Entre las cosas más inexplicables del mundo del cómic está esa extraña alegría por los números uno. Y, sin esperarlo, me encuentro escribiendo una Columna #1 rodeado de Números Uno (Bueno…) para la Desorganización No Gubernamental #1 del cómic español (En dura competición con Dolmen, eso sí).
Cuando alguien se compra un número uno (de los de verdad, no esos números enmascarados) se puede encontrar apenas dos cosas. Orígenes o Caos. O te cuentan las primeras andanzas de «Fulanito de Tal» y como llegó a ser lo que le toque: superhéroe, dependiente del videoclub, heredero de una gran corporación… o te meten con el embola’o en marcha sin que puedas saber muy bien que pasa y a instancias de lo que te cuenten en los primeros números.
Pero además es que lo saben. «Me ha gustado pero hay que esperar.. solo es el primer número». «No sé, no me convence… pero como es el primer número… puede que les falte rodaje» Sí, rodaje, calentamiento, hacerse a la serie… Los números iniciales tienen excusas para justificarse, incluso da igual lo que hagan, por muy bien que salga porque, eh, es un número uno, hay que esperar a ver como evolucionan.
Pero inexplicablemente al público le encantan los números uno. Si hubo una revolución en los noventa fue esa. A la gente parecían encantarles. Por eso fueron haciendo más cómics que no eran chicha ni limoná y a los que además nadie les pedía gran cosa… más allá de los número uno. Este es el secreto de Spawn, cada número es un Número uno.
Y espero que ese sea el secreto de estas columnas. De este blog. Porque aunque no está claro si este post sirve para establecer un origen o pillar de improvisto sí espero que a nadie le importe demasiado, total solo es el número uno… y además hay más números uno escribiendo esta columna.
Aviv Bör!