Si alguna persona pasase varias décadas en coma y despertase en los tiempos actuales, montaría una sesión de censura podría visionar los listados de nuestras novedades del mes y quedarse tranquilo, pues no debe haber pasado tanto tiempo, tal es la cantidad y entidad de los clásicos que se publican en nuestra piel de toro. Comprobaría que estaba saliendo hasta cosas inesperadas como el Power Pack de las Simonson y Bringman, Peter Porker, los Nuevos Titanes de Wolfman y Pérez, la conclusión de los Guardianes de la Galaxia de Gallagher y West... luego ya tras la rehabilitación y poder ir a las librerías vería que las grapas de entonces se han dopado bastante.
Pero también notaría otros cambios. Ahí sigue por ejemplo Miguel G. Saavedra, pero…¡pero está escribiendo sobre cosas de Marvel! pues sí, años lleva así a sus espaldas y con mayor producción escrita que todo lo que redactó para Zinco, pero se le sigue recordando sobre todo por aquello. Es como cuando se llama la Patrulla Nueva a la de 1975, o se dice que Alaska ahora se llama Fangoria, o que El Último de la Fila se han separado hace poco.
Y es que lo de Zinco en 1987 fue un puntazo. Un día publican al trantrán series sueltas de DC sin apenas conexión entre ellas junto con tebeos italianos de culos, y de repente al siguiente se descuelgan con el Superman de Byrne, las Crisis en Tierras Infinitas con artículos explicativos de aquel universo de DC, Watchmen, tomos de calidad para sacar seriado del Dark Knight… La historia tras todo aquello bien merecería un libro. Cómo aquel par de colaboradores convencieron a los editores para que pusieran recursos y ganas, para que arriesgasen con nuevos formatos más caros para un público acomodado a encontrarse cada mes las mismas series con los mismos precios y los mismos formatos. Y abrir con ello nuevos frentes y marcar el camino a seguir a los demás.
Estas cosas se consiguen no solamente en los despachos. Ahí tuvo que haber mano izquierda, tuvo que haber compadreo, tuvo que haber alguna que otra cena que terminó tarde, para convencerles de que se arriesgaran. Y cuando tuvieron el visto bueno, casi seguro que comenzaron a editarlo todo a toda prisa para tener el máximo adelantado cuando se diera el probable caso de que a la mañana siguiente los mandamases recapacitaran y quisieran echarse un poco atrás «Pero como vamos a pararlo si ya está todo traducido, maquetado y hecho, hombre…«.
Y no tengo duda ninguna de que el checklist de novedades de su tercer mes que publicaron en el 13 de Green Lantern (en el que dieron un salto de seis números para pasar de un Hal Jordan exiliado por el espacio al anclado en la tierra con Wein, Gibbons y el Predador) debió hacerse tras ese visto bueno en una cena que terminó tarde. En esa misma noche, seguramente.