Hay cosas que no siempre son iguales pero que tienden a acabar pareciéndose. Algo que es imposible no ver incluso cuando uno estaba leyendo pensando en otros temas.
Pongamos por caso esas editoriales de cómic del principio, las que no acabaron siendo ni DC ni Marvel. Que a veces parece que las otras editoriales no se crearon hasta la aparición de Image con su awesomidad, pero lo cierto es que las ha habido siempre.
Dell publicó The Funnies en 1929, con Eastern uniéndose a ellos en 1933, McKay comenzó en 1935 a sacar cómics además del resto de cosas que publicaba, la Novelty Press de Curtis comenzó en 1940… Y esto solo en USA. Porque en Europa o Japón tenemos también nombres que, en muchos casos, siguen siendo conocidos (Kodansha, Dupuis, Shueisha, Casterman…) pero para el caso que nos trae podemos centrarnos un momento en los de USA.
Dell comenzó a publicar The Funnies en 1929. Ha sido discutido si era un cómic o un encarte para periódicos al que se le olvidó el periódico. Pero el caso es que existió y funcionó. Tanto como para 1) ofrecer material original en todos sus números y 2) durar 36 números. Que ya es más de lo que pueden decir muchas colecciones actuales. Se vendía en quioscos, además. En quioscos y de manera independiente.
En 1933 se unió con Eastern para ofrecer Famous Funnies, ahora sí en el formato que conoceríamos como Comic-Book, que no está claro si era un regalo, un ejemplar en venta o una mezcla de ambos -cosa que se sigue haciendo, todo sea dicho- y que vuelve a disputarse el título de primer comic-book.
Que da lo mismo porque en 1934 sacaría una nueva versión del mismo título -y con los mismos co-editores- y ahora ya sí que sí que se vendía. Así que parece bastante probable que Dell publicara el ‘primer comic-book americano’.
Lo que supongo que nos lleva a que hablemos un momento de George T. Delacorte Jr. y William Jamieson Pape.
El primero cambió su nombre original – George Tonkonogy Jr.– por este Delacorte que le sonaba mejor, fundo Dell para montar un negocio que ofreciera las publicaciones que los caballeros no encontraban en los quioscos. Es decir, el pulp y las revistas… variadas. Comenzó en 1921 con el título I Confess, pero rápidamente empezó a tirarle a lo que se movía, revistas femeninas, magazines generales y muchas otras cosas más ‘respetables’, pero siempre con el pulp dándole tanto dinero que empezó a donar a instituciones, a crear sus propios proyectos de caridad y a poner estatuas en Nueva York. Se supone que hay una estatua del Sombrero Loco que se hizo con su rostro. Así que no puedo asegurar que no fuera también un enemigo de Batman. En cualquier caso ese interés por encontrar huecos por cubrir -hablando de Batman– llevó a la creación de Dell Comics y sus propuestas pioneras.
En cuanto a William Jamieson Pape, la explicación es un poco más sencilla aunque tampoco vamos a decir que menos interesante. Pape tenía un periódico en Connecticut, un periódico conservador y para toda la familia. Y también tenía el convencimiento de que era mejor poseer los medios de producción que tener que andar subcontratándolos y a expensas de lo que decidieran los demás. Conciencia de clase. De clase alta, pero de clase. Esto le llevó a comprarse una imprenta a color para publicarse él mismo -bueh, una serie de obreros, claro- las páginas dominicales a color. Y, ya puesto, las portadas de los suplementos y todo aquello que le hiciera destacar. Por supuesto pronto se encontró con que se le acercaban periódicos de todo el estado e incluso de fuera del mismo para que les hiciera de impresor. Así que descubrió que podía comprar más máquinas y llevar un doble trabajo como editor y como impresor en color. Que es de donde sale la Eastern Color Printing Company.
Y que explica cómo y por qué Pape y Delacorte comenzaron a hacer negocios juntos.
A Edward Henry Wadewitz le pasó algo similar. Él comenzó como empleado en una imprenta, pero a su jefe le iban mal las cosas, le debía varios meses de sueldo, así que este se ofreció en 1907 -un poco antes que los otros, sí- a comprarle la empresa -con un préstamos de su hermano- y empezó a buscar alternativas al modelo de imprenta. Incluyendo publicar su propio material. De ahí llegó el nacimiento de la Western Publishing, que lo mismo te publicaban tarjetas que te hacían puzzles. Ese intento de buscar cosas diferentes dio lugar en 1929 a los Big Little Books. Libros pequeños y compactos que tenían imágenes a un lado y texto -pero poco- al otro. Un éxito de inmediato -que, por cierto, comenzó con uno de Dick Tracy– que fue más exitoso en cuanto aprovecharon los cóntactos.
K.K. Publications era uno de los sellos de la Western, creada en 1929 y nombrada por Kay Kamen, un ejecutivo especializado en la publicidad que en 1933 se convertiría en responsable del merchandising de Disney. Así que cuando Western consiguió los derechos de publicación de todos los personajes de Disney en 1933 tampoco sorprendió demasiado a nadie.
Casi tan poco como sorprendió el acuerdo en 1938 entre Western y Dell para publicar cómics del material licenciado, normalmente bajo el nombre de Whitman Comics.
Por supuesto el éxito les llevó a buscar otros personajes conocidos para hacer cómics, tanto propiedades de Warner, Metro-Goldwyn-Mayer o Hanna-Barbera y Walter Lantz como personajes del estilo del Llanero Solitario o Tarzán. Y no solo personajes, también adaptaciones al cómic o a la fotonovela de sus películas más conocidas.
Y, a veces, no tan conocidas.
Podría hablar mucho más de todas estas compañías pero, por lo visto, tenéis que hacer más cosas que leer estos posteos, así que vamos a ir acortando un poco. Porque aunque el negocio les marchaba bien con solo algunos tropiezos -como el tener que dejar de usar al personaje de Lil’ Eightball porque la comunidad afroamericana lo consideraba insultante, algo a lo que decidieron hacer caso y eliminar de sus cómics. Ya sabéis cómo era la gente de… 1947- lo cierto es que fueron intentando dar a todos los palos.
Creo que ya hablamos (Pedro en este caso) de sus intentos de superhéroes de terror, pero puedo afirmar que también sacaron cómics de fantasía que siempre me he preguntado si se llegarían a publicar en España.
Por supuesto esto no solo pasaba en Dell. Por ejemplo en Centaur -creada en 1936 y de la que ya hablaremos otro día- se habían inventado en 1939 para su Amazing Mystery Funnies el personaje de The Fantom of The Fair, un misterioso personaje que vivía en los bajos de la Feria de Nueva York, una suerte de Exposición que no llegaba a ser Universal pero por allí andaba. Algo así como sacar El Fantasma de la Cartuja. El caso es que este Fantasma funcionaba a medio camino entre el pulp y los superhéroes. Para los últimos números, y desmontada ya la Feria, pasaron a llamarle Fantoman, a ver si así. Pero tampoco. Y para 1940 se acabó el asunto.
O, al menos, eso parecía hasta que DC decidió usar en el Sandman Mistery Theatre a un The Phantom of the Fair con un diseño muy parecido. Pero, claro, este era con PH, algo completamente distinto. Claro que muchos de estos personajes antiguos habían entrado ya en dominio público. Por eso editoriales como Malibú decidieron recurrir a ellos. Pero esto, de nuevo, es otra historia. Una que sirve para ilustrar una de las dos conclusiones a las que quiero llegar. En este caso, que la creación de personajes y su posterior abandono por parte de la empresa o, directamente, por desaparición de la misma facilitó que hubiera todo un torrente de personajes reciclados y reciclables.
También, que cuando la Dell se encontró sin el apoyo de la Western en 1962 porque estos decidieron que estaban haciendo el tonto y que mejor crear su propio sello de publicación de personajes conocidos -es decir, la Gold Key Comics– los negocios se fueron volviendo más complicados y acabarían cerrando en 1974.
Sí, nos vamos directamente a los finales. Hay mucho más que podemos contar pero he prometido intentar ir al grano en la medida de mis posibilidades. Así que podemos decir que Eastern estuvo colaborando con Dell todo lo que pudo, y que luego siguió en el negocio de la imprenta. Pero solo de la imprenta, en donde acabaría encontrándose superado por la modernización y cerrando el negocio en 2002. Esta es, quizá, la menos interesante de las historias pero no completamente fuera de lo que estamos contando. Al fin y al cabo es la única que no montó su propia editorial, sólo se asoció con una. Pero… ¿Qué fue de las editoriales?
Dell sería adquirida por Doubleday en 1976 -poco después de dejar el negocio de los cómics-, Doubleday sería comprada por la alemana Bertelsmann en 1986, que pasaría a montar la Bantam Doubleday Dell como nombre para sus sellos estadounidenses, al menos hasta que Bertelsmann comprara Random House y cambiara otra vez el nombre. Que fue dando vueltas con compras y adquisiciones hasta acabar en el Penguin Random House de hoy día. Al menos mientras las autoridades USA no admitan su comprar de Simon & Schuster por vulnerar las leyes antimonopolio.
De Centaur ya hemos hablado, lamentablemente su futuro fue similar a la de la Novelty. Curtis decidiría deshacerse de su sección de cómics tras comenzar las quejas por la violencia y blablabla. La forma de deshacerse sería vendérsela al ilustrador L.B. Cole, que la convertiría en Star Publications y colocaría al abogado Gerhard Kramer como editor. Que se encontraría con la continua reacción contra los cómics que acabaría en las famosas audiencias ante el senado. Esto, junto con el fallecimiento de Kramer, llevaría al cierre de Star.
A McKay solo la hemos mencionamos pero, en cualquier caso, fue comprada por un par de antiguos empelados de Putman, que se la venderían a Geffen, que se la vendería a Random House que acabaría, claro, como Penguin Random House.
Western, por su parte, estuvo en el negocio sin ser adquirida mucho más tiempo. Hasta 1979, en que lo compró Mattel. En parte porque la división de juegos funcionaba bien también, aunque acabaría vendiendo parte -y de ahí que el Trivia Pursuit o el Pictionary acabaran en Hasbro– pero cuando las cosas empezaron a ir de otras manera a finales de los ochenta se lo vendieron al inversor Richard A. Bernstein, que estaba convencido de que lo que había que hacer era expandirse y vender más cosas juntas, como VHSs y música. A mediados de los noventa una serie de decisiones sobre la sección de libros del Toy’R’Us, la expansión para llegar a todo tipo de tiendas que quisieran vender sus productos como las equivalente de las ‘tiendas de todo a un euro’, y la apertura de un Club del Libro centrado en lecturas de colegio dieron tantas pérdidas que tuvieron que empezar con las ventas, los stocks y todo eso, aunque la empresa en sí duraría hasta 2001, en la que fue adquirida por Classic Media. Una empresa participada a medias por la UPA y por Random House. La parte de libros y cómics sería reunida por Random House bajo el sello Bantam Dell que reunía lo de las tres editoriales de una vez. Añadiéndole Ballantine Books en 2010. Y pasando a ser una parte de lo que en 2013 se conocería como Penguin Random House.
Creo que vais notando la pauta.
Es cierto que algunas de ellas acabaron en el cierre y el dominio público como Centaur o Novelty/ Star. Y que algunas vivieron una situación intermedia por las leyes de copyright de USA, que permitieron que buena parte de los personajes originales de Dell pasaran al dominio público. Facilitando que en 2017 se formara InDELLible, una editorial que recuperaba estos personajes para darles nueva vida y nuevas aventuras. Y que también se merecen su propio posteo. Otro día.
Todo lo demás acabaría en Penguin Random House.
Y yo os aseguro que cuando estaba empezando a leer para escribir algo sobre los pioneros y sus aventuras quería hacer algo alejado de la actualidad. Porque me parece que una de las cosas buenas que tiene ADLO! es que podemos escribir sobre lo que queramos. Podríamos hacer una entrada sobre los cómics de Barbie y nadie nos lo iba a impedir -más allá del follón que fue aquello-. Pero es que la actualidad se empeña en ser actual.
De ahí que yo estaba viendo cómo acabaron todas estas empresas distintas debajo del paraguas Penguin Random House y no podía dejar de pensar en que esta misma semana se ha sumado una nueva editorial de cómics de España.
Porque PRH ha comprado esta pasada semana de 2023 el grupo Roca Editorial. Y Roca era la orgullosa propietaria del sello Sapristi, que publicaba Leñadoras o El Príncipe y la Modista, u obras de Feiffer, Carroll, Núñez, Tomine, Skelly o Laperla entre otros.
Pero es que antes de eso PRH compró en 2019 Salamandra, que tenía entre sus sellos Salamandra Graph.
Y en 2017, con la compra de Ediciones B, se hizo con Bruguera y sus fondos.
Uno se pone a mirar y tiene también cómics en Beascoa, Ediciones B, B de Blok, Distrito Manga, Lumen, Montena, Molino, Random Cómics y Reservoir Books.
Claro que en frente está Planeta, que además de en Planeta Cómic publica también en Cross Books, Destino, Espasa, Lunwerg, MR, Minotauro, Planeta Junior o Timun Más.
Quién sabe, quizá todo esto de la normalización significa que también aquí vamos a ver llegar un interés por adquirir en lugar de dejar que se cierre. Así que puede que sea un poco de sobrerreacción pero no puedo dejar de pensar en aquellos pioneros estadounidenses y mirar a los que se pusieron a todo trapo con el cómic en España, mirarlos a ambos, y pensar…
¿Quién será el próximo?
Aunque quizá deberíamos de temer menos esa voracidad amalgamática, procurar mejores leyes anti-monopolio que faciliten que los derechos regresen a sus creadores, y plantearnos el tema al revés.
¿Quién será en España el próximo Delacorte, el próximo Pape, el próximo Wadewitz…?
¿Quién pondrá en marcha la próxima editorial independiente de éxito?
El capitalismo haciendo cosas capitalistas…
¿Como que The Castillian no es conocida? Aún recuerdo haber visto en «La Clave» las aventuras de Fernán González y lo que gocé cuando pude hacerme con la adapatación en comic de El Valle de las Espadas por Novaro.
‘no tan conocida’. Que sacaron como 200 títulos -hummm… una idea para un posteo solo de portadas- así que POR TANTO lo mismo tocaba «Ben Hur» o «Rio Bravo» que la adaptación -lejana- sesentera de «Los Cuatro Jinetes» de Blasco Ibáñez.
«¿Quién pondrá en marcha la próxima editorial independiente de éxito?»
Tú, ADLO!. Tú.
¡VENDIDOS!