Vivimos en un tiempo de modernidad líquida, dicen los pedantes, y yo personalmente he decidido que eso tiene que ver con el hecho de que los números ya no significan nada. En este mundillo nunca han querido decir mucho, pero si Marvel puede sacar un Amazing Fantasy 1000 un poco por la cara con una excusa peregrina, ¿por qué no va a poder un evento de cómic inventarse unos numeritos?

Y en este *consulta sus notas* relativismo posmoderno de Occidente, para mantener *consulta de nuevo* el orden del deber ser de las cosas, a veces es necesario que las organizaciones se pongan firmes y señalen con decisión, quizá con esa denostada palabra, “autoridad”, las reglas de lo que sí y lo que no. Pero en esta sociedad aniñada, infantilizada, consentida y descarriada, esto puede causar revuelo, y así ha ocurrido en las normas de la Japan Weekend, que en otoño celebra ediciones en Madrid, Granada, Barcelona, Burgos, Valencia y Bilbao. Nada menos.
Así, la Japan nos recuerda que “No está permitida la venta de prints, ilustraciones o imágenes que supongan un calco de imágenes externas. Bien sea […]fotografías de terceras personas, incluyendo fotografías de idols, actores u otros famosos. Si los dibujos parecen calcados o comparten grandes similitudes con otros trabajos,(sic) la organización pedirá fotos y vídeos en los que se vea el proceso del dibujo desde 0.”
Por si no nos queda claro que esto excluye el trabajo de artistas del método Greg Land, profundiza en este ensañamiento contra ellos con la aclaración “En el vídeo deberán aparecer las manos del artista”. ¡Las manos! ¡Las dos encima de la mesa de dibujo, que yo las vea! Así no hay quien dibuje.
El punto 2.8 vuelve sobre la idea de los “calcos”, e indica “No se permite la venta de productos dibujados tal cual la fuente original. […] productos cuyo diseño sea igual o un redibujado tal cual el medio oficial, con el mismo estilo de dibujo y características propias del autor de este, salvo que se trate de una parodia.”. Con criterios como este nunca podría haberse publicado Angélica, de Editorial Drakul.

La cosa sigue con el tema del redibujado de fotografías y fotogramas de películas, un asunto que en ADLO! nos encanta. Muy preocupados, por lo que vemos, con el tema de las fotografías de los idols del Kpop, un fandom que como todo experto sabe, es casi tan sano como el de las katanas.

Pero si hay algo que me ha impresionado particularmente es la prohibición de vender camisetas estampadas “con letras”,o “vender material cuyo único proceso creativo haya sido la introducción de texto”. Como en su punto 2.7 se establece “No se podrán bordar imágenes extraídas de internet ni logos oficiales o imágenes de marca», imaginamos que bordar palabras les parecerá la actividad menos creativa del mundo.

No solo está ahí la idea de que “introducir texto”, con tipografías y todo, no tiene “un proceso creativo detrás” (lo cual explica algunas cosas sobre cómo se rotula el cómic en España, sino porque además deja fuera el mercado a uno de los mayores bienes inmateriales de la historia de lo otaku. Las camisetas con mensajes estúpidos. Y eso, se mire por donde se mire, es una pérdida.
Claro, las letras son enemigas del tebeo. La gente se obstina en prestar atención al guión en vez de al dibujo y claro…
Pero, por el amor de ROB!!!, ¿qué sí permitían vender?
Más rápido acaban diciendo solo se puede vender lo que las organización venda en el stand oficial.