Nació en 1936 “que ya son ganas de presenciar acontecimientos”, decía la biografía de los tebeos. Muere en 2023, probablemente sin ganas de presenciar más acontecimientos, que vienen los tiempos cargaditos. Ensombrecido durante los últimos años por las duras polémicas en torno al papel de sus ayudantes y colaboradores, con los que resultó de todo menos amable, pero siempre celebrado como uno de los autores más importantes del arte español de la segunda mitad del siglo XX, hoy nos ha dejado Francisco Ibáñez, padre de una considerable cantidad de personajes ineludibles del tebeo español y muy especialmente de Mortadelo y Filemón, nuestra exportación cultural más importante hasta la llegada de Rosalía.

En un estado donde el tebeo siempre vive una edad dorada en lo creativo pero nunca en lo que se refiere a las condiciones de trabajo, solo José Escobar y Manuel Vázquez podían equipararse en su papel fundacional en la mayor tradición del tebeo español. Un legado que ha alcanzado a varias generaciones de autores posteriores, incluso entre aquellos que finalmente acabaron tomando caminos radicalmente distintos al de la comedia visual de la “escuela Bruguera”. La influencia de Mortadelo y Filemón en el hábito lector de los españoles no tiene parangón ni en el medio del cómic ni en el de la literatura. Con su muerte se frustra una de las primeras iniciativas de la Sectorial del Cómic, el reconocimiento a toda una carrera con el Premio Princesa de Asturias.

Su prolífica obra está llena de aciertos y gags memorables que forman parte de un acervo cultural intergeneracional, incluso en aquellos momentos donde, ocasionalmente, se apoyaba sobre el trabajo de algunos de sus artistas de referencia, tanto los francobelgas como sus compatriotas. Cronista de los últimos 30 años de actualidad, su humor pasó del barro, sudor y cachiporrazos de sus primeros años a la sátira política, con un resultado que, con todo, suma muchos más aciertos que errores.

Criticado también, especialmente en los últimos tiempos, por algunos de los elementos más problemáticos e insensibles de una obra con multitud de tics misóginos y racistas y preso desde hace un par de décadas de una inapropiada líbido, también es imposible negar el compromiso de Ibañez con su progresismo de señor mayor y su predisposición a sacudir sin descanso a una cierta política abominable que iba desde la Casa Real británica a la Iglesia Católica, la derecha española del PP y, por supuesto, el dictador chileno Augusto Pinochet.

Veremos estos días muchas comparaciones entre Ibañez y Stan Lee debido a todos estos puntos oscuros de su trayectoria, pero a diferencia del genio de Stan, cuyo entredicho se extiende hasta sus primeras obras, en el homenajeado de hoy no queda duda ninguna de que, aunque sus mejores años quedaran atrás hace décadas, su genio creativo único nos deja a todos en deuda para la eternidad con él.

Su capacidad para seguir atrayendo la atención del público tras tantísimos años, incluso en los momentos peor valorados de una producción artística que llevaba años de capa caída, no ha sido emulada por ninguno de sus muchísimos hijos adoptivos que, igual que millones de lectores, hoy quedamos un poco huérfanos.

¡AVIV ZEÑABI!
*Pongamos a la pieza de El País Cultura en la lista para los EsenciADLOS! de finales de año antes de que lo corrijan.

** Actualizamos. Parece que Eldiario ha copiado la misma nota de prensa donde le atribuyen a Ibañez la creación de Zipi y Zape, Doña Urraca y La Familia Cebolleta.

En eldiario.es han rectificado pero los becarios de El País parece que libran hasta el lunes.
La sutil diferencia entre una corrección y una rectificación es que en la segunda dejas una nota aclarando el error y desmitiéndolo.
Reinó en los quioscos y en las secciones de tebeos de bibliotecas de institutos. En los revisteros de peluquerías y en salas de espera de médicos. Y llevó su calva con más dignidad que Stan Lee, aunque no acreditara a sus negros.
No se le puede pedir más cuentas a un empleado de banca de la España de los años cincuenta. Que descanse en paz
Ya no sé qué está más muerto en este país, si el periodismo o el tebeo… Descanse en paz, corcho 🙁
Descanse en paz él y el tebeo de humor español.
Nos quedamos sin él último gran autor del tebeo español, que leían todas las edades.
Mortadelo es a España lo que Asterix es a Francia.
Nadie desde la vieja guardia de Bruguera, Editorial Valenciana y el TBO conectó con la gente como Ibáñez.
Sobrevivió a Bruguera, a Ediciones B y estuvo trabajando hasta el final.
Los «intelectuales » del cómic no se lo perdonarán jamás pero ya los hemos olvidado, mientras que Ibáñez vivirá siempre en el recuerdo de los lectores .
El último titan se ha ido, gracias por todo.