo pillé donde se compraban entonces estas cosas, yendo al correspondiente Saló de Barcelona, pues aún faltaba para que abriesen una librería especializada de verdad a menos de setenta kilómetros de mi ciudad.
Y tras la edición de esa primera parte no sacaron nada más.
Es por eso que la segunda parte me la terminé agenciando por la edición americana de Pantheon Books mucho tiempo después. El hecho de que el precio marcado a lápiz esté en francos franceses es señal de que la obrita viajó bastante hasta descansar en mi tebeoteca. Más adelante llegarían las bonitas ediciones integrales de Planeta, de Mondadori, Inrevés…en lenguas peninsulares, vale, pero nunca senti la necesidad del pillar un tomo del que ya tenía la primera mitad.
Sobre Maus ya se ha escrito mucho, de acuerdo, pero no por aquí. Es una obra referente por cuanto a nivel popular se considera el precursor de la llamada Novela Gráfica. Dicho sea esto con permiso de Will Eisner, que no pudo labrarse esa fama, es lo que pasa por haber publicado siempre en nuestro país bajo editoriales sin un aura hipster y no haber contado desgracias en primera persona.
La narración en clave de funny animals del Holocausto en un formato accesible ha posibilitado que esta sea una obra que incluso sirve como lectura en los ciclos escolares, con todo lo bueno y lo malo que esto tiene:

Testomonio desgarrador, obra multipremiada, las posibilidades de la Novela Gráfica…todo está ya dicho sobre Maus. Y como decía, aunque las había leído por separado en décadas distintas había ido retrasando el encuentro entre ambas mitades de la obra, de manera que con vuestro permiso voy a ponerme por fin.
Vamos con ello pues y…un momento ¿y esto?…
Un papel doblado metido en la solapa, con un dibujo, y letras por la otra parte, parece una página de periódico, debía ser algo relacionado con la obra, que antes de la Normalización ese tipo de reportajes en prensa eran tan poco habituales que cuando alguno caía en nuestras manos lo conservábamos como una reliquia,…
…mismamente como El Arca de la Alianza, a tenor del tiempo que ha pasado oculta a los ojos de la humanidad:
Desplegamos y aquí lo tenemos, reportaje a página completa, con su banner inferior de spam y todo.
(spam del bueno, del que alimenta con grasaza)
Hasta aquí podríais pensar que vale, que curioso, pero es que la fecha del artículo es importante.
1992.
Y es que esta noticia apareció para reportar la salida (en américa) de la segunda parte de Maus. Es decir, que cuando se escribió esta reseña la segunda parte acababa de publicarse, aún no había tenido tenido tiempo de calar entre el público ni la crítica. Los premios llegarían más adelante, pero no todavía en el momento de publicarse ese texto.
¿Lo entendéis ahora?
Hoy día, las críticas sobre Maus se escriben con plantilla, hay una serie de términos que siempre terminan apareciendo en el texto. Pasa también con otras obras, no se puede escribir una reseña sobre algo de Grant Morrison sin recordar en algún momento que es escocés, o algo de Alan Moore sin mentar a Watchmen, o una reseña de La Peor Banda del Mundo en que no se haga referencia a Borges (buscAdlo! y veréis). En cambio, ahora se nos brinda la oportunidad única de revisar un texto escrito en una época en la que no existía la saturación informativa actual y cada cual se formaba una opinión propia sin contaminaciones externas.
Vais a poder leer una reseña de Maus en la que no hablarán del Premio Pulitzer porque todavía no se lo habían concedido.
¿A que pensabais que no sería posible? pues ahí lo teneís, un artículo amplio, espontaneo y fresco, una opinión sin contaminar, reseña primigenia antes de mezclarse con mil otras que darían lugar a textos prácticamente calcados, a un pensamiento único y dirigido, a lo que hoy día pensamos que es la única forma posible de enfocar la comprensión de la obra, pero que en aquel lejano entonces era tan plural como lectores había. Y quizá de esta opinión diferente podremos extraer conclusiones nuevas en las que la gran mayoría no había caído hasta ahora por haber hecho caso a influencias que le terminaron arrastrando por otro camino.
Así que aquí teneis la página completa (que clicando se amplía para los que tengan interés en el menú del Restaurante El Hidalgo, ciertamente contundente, nada que ver con las microesferificaciones deconstruidas de ahora), y debajo la parte del texto a un tamaño razonable. Disfuten la lectura y la comentamos al terminarla.


Refrescante ¿no es cierto? uno espera que en cualquier momento asome la palabra
Pulitzer y nunca llega a suceder.
Pero hay más, mucho más, en este texto anterior a la invasión de ideas preconcebidas.
Porque por una parte deja claro algo que más adelante se reveló como uno de los pilares del gafapastismo:
Y que explica por qué Eisner no se comió un colín en ese ámbito, pues a diferencia de muchos otros que llegaron después él sí sabía dibujar.
Sin embargo, no puedo resistirme a disentir del autor, puesto que lo que en realidad hizo fue tener una idea, dibujarla deprisa y corriendo, y publicarla cuanto antes. Y así le salió, aunque luego intentara justificarse.
A Spiegelman le hubiera gustado publicar su Maus en una única entrega, en vez de partida por episodios. De haberlo hecho así, seguramente el acabado gráfico hubiera estado más meditado y trabajado, e incluso podría haberse beneficiado de las técnicas de separaciones de color cañeras con brillitos que empezaban a aparecer. Pero en un momento dado tuvo que recopilar la primera parte y publicarla apresuradamente tal como estuviera.
Y esto ¿por qué?
Pues por culpa ¡de Steven Spielberg! y es que ya se sabe cómo son los judíos (de veras que fue así; detalles aquí).
Pero Spiegelman tenia algo más que decir por aquel entonces, y bien claro que lo decía:
Leanlo, releanlo, repasenlo una y mil veces y siempre dirá lo mismo.
"Historieta".
Palabra bonita, redonda, completa, saciante, que llena la boca. Que una vez dicha deja la sensación de que queda todo explicado.
His-to-rie-ta
Leedla una vez más, decidla una vez más.
Historieta.
Palabra de Art Spiegelman, autor de Maus. Historietista.
Y cuando otros os vengan con la milonga de la novela gráfica, ya tendréis argumentos para llevarles la contraria.
RumiAdlo!, que yo os dejo que tengo cosas que hacer, por lo pronto estoy imprimiendo reseñas de lo buenísimo que es el Superman de Snyder y Lee y las meteré para que salgan cuando vuelva a desplegar la página póster dentro de un tiempo. Y si no hiciera tanto calor igual luego me atrevía con unas lentajas con morcilla.