Querida amiga;
Sé que el año pasado me dijiste que no ibas a volver con él, que no te trató bien, que ya estaba bien. Pero te veo ahora y noto que te lo estás pensando.
Seguro que estás con las cosas de siempre: En realidad ha cambiado, ha visto lo que hizo mal, quiere arreglarlo, no me trataba tan mal, con él descubría a gente interesante, me daba visibilidad…
Sé que es un momento complicado, lo es para todo el mundo, y que volver a una rutina estable puede parecer lo más sencillo. Pero acuérdate de cómo era esa rutina. Acuérdate de todo lo que tenías que hacer a cambio de nada y dándolo él por hecho que lo harías sin tener ni que pedírtelo ni, desde luego, echándote una mano u ofreciéndote algo a cambio. ¿Cómo no ibas a contribuir a todo lo que te pidiera si era por el bien común?
Además, me dirás, no te traba tan mal como a otra gente. A los rotulistas, por ejemplo. Y a veces decía que te iba a llevar por ahí fuera, de excursión, de visitas culturales. Es verdad que rara vez eras tú la que ibas. Normalmente acababa yéndose él con invitados internacionales, e incluso con alguno de los nacionales que… puede que duela oírlo… que le interesaban más.
Tú misma me contaste lo del trato desigual, algo que partía ya en el caos de los listados para los premios con todos sus errores y decisiones, en cómo a unos se les buscaba y otros se anunciaban más como si le interesara la cantidad, el bulto, antes que el cuidado a toda esa gente. Pero qué le ibas a hacer, estaba siempre tan ocupado con tantas cosas, y te había ofrecido un hueco, te hacía ilusión casi sólo por eso, como en un libro, como en «50 sombras…».
Lo peor era cuando se te ocurría quejarte, ahí iba de fingir que estabas equivocada a dejar que otras te dijeran que era culpa tuya, incluso te llamaban machista si criticabas a su gran premio. El tipo de comportamientos que hacen que dudaras de ti misma porque, ¿cómo iba esa gente tan importante a decir esas cosas a la ligera? Pero luego te dabas cuenta de lo que intentaban sacar de aquello y que el bienestar de la gente les resultaba menos importante que todo lo que le podían sacar a él: Contactos, contratos, carteles…
Así que hazme el favor de recordar cómo te sentiste el año pasado cuando decidiste dar el paso, cómo estuviste determinada a plantarte, cómo crees que realmente tienen que cambiar las cosas, no solo decirte «Lo siento. Me he equivocado. No volverá a pasar».
Y una vez con todo ello en mente pregúntante, ¿realmente quieres volver?
Snff… No me he enterado de nada, pero qué casos se ven, Diso mío, qué casos.
Los salones como relaciones tóxicas… Acá las convenciones aún no se recuperan, pero cuando lo hagan, será más o menos lo mismo, sí.