He estado hablando mucho de Spider-man últimamente. Sí, últimamente quiere decir los últimos 30 años, pero sobre todo, las últimas semanas. El estreno de Spiderverse, el anuncio del nuevo videojuego del personaje y la desquiciada situación editorial del trepamuros parecen haberse confabulado para que me vuelva la persona más monotemática posible.

Sin embargo, hoy vengo a hablar una vez más de Across the Spider-verse por un tema que me parece absolutamente imprescindible tocar en ADLO!. Hoy vengo a hablar de Ben Reilly.
No os voy a engañar, de todos los aspirantes a sustituto que ha tenido Peter Parker, y no han sido pocos, Ben Reilly es el mío. Cuando empecé a leer tebeos del personaje, Ben ya estaba allí, era un personaje más en la Spiderfamilia. Siempre supe que no llevaba ahí “toda la vida”, pero eh, llevaba “toda mi vida” y eso era más que suficiente. Después de eso muchas cosas han ocurrido, pero yo siempre he profesado un cariño especial, un rincón en mi corazón, para ese otro intento que no pudo ser. Para ese amago de un mundo que no llegó a ocurrir. Para Ben Reilly.

De modo que podéis imaginar mi alegría cuando vi que la Araña Escarlata iba a ser uno de los nuevos personajes que aparecerían en Across the Spider-Verse. Y aunque parecía desde el principio que iba a fomar parte del equipo “malo”, aquello no me importó. De hecho, tenía sentido. Que Ben, Miguel y Jessica sean los que se encuentran frente a Miles en la película tiene (o puede tener) un porque que ya explicó mi estimado Nacho Teso por su blog. Al fin y al cabo, todos ellos han intentado ser Peter en lugar de Peter y todos fracasaron donde Miles triunfó.
Sin embargo, una cosa que la película falla al capturar es el espíritu de Ben. La película nos lo plantea como un personaje verborreico y dramático, oscuro y lleno de angustia existencial. Pero lo cierto es que Ben Reilly no era ese Spiderman. Peter lo era. Durante los 90 Peter había llegado varias veces al punto de no retorno, estaba sobrepasado por partida doble por una vida adulta llena de conflictos y por unos enemigos cada vez más siniestros y sanguinarios, desde el suicida Kraven hasta el terrible Matanza, pasando por Harry Osborn vengándose desde la tumba con unos padres robóticos. Era necesario un cambio y Ben era ese cambio.
La vida de Ben no había sido madurada en el mismo conflicto que Peter. Su único elemento dramático era saberse un clon de Peter. Y cuando, durante un tiempo, parecía que esto no era así y que Ben era el Peter original, su vida se presentaba llena de posibilidades. Era un personaje que no había sufrido los últimos 15 años de drama y dolor que había tenido Peter siendo Spiderman, y por tanto, un personaje más alegre que podía retomar mucho del sentido jovial que había sido característico del personaje y que guionistas como Todd!, Michelinie o DeMatteis le habían ido arrebatando poco a poco.

Luego pasaron muchas cosas. Ben murió. Resultó que sí era un clon. Murió otro par de veces. Se convirtió en el nuevo Chacal. Como digo, muchas cosas. Pero Ben Reilly siempre fue el hermano despreocupado y sin obligaciones, el que menos había madurado, el que llevaba el pelo decolorado y el estilo de ropa rebelde. El hermano al que había que cuidar y proteger pero que mantenía intacto ese sentido del humor, esa chispa. Y me dolió ver que la película lo presentaba al contrario. Como un personaje atormentado y oscuro. No es así como debemos recordar a la Araña Escarlata. Debemos mantener en el recuerdo su buen corazón. Su capacidad de innovar y mantener la esencia. Y sus crop tops.
