La de los guionistas de Spiderman

Corría el año 2001. El 2002 iba detrás. El año 2000 ya no corría. Una nueva estrella llegaba a la cabecera más relevante de Marvel, The Amazing Spider-Man. El nuevo guionista, J. Michael Straczynski, venía a revitalizar al cabeza de red tras una larga década de complicaciones y problemas editoriales. Al fin y al cabo al guionista anterior, Howard Mackie, le acabaron colocando a guionizar bajo pseudónimo una cabecera nueva y minoritaria del universo mutante llamada Brotherhood. Mackie era el último superviviente del despacho arácnido de los 90. Michelinie se había ido a comienzos de la década con Jim Shooter a Valiant. Gerry Conway se había ido a hacer televisión. J.M.DetMatteis había aguantado heróicamente, pero llevaba años alejado de las cabeceras arácnidas. Tom DeFalco se había ido a retirar a la cabecera de Spider-girl, en la que moraría durante una década. Incluso Terry Kavanagh, el menos reconocido de todos ellos, estaba en otros proyectos (aunque para 2001 estaba fuera del mundo del cómic).

Todos aquellos autores habían lidiado durante la década GENIAL! con mil y un obstáculos editoriales durante la gran crisis económica en Marvel y el reinado del príncipe de las tinieblas, Bob Harras. Mackie había soportado carros y carretas y aguantado todo el tiempo que pudo dirigiendo a un Spiderman que ya nadie sabía a dónde iba. Pero con la llegada de JMS todo iba a cambiar. Con un nuevo y flamante nuevo editor en Marvel, la promesa del éxito cinematográfico y un escritor de prestigio televisivo, iban a ser tiempos muy diferentes en el despacho arácnido.

Corría el año 2007. Resulta que hasta a los flamantes nuevos editores se les acaba la buena suerte y a los guionistas estrella se les acaban cortando las alas. Tras una complicada segunda etapa a los mandos de la cabecera principal de Spiderman, JMS se retiraba de la dirección del personaje. Fue una marcha amarga en la que no debió pesar poco la decisión editorial de borrar de un plumazo el que había sido el eje principal de sus 6 años escribiendo al personaje: el matrimonio entre Peter y MJ.¿La solución? Volver a la vieja fórmula que ya había funcionado en los 90, con una cabecera poblada con una mesa de guionistas que irían turnándose en distintos arcos mientras iban tejiendo una etapa común. La cosa duró poco antes de empezar a tirar de guionistas invitados (incluyendo algunos de los de la época de los 90) y el desmorone fue creciendo. No todas las decisiones que toma un editor en jefe son correctas, de modo que decidieron dejarle el personaje a un chico bastante majo que pasaba por ahí y que llevaba tiempo en las ligas menores de Marvel: Dan Slott.

A veces no hace falta ser una estrella, es suficiente con ir sobre seguro. Frente a los volátiles cambios que habían sufrido otros guionistas, Slott trabajó bajo la orden de tres editores de Marvel distintos sin soltar The Amazing Spider-Man, constituyéndose como uno de los escritores más prolíficos del personaje bandera de Marvel. En ocasiones polémico, como toda etapa canónica del personaje debe ser, Slott logró mantener la colección en un suave equilibrio donde no se meneaban demasiado las convenciones que había heredado para el personaje. Sí, tuvo sus pequeños desencuentros con la cúpula editorial, como cuando le obligaron a cerrar apresuradamente el arco narrativo del Spiderman Superior para volver a lo viejo conocido al mismo tiempo que salían las películas del personaje. Pero nada destacable.

Sin embargo todo se acaba, y la década de Slott como guionista llegó a su fin. Como sustituto llamaron a un guionista que venía despuntando en las ligas menores de la editorial (como Slott) y conocido por una serie con un fino sentido del humor (como Slott). Nick Spencer, no obstante, no era Dan Slott. Para su desgracia.

Corría el año 2021 y Nick Spencer ya no podía más. La editorial no paraba de subir el ritmo de publicación de su polémica pero bien recibida en términos económicos etapa como guionista arácnido. Había meses que salían hasta 3 números escritos por Spencer y dibujados entre cuatro o cinco artistas diferentes que eran incapaces de cubrir los dictatoriales plazos impuestos desde los despachos. Ante semejante carga de trabajo, el maltrato por parte del fandom arácnido y las promesas de que había dinero trabajando fuera de las grandes editoriales, Nick coge y se larga con viento fresco. La solución? Volver a la vieja fórmula que ya había funcionado en los dosmiles, con una cabecera poblada con una mesa de guionistas que irían turnándose en distintos arcos mientras iban tejiendo una etapa común. Esta vez la llamaron Spider-man Beyond. Y para dejar claro que era un concepto completamente nuevo, volvería a traer a la primera línea a Ben Reilly, el clon de Peter Parker de los 90.

La cosa duró poco (en justicia, esta vez estaba planeado que durase poco) y en seguida colocaron a Zeb Wells como guionista de Amazing Spider-Man. Wells era, no os lo vais a creer,  un guionista que venía despuntando en las ligas menores de la editorial y en un momento de popularidad gracias a una serie con un fino sentido del humor. Y, un par de años después, resulta que está teniendo movidas con la editorial, con el maltrato por parte del fandom arácnido y, para colmo, le han puesto en la chepa una nueva cabecera guionizada por… Dan Slott. El chico bueno. El guionista de oro que parece inmune a las movidas editoriales y a las pugnas entre el despacho y la mesa de guionistas. Pensaron que su secreto era tener monosílabos como nombre y apellido, pero resulta que no. Ni eso.

Nada de esto es nuevo, los guionistas arácnidos de los 80 también tuvieron sus problemas con su editor en jefe, y nos podríamos remontar al primer hombre que escribió tebeos de Spiderman y peleas con su jefe: Steve Dikto. Una etapa tranquila en los guiones de Spiderman es una etapa desaprovechada. ¿Es escribir Spider-man un marrón de primera? Confirmamos que parece serlo. Pero si en los últimos 20 años hay algo que lo ha hecho aún peor parece que es: el cine. La relevancia audiovisual del personaje ha llevado a los editores a tomar cada vez más decisiones rocambolescas alrededor del personaje, movimientos editoriales desesperados que pretenden emular el éxito de las franquicias cinematográficas de Spiderman en los tebeos impresos. Y eso es algo que sencillamente, no parece que vaya a conseguirse a base de quemar guionistas y enfadar a los escasos pero acérrimos lectores. Yo, por mi parte, espero que Wells encuentre más pronto que tarde un lugar donde le traten bien.

Agotados de esperar el fin

La semana pasada se estrenó una nueva película de Marvel. Y esto ha traído… pues lo de siempre. Un montón de hablar sobre cosas de Marvel. Que Guardianes de la galaxia 3 puede ser síntoma de muchas cosas. ¿James Gunn ha hecho esta película a medio gas, ya con un pie puesto en Warner-DC? ¿Han terminado los dorados tiempos de la Marvel destrozataquillas como auguraba Laura Fernández en El País hace un lustro*? La verdad es que esto ha traído la cola de siempre y es que ya empezamos a estar fatigados de esta fatiga que no termina de calar pero cuya repetición está cerca de llegar a las goebbelsianas mil veces necesarias para convertirse en una realidad. Si yo hablase de periodismo español (cosa que, gracias a Dios, no hago) podríamos analizar las cabeceras de los artículos no protegidos por muros de pago y ver cómo Roma está pagando a los traidores.

Sin embargo, parece que en lo que deberíamos centrarnos estos días ocurre más al otro lado del charco y es la huelga de guionistas que ha afectado más a la producción de la serie de Daredevil de Disney que los vaticinios de Laura, y que ha comenzado ya a cobrarse piezas. Por ejemplo, la de David Simon, que tras dos décadas trabajando para la cadena a la que su The Wire facilitó un prestigio de cuyas rentas** ha sobrevivido durante años, parece que ha firmado con La ciudad es nuestra su última producción audiovisual para Warner. Asumimos que a Simon no le faltarán las ofertas para su regreso tras la huelga, siempre y cuando no lo sustituyan todas las cadenas por inteligencias artificiales programadas con las letras de Los Chikos del Maiz.

Si yo hablara de periodismo español (cosa que, de nuevo, os juro que yo no hago) pues sería interesante ver qué tratamiento se le está dando a esta huelga cuya importancia está todavía aún por explorar y cuyo terreno en disputa no solo afectará a la producción audiovisual estadounidense, sino que marcará el camino a seguir en otras partes del mundo. En España no porque ya sabemos que aquí cada vez hacen falta menos guionistas. Fíjate si teníamos pocos en Sálvame que se va a recortar todavía más para darle ese espacio televisivo a Ana Rosa. Volviendo a hablar de Goebbels.

Lo que puede resultar de esta batalla no solo afectará a la producción televisiva y cinematográfica, sino que también se hará sentir en otro medio, el nuestro, el del cómic. Porque no hay nada que diga más “industria del cómic de superhéroes” que robarle a los creadores sus ideas para regurgitar plagios secuenciados de forma constante. No podemos descartar, de hecho, que no haya ya tebeos de superhéroes que estén siendo escritos* por Inteligencias Artificiales en el mercado, ocultos bajo exóticos seudónimos. Quizá estamos más cerca de que una IA sea editor-en-jefe de Marvel Cómics que de que lo sea una mujer.

Las diferencias, sin embargo, están ahí. En primer lugar porque los guionistas de cómics cobran tan poco que es menos imprescindible sustituirlos por máquinas. Total, ya se les trata como a tal hasta que se van a Substack o a donde sea que se ha largado Nick Spencer. Y en segundo lugar, porque de ocurrir algo así, debemos recordar que los guionistas estadounidenses no podrán hacer una huelga, puesto que no tienen un sindicato. No pueden tenerlo. De modo que cuando a alguien se le ocurra la idea se aplicará y punto. Y ya sabemos lo respetuosos que son los fans con los autores de sus obras favoritas, por lo que la posibilidad de que a falta de huelga tengamos un boicot ya sabemos que es nulo.

¿Y fuera de USA? Pues estamos en una situación similar. Sustituir a guionistas españoles sabemos que no merece la pena, porque no ganan ni para pagar la luz que cuesta tener a un robot leyendo tebeos*. Y esto es aplicable seguramente a toda la industria nipona, con el agravante de que ahí los muy animales encima se pluriemplean como dibujantes. No quiere decir que no haya intentos, claro. Pero por el momento no son demasiado buenos, y solo nos sirven para recordar qué medios se pusieron a decir que lo legal es legal y si no es ético no es nuestro problema, que para algo somos periodistas de tecnología. “El momento ha llegado” y esas cosas que diría si yo, ya lo sabéis, hiciera eso que no hago: hablar de periodismo español.

¿Cómo? ¿Que si sark me pisó el post y he pasado de escribir otro? No sé de qué me hablan.

*Artículo oportunamente protegido a día de hoy con un muro de pago.
**Y del dinero de «Sexo en Nueva York»
***Porque portadas alternativas hechas con IA ya sabemos que nos las vamos a comer con patatas.
****¡La Edad de Oro del Cómic Español!

Motivos para no ver The Flash

Un posteo no llega ni pronto ni tarde. Llega exactamente cuando debe llegar. Por ejemplo, yo llevo meses diciendo que tengo un posteo sobre muñecos. Pero todavía no ha salido porque, oye, no es su momento. También dije que iba a documentar la ilustre labor de la Sectorial del Cómic pero de momento no lo he hecho por, quizá, todavía no es el momento. Que se vienen elecciones, primero autonómicas y luego de las que tienen más intriga, y quizá para entonces sea interesante volver a hablar de la sectorial.

Sin embargo, una película no es un posteo. A veces llega pronto y otras veces, las más, llega tarde. Por ejemplo, la Daredevil de Mark Steven Johnson llegó pronto. En 2005 el publico aceptaba moderadamente bien Batman Begins, una película en la que los personajes no vestían sus atuendos habituales sino una versión “realista” de los mismos, algo que un par de años había desatado las críticas de los fans contra la película protagonizada por Ben Affleck. En 2008 se estrenaba Iron Man, siendo uno de sus elementos más celebrados una banda sonora rockera llena de “needle drops”, cuando apenas un lustro antes había sido fuertemente criticado el uso de temas de rock mucho más modernos y contemporáneos para el Hombre sin Miedo. No quiero imaginar cuánto se hubiera celebrado hace una década que hubiera aparecido una película con referencias constantes a personajes oscuros de los cómics y a los autores más emblemáticos del personaje, pero esas virtudes no se tuvieron en cuenta en 2003 para juzgar Daredevil. Incluso la elección de casting de Ben Affleck, uno de los elementos más recurrentes en su momento, destaca al compararse con la reacción del público cuando una década después el mismo actor fue seleccionado para interpretar a Batman.

Como digo, hay películas que llegan demasiado pronto.

Hay directores que son visionarios. Y no, no me refiero a Mark Steven Johnson que después de Daredevil dirigió la primera película de El Motorista Fantasma antes de abandonar los superhéroes para dedicarse al mucho más lucrativo mercado de las comedias románticas. Pero si hablamos de películas que llegaron antes de tiempo, en algún momento habrá que hablar del Hulk de Ang Lee, que ya adelantaba en 2003 algunas de las cosas que le aplaudirán a Scott Pilgrim contra el mundo en 2010. 

Y, por supuesto, hay películas que llegan tarde. The Flash llega muy tarde. En términos cronológicos es la que más tarde llega, aunque desde luego no está para presumir en el ámbito teórico. Y es que Morbius es una rareza, una joya que llega tan tarde conceptualmente que de haber salido en 2012 seguiría habiendo llegado tarde. The Flash llega tres o cuatro años tarde, lo que nos señala que de haberse estrenado en su fecha original… quizá habría llegado a tiempo. Pero claro, entonces hablaríamos de una película muy diferente.

Ver el trailer de The Flash es como ver una parodia del SNL de Spiderman No Way Home. Y esto nos plantea un dilema. Por una parte, no ir a ver la película de The Flash para dar carpetazo definitivo al DCEU. Para demostrar su inviabilidad económica. Para, con suerte, convencer a alguien de no estrenar Aquaman 2, una película que realmente nadie tiene ganas de promocionar.

Por otra parte, no ir a ver la película de The Flash para darle la razón a quien decidiera darle la patada a toda esa gente que estaba detrás del DCEU. Snyder, Johns, Hamada… todos se equivocaron y hay que celebrar que ya no estén. Y qué mejor forma de celebrarlo que dejar que su último legado de estrelle.

Obviamente, otro motivo sería dejar claro que no estamos de acuerdo con seguir dándole trabajo a Ezra Miller en una temporada. E incluso protestar simultáneamente por la cancelación de Batgirl. No es que ninguna de las cosas sea una preocupación demasiado fuerte, pero no deja de ser una razón.

Pero… por otra parte, hay otro motivo de peso para no ir a ver The Flash. Un motivo para desear que sea un fracaso en taquilla. Y es esperar a ver cuántos golpes puede encajar James Gunn antes de que le peguen la patada por el fracaso de unas películas que se decidieron antes de que él pinchase ni cortase nada en los planes cinematográficos de Warner.

Y todos sabemos que ahí está el verdadero espectáculo.

Todos somos adyacentes, pero el cómic es dulce

Ya sabemos todos que el cómic está como está, pero como que lo comic-adyacente está que se sale. Este es el año de lo comic-adyacente en ADLO! y no va a deternerse. Porque noticias sobre lo comic-adyacente no paran de salir. Por ejemplo, un tráiler de una película comic-adyacente (digamos, Spiderman cruzando el multiverso) tiene garantizado salir en los periódicos de gran tirada en español. Esto es, en el As y en el Marca. Sin embargo, que un Premio Nacional del Cómic abandone la dirección de uno de los eventos de tebeos más importantes de la península se tiene que conformar en salir en medios con menos lectores, como El Español (que no su comic-adyacente Sala de Peligro) o El País.

Por supuesto, lo que ocurre con esto de Viñetas desde o Atlántico es que es un tema político, y a los lectores de cómic la política no les interesa. De hecho, si metes algo de política en los cómics de superhéroes como, por ejemplo, un Lobezno refiriéndose a alguien en lenguaje neutro, a los lectores no les importa. Porque no les interesa la política. Así que, ¿qué pasa con lo de la organización de Salones del Cómic y no Salones Comic-Adyacentes? Pues que solo el importan a la gente que lee periódicos de política, que probablemente son los mismos que leen novelas gráficas o fanzines, o cualquier cosa que no sea cómic.

Todo esto, por supuesto, es cómic-adyacente y, por tanto, ajeno al momento dulce de lo cómic-adyacente, o, como les gusta llamarlo a los críticos y divulgadores, la Edad de Oro del cómic. Da igual que la revista de cómic ya no salga todas las semanas, que se recorte el presupuesto público para los eventos culturales o que cierren las tiendas de tebeos, porque lo importante son las cátedras, las charlas a las que vienen los amigos, las sillas en las mesas que importan y los premios Princesa de Asturias. Eso sí que es importante.

La penúltima muerte de Ike Perlmutter

Llamar a Ike Perlmutter “el hombre que revivió Marvel” podría parecer una broma de mal gusto, pero cuando corona un titular de El País deja de ser graciosa para ser una desvergüenza. No se confundan los lectores de ADLO!, no vengo a leerle la cartilla a Luis Pablo Beauregard, corresponsal autor del texto de El País. Primero porque entiendo que si tu campo de atención “cubre migración, cambio climático, cultura y política” no estás para, encima, saber de qué van las cosas esas de los tebeos que pasaron hace mucho tiempo. Y segundo porque si creyera que los titulares de El País los eligen sus redactores, tendría un par de amigos menos.

Pero vamos al fondo de la cuestión, una de la que se ha hablado mucho en los últimos años, y es el perfil de Perlmutter. Lo primero es que no es la primera vez que “despiden” al viejo Ike de Marvel, ya “ocurrió” (de esta forma en la que ocurren las cosas en lenguaje periodístico, en simulación en diferido) en 2015, cuando Disney se lo quitó de encima como intermediario de forma que Kevin Feige respondiera directamente ante The Walt Disney Studios. Aquello se vio por parte de los influencers como el fin del reinado de terror de Ike. Pero por supuesto, él continuó como presidente de Marvel Entretainment, influyendo en otras muchas decisiones que durante los últimos 8 años han impactado sobre la fábrica de IPs que siguen siendo los tebeos Marvel y su proyección a otros medios.

Parece que ahora sí que sí Perlmutter termina su paso por la historia de la Casa de las Ideas, donde será recordado no como el hombre que la revivió, sino como el tipo (uno de los dos tipos) que se hizo con ella aprovechando cuando peor estaba. En los 90 Marvel no estaba muerta, aunque le quedaba bastante poco. En aquel momento Ike, junto con su amigo socio Avi Arad, formaban parte ya de la dirección de Marvel, que se encontraba al borde de la quiebra por aquello de que sus autores de más talento se hubieran ido a montar su propia editorial, pésimos acuerdos financieros (aquello de vender los derechos audiovisuales mutantes por calderilla) y una crisis en el sector del tebeo que amenazaba con llevarse a la famosísima editorial de Spiderman. Entonces, aprovechando la tesitura y la información interna, Ike y Avi se las apañaron para comprarse a ellos mismos, adquiriendo Marvel a través de otra de sus empresas: Toy Biz.

¿Supuso esto la salvación de Marvel? Supuso una salvación. Con la compañía cogida con más firmeza y una mentalidad empresarial renovada, ambos socios se las apañaron para salvar la editorial de la bancarrota a base de mercantilizar al máximo las licencias, recortar los gastos hasta el extremo (con decisiones como que los trabajadores de Marvel tuvieran que llevar sus propios rollos de papel higiénico a las oficinas) y la venta de más derechos audiovisuales a cambio de calderilla (los de Spiderman, por decir los más sonados). Perlmutter y Arad se las apañaron para quitarse a codazos a todos los que en otro momento habían dirigido Marvel y a comienzos del Siglo XXI impondrían su liderazgo, coincidiendo con el lanzamiento de películas basadas en sus personajes que revalorizaron sus activos y generaron toneladas de merchandising. Salvados por la campana.

En una industria llena de artistas que fueron capaces de revitalizar personajes olvidados, conceptos antiguos que lograron un nuevo éxito, hablar de “revivir” no debe ser baladí. Salvo que hablemos de personajes muertos en la ficción. A lo largo de sus muchos años de tebeos de superhéroes, varias figuras han revivido Marvel cuando parecía que estaba en su peor momento. Ike Perlmutter nunca fue uno de ellos. Solo se trataba de un empresario avaricioso y mezquino que por casualidades de la vida acabó haciendo presa durante más de 25 años de una de las más maravillosas fábricas de arte que existían. Vaya donde vaya seguirá siendo igual. Y no sabemos si Marvel irá mejor sin él. Sí que sabemos que le echaremos muy poco de menos. Hasta nunca, Ike.

Spiderman en Nunca Jamás

En los últimos meses he visto a bastantes personas quejarse de que el debate sobre el estatus de Spiderman dentro de los cómics Marvel siempre retrotrae hasta el Mefistazo y One More Day.  Incluso yo mismo he caído en ello. Sin embargo, cuantas más vueltas le doy, más lógico me parece. A pesar de que se trata de un cambio en el personaje que ya tiene 15 años, la realidad es que desde entonces no ha habido mucho más que decir. Lo que Spiderman ha estado haciendo en los cómics desde entonces ha causado tan poco revuelo y dejado tan escasa impronta, que es inevitable regresar una y otra vez a hablar de las cosas que hicieron algo por el personaje, bueno o malo.

Y es que la realidad es sencilla: Spiderman ha sido un personaje con una marcada evolución y cada vez que parecía estancarse, alguien venía para ponerlo todo patas arriba. Algunos de los momentos fundamentales era más discretos (como la graduación de Peter Parker en el instituto y su llegada a la universidad) y otros más llamativos (por ejemplo, la muerte de Gwen Stacy). Unos años después, ya fuera de las dinámicas estudiantiles, Peter evolucionó a nuevas historias, se desligó de MJ, la otra novia de juventud, para entrar en la vida adulta y el sexo fuera de plano con la Gata Negra en 1979. A partir de entonces comienza un Peter más adulto con nuevas preocupaciones: un traje alienígena del espacio, una novia criminal, las guerras de mafias de Nueva York o, al final de todo aquello, el matrimonio con Mary Jane en 1987.

A partir de aquí comenzaría un nuevo capítulo en la vida de Peter. Un capítulo extremo que incluyó la muerte de su Tía May, la dramática conclusión de su rivalidad con su amigo Harry Osborn, el nacimiento de nuevas némesis como Veneno y Matanza o la llegada de la paternidad. Llegados a este punto en Marvel decidieron pensar que Peter no podría cambiar mucho más. Y que Spidey no podía simplemente asentarse y convertirse en un adulto rutinario más. Por lo que decidieron optar por el reemplazo. Craso error. Lo que los lectores queríamos era acompañar a Peter en esa nueva vida, con su hija en camino, con sus viejos amigos y enemigos. Seguir creciendo con él. Y hubo que matar a Ben Reilly. Una traición en toda regla, porque nada hubiera animado más la colección que tener al viejo hermano, a Ben, junto a Peter. Pasar de Spiderman a Spidermen. Pero las traiciones no acabaron ahí, también la hija prometida desapareció.

Llegaban entonces los años 2000 y con ellos vendrían nuevos cambios en la vida de Peter. Tras una breve pero intensa separación, MJ y Peter volverían a vivir juntos, y la vida del alter ego de Spiderman se centraría. Cambiaría su precario trabajo de periodista por una carrera docente en el instituto que le vió crecer. Cambió su círculo social y también su entorno. Spiderman se iba a implicar en estos años en ambientes ajenos para él hasta ahora: los supergrupos como los Vengadores o la magia. También sus villanos cambiaron, con el temible Norman Osborn a la cabeza que ya no aspiraba a matar novias o a financiar clones sino a destruir superhéroes desde oficinas gubernamentales o matar inocentes de forma secreta.

Y entonces llegó el Mefistazo. Un reinicio en la vida de Peter que lo devolvió varios pasos atrás en esta historia, a algún momento silencioso entre los 70 y los 80. Una realidad paralela, un clasicismo que no existía. No solo volvió Peter, también volvió su viejo círculo de relaciones, con Harry revivido para más inri. MJ volvió a irse pero no para ser sustituida, como a comienzos de los 80, por una nueva relación que trajera nuevos escenarios sino para protagonizar un tira y afloja donde otras parejas entraban y salían como en una picadora de carne. La némesis principal de Peter volvía a ser, demasiado a menudo, un Norman Osborn que tras los sucesos de Reinado Oscuro volvía a sus fechorías de siempre, ahora pasadas de moda y mundanas. Dan Slott propuso muchas posibilidades pero fue descartando casi todas y no es de extrañar que la más desarrollada, Superior Spiderman, sea la más recordada y mejor considerada de ellas. Incluso estuvo a punto de dejar a Peter con un nuevo futuro como director de Industrias Parker, pero también ese cambio de paradigma se truncó sin llegar a nada.

Después llego Nick Spencer, pero él tenía otros planes que no incluían revitalizar el personaje con un gran cambio. De nuevo, el eje eran Norman, Harry, Peter y MJ. Las otras posibilidades, como un equipo de Spidersonas (mayoritariamente femenino) dirigido por una Madame Web se quedaron en el aire hasta que el autor, quemado por completo, dejó la colección. Llegó entonces Spiderman Beyond, y de nuevo Ben Reilly venía a tomar el manto de Peter. Pero Marvel quería dejarnos bien claro que aquello no era como eso de los noventa. Esto era temporal. No era para siempre. Tanto es así que toda la etapa estuvo más hablando de su temporalidad que de otra cosa.

Y sin embargo, quizá esta vez era el momento de sustituir a Peter. Frente al Peter de los 90 que tenía todo un mundo de posibilidades y nuevas situaciones de frente, tenemos ahora un Peter Parker atascado en las mismas dinámicas desde hace más de una década. Donde antes teníamos una rica y prometedora galería de secundarios ahora nos encontramos ante la nada absoluta, agotados la mayoría de los comparsas más relevantes de los últimos años y sin previsión de aportar ninguno nuevo de calidad. Quizá el cambio en Norman Osborn que había ofrecido Spencer podría haber sido la base para algo más, pero en el fondo no era suficiente y se parecía demasiado a lo ya apuntado en otros momentos con Iron Man o la propia Industrias Parker.

Pero la Marvel de ahora es mucho más cobarde que la Marvel de 1995. No se atrevieron a dejar a Ben como hermano, no se atrevieron a recoger el testigo de otros personajes arácnidos, no fueron capaces de aprovechar a un personaje con una pequeña pero suculenta galería de secundarios y nuevas relaciones por delante. Volvieron a hacer como Slott. Volvieron atrás. Retrocedieron a lo de siempre.

Revitalizar un personaje no es fácil. Con un supergrupo puedes mover unos cuantos componentes y crear dinámicas nuevas. Con un personaje como Spidey eso es más complicado. Demasiados elementos asentados durante demasiado tiempo y en demasiadas adaptaciones como para competir, parecen pensar los guionistas y los jefazos de Marvel. Un pensamiento conservador y cobarde que nunca logra dejar su impronta en la Historia. La Gloria solo está al alcance de los audaces y hoy más que nunca Marvel necesita la audacia, mejor o peor orientada, que ha sido bandera del personaje durante toda su historia. No necesitamos un buen guionista, necesitamos un guionista valiente con libertad para darle a Spiderman una nueva oportunidad.

Mientras tanto seguiremos teniendo lo mismo de siempre y poco a poco añoraremos más aquellos tiempos, locos y salvajes, en los que no solo lo parecía sino que estaban pasando cosas.

Dullbert

Una cosa en la que puedo confiar es que si en algún momento quiero hablar de un marrón, hay dos opciones. O Sark ya ha escrito sobre ello o Sark ya me ha dejado el recadito de que lo haga yo. En este caso, por suerte, se trata del primer supuesto. De modo que por resumir mucho digamos que Scott Adams, el señor que creó Dilbert en aquella época en la que los webcómics eran un medio privilegiado lleno de oportunidades e internet iba a liberar las mentes de los ciudadanos del mundo, se ha hecho facha. Muy facha. O al menos, se ha destapado como tal. Cosas de divorciarse dos veces, de fliparse con Trump, de que Elon Musk te recomiende. Cosas que pasan cuando llevas años ganando dinero haciendo siempre lo mismo: acabas siendo un rancio. Como Alaska y Mario. Vamos, que probablemente era facha de antes.

El caso es que en lugar de seguir dándole bolo a sus cosas de facha, muchos autores han decidido reapropiarse un icono del noveno arte y del mundo digital como Dilbert y resignificarlo bajo una nueva dirección.

Sin embargo, la opción más habitual ha sido especular sobre nuevas posibles tiras de Dilbert bajo la nueva dirección que Adams, cada vez más enloquecido en su proceso de víctima de la cancelación, está tomando.

Es posible que a estas alturas ya hayáis notado cierta tendencia. Como un tropo visual bastante habitual. Esto es porque las tiras de prensa son cómic solo muy flojito y por tanto, no son un campo tan vibrante y creativo como el cómic de superhéroes.

Bueno, vais pillando la idea. En realidad esto es solo una muestra, claro. Hay más, ¡algunos incluso no incluyen referencias al KKK!

Por supuesto, toda este post viene a cumplir dos funciones en este blog. Por un lado, entendiendo ADLO! como el mayor repositorio de la Historia del Cómic en castellano de los últimos… bastantes años, es necesario preservar todos estos documentos para cuando Twitter fenezca y deje de funcionar. Por otro lado, al tratarse de una organización centrada en la DEFENSA! de los autores, uno podría pensar que desde aquí tenemos una postura completa. ¿Debemos considerar a Scott Adams un autor que necesita ser defendido?

Esta pregunta solo puede venir de una mente distraída que no haya hecho caso al punto esencial de este post. Y es que las tiras de prensa (y ya que estamos, los webcómics) no son cómics de verdad.

Mujeres y trabajadoras

Qué buen día para que en esta desorganización tan descompensada en cuestiones de género los tíos nos callásemos la boca, ¿no? Pero qué oportunista sería buscar publicar hoy un -¿quinto? ¿sexto?- artículo firmado por una mujer. Podríamos pasar de largo del día de hoy y no hacerle demasiado caso. Si os soy sincero, he estado a punto de hacerlo.

En su lugar, me ha parecido una buena idea de hablar de algunas mujeres que también han conseguido un triunfo. Que se han impuesto a la adversidad, que han sido pioneras en una gesta en la industria que nadie creía posible hasta hace bien poco. No os voy a hablar de jefas ni de editoras, ni de propietarias ni de galardonadas. El post de hoy trata sobre Leanna Caunter, Melissa Gifford, Chloe Ramos, Tricia Ramos y Erika Schnatz.

Es bastante probable que no os suenen sus nombres. No son dibujantes ni guionistas de cómics. Sin embargo, son trabajadoras en la industria del cómic estadounidense. En Image, nada menos. Hace año y medio (junto con algunos compañeros varones) organizaron Comic Book Workers United, el primer sindicato de la industria del cómic en la historia de Estados Unidos. Pelearon duramente porque Image no quería reconocerles como sindicato. Tuvieron que luchar mediáticamente y en sus oficinas y puestos de trabajo para lograr el reconocimiento como sindicato y que se les admitiera como un interlocutor válido. Os lo conté un poco por encima aquí.

El pasado mes de febrero lograron la firma del primer convenio de la industria que se ha redactado con un sindicato en la mesa. Además, han inspirado otro sindicato en la editorial Seven Seas. Si queréis saber más sobre qué están reclamando, podéis leerlo en su web.

Que un grupo de trabajadores (con mayoría femenina y presencia latina, oye) consiga derechos siempre es una gran noticia para nosotros. Al fin y al cabo, esto es ADLO! y cuando se trata de DEFENDER, los derechos laborales son de lo primero.

En las capas de Photoshop nadie puede oír tus gritos

Una semana más yo quería hablar de lo de los muñecos y los tebeos pero no dejan de pasar cosas. Literalmente, no dejan de ocurrir sucesos que parecen atraer mi atención. Algunos ni siquiera tienen que ver con lo de los tebeos, como la cosa sobre Dungeons and Dragons de la semana pasada. O, yo qué sé, lo que ha pasado recientemente con la idea de que Warner esté preparando algún tipo de contenido audiovisual con las licencias de El Señor de los Anillos.

Y no es que dentro del mundillo de los tebeos las cosas estén calmadas. No, qué va. Por ejemplo está lo del Salón del Cómic de Barcelona que ya no se llama así pero que sigue siendo el Salón del Cómic de Barcelona haciendo sus mierdas de siempre y ahora la gente se queja porque Ficomic no deja a los autores ir a vender los derechos de sus obras (esos mismos autores que hace un par de años decían que no irían hasta que no le dieran el Gran Premio a un autor de cómics como, por ejemplo, no sé, Carlos Pacheco). Pero de esto ya os hemos hablado y os seguiremos hablando en ADLO! Porque hoy vengo a hablaros de una cosa mucho más sencilla.

Tuit original mientras dure tuiter, aquí.

Y es que cuando Marvel se pone a editar un tebeo de Alien, tiene mi curiosidad. Cuando quien lo dibuja es Salvador Larroca sé que tengo delante un buen post. Y es que número tras número vuelve a saltar la polémica con alguna página en la que el bueno de Salva utiliza una *ejem* “referencia”… de una forma tan visible que todo el mundo se da cuenta. Ya sea porque ha dibujado la junta de las articulaciones del juguete, ya sea porque sus aliens están limitados en sus poses a las mismas que pueden adoptar las figuras de NECA. La polémica lleva durando meses, para frustración de los aficionados a la franquicia y para alegría de los que hasta ahora habían sido sus víctimas *ejem* lectores principales: los lectores de tebeos de Star Wars de Marvel.

Montaje visto en este otro hilo de tuiter.
Esta otra es de Reddit, donde Salva también tiene un club de no-fans.

A veces ya ni siquiera es porque esté plagiando otras fotos o fotogramas del videojuego, sino porque reutiliza su propio trabajo. Pero como asociación de DEFENSA que somos, debemos argumentar que esto es una técnica habitual. Y que los aliens son difíciles de dibujar y es normal aprovechar las referencias. Y que el resto del dibujo es tan feo que hay que estar muy dedicado a encontrar los plagios, porque yo he preferido leerlo de corrido sin mirar mucho. Y , además de todo, el cómic está siendo tamaño tostón que la presencia de Larroca no está estropeando nada.

Tuit original aquí.

Como nota positiva, comentamos que ya se ha anunciado que el dibujante español abandona la colección para dedicar su indómito uso de la ilustración digital en nuevas y prometedoras cabeceras.

Hay vida más allá de los cómics (y no es demasiado mejor)

No es la primera vez que hablo de Wizards of the Coast en este blog. No será la última. El caso es que ha ocurrido algo los últimos meses que, aunque puede parecer que no tiene relación con los tebeos, sí que la tiene. Al final todos los caminos llevan a Roma. Para quien tenga la suerte de no codearse con jugadores de rol por internet, empecemos por el principio de toda la movida. Hablemos de Wizards of the Coast.

Wizards of the Coast es una empresa de juegos de mesa y de rol creada a comienzos de los años noventa. Su primer gran hito fue darle la oportunidad a Richard Garfield para crear un juego de cartas llamado Magic the Gathering en 1993. El éxito rotundo del juego de cartas coleccionables permitió a WotC convertirse en un gran nombre en la industria del rol y los juegos de mesa y unos años después, en 1997, la empresa de Seatle se hacía con otros dos empresas emblemáticas: TSR, propietarios del popular Dungeons & Dragons y Five Rings Publishing Group, que un par de años antes habían creado el juego de rol de La Leyenda de los Cinco Anillos.

Aunque Wizards ha controlado muchas otras importantes y lucrativas propiedades intelectuales, las dos joyas de la corona siempre han sido Dragones y Mazmorras y Magic the Gathering. La aproximación al mercado de cada uno de los dos juegos ha sido notablemente distinta, aunque en ocasiones, lo que ocurre en una de las manos de WotC sirve para intuir por dónde van a venir los tiros en el otro gran producto. Sin embargo, para el tema de hoy lo que nos interesa es, sobre todo, lo que ha ocurrido en relación a Dragones y Mazmorras. Y es que tras la adquisición de TSR, los jefazos de WotC comenzaron a elucubrar con una nueva edición del juego (que desde los setenta había tenido dos ediciones). La conocida Tercera Edición vio la luz al final de siglo, en el año 2000, e incluía uno de los cambios más revolucionarios que ha experimentado el mundillo del rol desde sus orígenes: el Sistema d20.

Como cabe esperar por su nombre, el Sistema d20 lo que hacía era unificar la gran mayoría de tiradas del juego a un solo dado de 20 caras. Para realizar cualquier acción ya no era necesario consultar qué dado se debía tirar, sino que una tirada con veinte opciones decidía el éxito o fracaso de la acción, reservando el resto de dados de distintas caras para algunos instantes precisos, como el daño causado. La simpleza del sistema, que venía a resolver cierta barrera de conocimientos de entrada para nuevos jugadores, vino acompañada de otra decisión audaz por parte de Wizards of the Coast: la Open Game License. La OPG venía a reconocer a cualquier otra persona o empresa la posibilidad de utilizar el System Reference Document (esto es, la base mecánica de Dungeons & Dragons) para crear nuevos juegos o licencias sin tener que abonar ni un solo dólar a Wizards of the Coast. Se trataba de una licencia perpetua y mundial que permitía implementar el sistema d20 en cualquier parte.

Y no es baladí ese “cualquier parte”, porque no estamos hablando solo de los innumerables suplementos creados para D&D que utilizan otras ambientaciones o tonos. También hablamos de compañías que han crecido al calor de juegos adaptados al sistema d20, como es el caso de Paizo, que en 2009 crearía la más popular alternativa a Dungeons & Dragons: Pathfinder. Sin pagar nada por utilizar el mismo esquema de reglas básicas. Incluso videojuegos han utilizado el sistema d20, siendo uno de los más populares la serie Star Wars: Knights of the Old Republic, iniciada por Lucasarts en 2003. La jugada, a pesar de lo que pueda parecer, salió redonda: D&D recuperó el puesto preponderante en el mundo del rol que otros juegos más modernos estaban disputándole y alumbró una generación entera de nuevos juegos y de formas de pensar el rol.

Pero ocurre otra cosa importante mientras se prepara la Tercera Edición y la OPG. En 1999 Hasbro, el gigante juguetero, compra Wizards of the Coast. Y poco tiempo después Peter Adkison, quien fuera fundador de WotC, sale de la empresa, consumando el control de Hasbro sobre la casa de Magic the Gathering. De hecho, al parecer la marcha de Adkison tiene que ver con que tras la creación de Tercera Edición este se encontraba trabajando en un videojuego ambientado en el mundo de Dragones y Mazmorras en el que también estaría trabajando Richard Garfield. Todo esto quedó truncado cuando Hasbro decidió controlar los derechos interactivos de las licencias de Wizards a través de Hasbro Interactive. La división de videojuegos de Hasbro había tenido un momento de pequeña gloria en los 90, llegando a adquirir el nombre y las licencias del otrora emblemático Atari, pero la burbuja de las puntocom había dejado a Hasbro Interactive raquítico. Para hacernos una idea en 2002 se licencia Neverwinter Nights, un título de culto desarrollado por BioWare y que todavía usa las mecánicas de Advanced D&D, la edición del juego anterior al sistema d20.

Ojo porque ahora veremos que esta imagen corporativa es una farsa.

Aquí vuelve a ser importante ver de dónde venimos, y en concreto cómo está Hasbro, la propietaria ahora de Wizards of the Coast. En 2001, y tras la salida de Adkison de la compañía, la juguetera propietaria de Scrabble y Monopoly absorbió casi toda la independencia de WotC, siendo bastante complicado saber exactamente cuál era el peso de la filial de rol y cartas coleccionables en el conjunto de la empresa. Sin embargo, este silencio pareció romperse en 2021, cuando en su evento para inversores se desglosaron los ingresos de algunas de las ramas de la compañía. Resumiéndolo mucho, Wizards generaba 816 millones de dólares mientras que el resto de ingresos de Hasbro que no tenían que ver con las licencias de WotC solo generaban 90.7 millones. Lo cierto es que aunque Magic y Dragones y mazmorras habían experimentado un buen impulso durante la pandemia, parecía que algo olía a podrido en la compañía juguetera.

Y es que los síntomas de la crisis son muchos y notables. Desde la creación de NFTs a una política de impresión agresiva de cartas Magic que ha llegado a alertar al Bank of America, pasando por la cancelación de varios proyectos de videojuegos. Una cosa sabemos los aficionados a los cómics (os dije que llegaríamos a hablar de cómics): cuando una empresa comienza a dar bandazos de este tipo, es que alguien va a quedarse sin trabajo. ¿Llamará Hasbro a James Gunn para sacarles de este aprieto?

La clase de afirmación que da tranquilidad a todo el mundo.

Volvamos a D&D y volvamos a hablar de Open Game License. Porque el movimiento más llamativo de todos estos palos de ciego ha consistido en la filtración de informaciones que apuntan a que Hasbro está estudiando rescindir su OPG. Es decir, cancelar un permiso “perpetuo” que habría estado entregando a competidores, empresas afines y jugadores desde hace más de 20 años. Esto ha desatado una reacción tan brutal (por ejemplo, Paizo ya ha avisado que Pathfinder va a refundarse con un nuevo sistema creado por ellos) y una caída en la confianza en los productos de Wizards que se traduce en bajadas en bolsa, más toques de atención por parte de los mercados financieros y rumores sobre el posible fracaso del nuevo intento de llevar al cine Dragones y Mazmorras, que se estrenará el próximo mes de marzo. Aunque originalmente se iba a estrenar en julio de 2021. Tres veces le han movido la fecha de estreno desde entonces. Otra garantía de que la película puede salir fatal.

Por supuesto, esto se vuelve a tratar de lo de siempre: control de los despachos sobre las licencias lucrativas. Se acabaron las ideas peregrinas de la gente que lleva veinte años haciendo que D&D o Magic sean los líderes en sus respectivos campos. Lo que hace falta es mano dura y mucho directivo metiendo el morro. Que este año es el 30 aniversario de Magic the Gathering y de momento todo lo que se oye al respecto son polémicas y fuego. Y no me hagáis hablar de Cinco Anillos, que otra que tal baila.

¿Cómo nos afecta esto a los fans de los tebeos? Pues lo primero de todo, mucho. Porque la cantidad de tiendas de tebeos que subsisten gracias a Magic the Gathering no es pequeña. También puede significar un cambio en el ciclo desquiciado de Monopolys temáticos que puedan salir (no hay un Monopoly oficial de Magic, lo cual es demencial). Pero sobre todo esta historia nos debe servir para darnos cuenta de una cosa muy importante. No estamos solos. Los aficionados a otras cosas que no son los cómics también están jodidos. Y quien no se conforma con eso es porque no quiere.