Esta semana 2022 nos ha asestado un nuevo golpe arrebatándonos a William Hurt.
Y si bien la palabra «polifacético» es un tropo gastado al hablar de la carrera de un actor no lo es en su caso. De anticipar en los 80 el cine negro salidorro noventero con Fuego en el Cuerpo a anticipar el sub-subgénero de comedia romántica «señora extravagante alegra la vida a señor gris y aburrido» con El Turista Accidental. Pasando por los desvarios alucinógenos con plus de Cuerpo Horror del Ken Russell de Estados Alterados (o, en su título español MEJORADO, Viaje Alucinante al Fondo de la Mente). William Hurt logró obtener por Hijos de un Dios Menor un Oscar™ a pesar de que Marlee Matlin ya había ganado el que le tocaba.
Y no olvidemos su intervención en los inicios del género Serie de TV Viejuna Adaptada a Película de Gran Presupuesto con Perdidos en el Espacio.
La BUENA.
Pero, ay, una consecuencia iremediable del género de superheroes, ese juggernaut hijo de nuestra entrañable normalización que se ha apoderado de la percepción de los mass media, es el reduccionismo de las carreras de los artistas. No importa lo increiblemente variados que puedan haber sido los personajes interpretados por un actor a lo largo de su vida. Su memoria quedará indisolublemente ligada a un único personaje de cómic con el que le identificaremos por siempre jamás.
Y, por supuesto, es mencionar el nombre de William Hurt…
…y a todos nos viene a la cabeza Ozymandias.
(bueno, menos a las chicas, pero eso es porque no leen Watchmen)
_Al filo de la noticia_, una película que, al igual que _Mejor imposible_, demostraba que James L. Brooks definitivamente había nacido para la animación…
Que la Tierra le sea leve