Tebeos viajeros

Verano de 2015. Por cuestiones de intendencia, una familia que pasa las vacaciones en el pueblo regresa de forma puntual a la ciudad. Mientras uno de los progenitores hace los recados, el otro está con los tres hijos en el patio comunitario, que engloba seis bloques de ocho pisos con cuatro puertas cada uno. La hija mediana encuentra en unas jardineras unos libritos y los coge. Los padres le dicen de dejarlos donde los ha encontrado, pero ella dice que no, que son del vecino y que quiere dárselos. Se termina saliendo con la suya, pero los vecinos también están fuera, de forma que no coinciden hasta semanas después. La niña ha guardado los libritos en su habitación, y aunque los vecinos coinciden casi a diario en el rellano, no es hasta un mes después de la vuelta al cole que la madre de la niña lo recuerda y le cuenta al vecino que ella tiene algo que dice que es suyo.

Aquel vecino soy yo. Y sí, esperaba haber encontrado en algún momento aquellos libritos o el papelito de Correos en el buzón. Pero estas cosas son impepinables, si Murphy recibiera cosas por correo seguro que tendría un par de leyes para eso. Cuando Ortega Cano ganó la demanda a la revista Mongolia, mi señora se suscribió a la misma para apoyarla. Nuestra marca máxima de meses consecutivos sin que se extravíe la revista sigue estando en dos. Cuando por trabajo estuve viviendo en Francia, me chocó que los buzones en los pisos eran enormes, tenían la ventaja de que cuando metían algo por la ranurita no había manera de sacarlo si no era abriendo la puerta con la llave. Lo que no sabía es que los carteros también tenían llave, imaginad mi susto cuando abrí mi buzón y me encontré una gran caja dentro.

No dejo de pensar en las vueltas que dieron los pobres. Printed in Canada. Un tiempo en una biblioteca pública de Iowa, retirados, tienda de venta segunda mano online, cruzar el charco, un tiempito asomando en un buzón, retirada del mismo, apertura del sobre, jardineras, vecina, para llegar a su destino donde fueron por fin leidos y disfrutados.

Una de las moralejas de la anécdota sería que conviene dejar claras las aficiones a los demás. Y eso que esta vez el azar jugaba muy en contra, con las publicaciones estando expuestas a los elementos en un patio comunal de casi doscientas familias, siendo encontradas por una persona que no debía haber estado ahí y que posiblemente era la única que tenía claro de quién debía ser aquello. Y es que lo de los tebeos de segunda mano tiene un punto de deporte de riesgo.

«No cambies tebeos, muchos son de niños que tienen enfermedades» le decía a un amigo su madre. Aunque también le dijo que no jugase con la escoba como si fuese un fusil, que una vez un niño apuntó con una escoba a su madre y se le disparó. El amigo se llevó un castigo por reirse. De pequeño en mi población podían cambiarse tebeos en el mercado ambulante de los lunes. Traías tus tebeos, pagabas una cantidad y se los entregabas al encargao, que los examinaba concienzudamente y según aquella gradación in situ establecía su veredicto: «coge cuatro de esa caja y seis de esa otra«. Cuatro de la caja de los casi nuevos y mejores (de Vértice con portada, de Spirit de Toutain…) y seis de los más tirando a pochos (de Vértice sin portada, Brugueras varios…). Esa dinámica hacía por una parte que seleccionásemos muy mucho los tebeos que queríamos conservar por tiempo, pues cada tebeo que se conservaba era un tebeo nuevo menos para esa semana. Y obligaba a cuidar mucho los tebeos, o se caía en el riesgo de no librarnos nunca de rebuscar en la caja de los pochos. O mejor llamémosles viajados, que habían visto mucho mundo y muchas manos. Este mismo aprendizaje también me ha hecho no ser demasiado exigente con los estados de conservación, de manera que mientras se pueda leer para mi siempre estará bien. Algún manga habré completado en tres formatos y dos idiomas.

El encargao del mercado de los lunes ya no está, pero desde hace tiempo su rol de intermediario se ha visto sustituido por la red de redes. Llamadlo eBay, milanuncios, wallapop, iberlibro, mercadolibre…y muchas veces ni sabemos ni nos fijamos desde dónde viajan. El otro día me llegó a precio de derribo una colección casi completa de una serie noventera semiolvidada…y venían de Suecia. No dejaba de pensar en qué carallo hacían los pobres allá perdidos, hasta que he caido en la cuenta de que ahora siguen estando en otro extraño país extranjero para ellos. Los números restantes de la serie han llegado de Estados Unidos. Otro día hablaremos de la subida de los gastos de envío y de las sorpresitas cuando los de Aduanas tienen exceso de celo.

Y es que hay gente para todo, y por muy rebuscado que sea el ejemplar seguro que es posible encontrar a alguien que lo tenga. En este sentido hay escaparates interesantes para comprobar que a no demasiados kilómetros de uno reposan colecciones completas de alguna serie setentera de Marvel, o cosas de First o Eclipse…para esto puede uno asomarse por Whakoom o algunos canales de Youtube (que no todo van a ser fondos con estanterías de megatomos de Panini).

En mi caso, gracias a mi vecinita pude disfrutar en su día, tras haberse publicado en Gl´´enat la serie completa en 21 tomos, que ha tenido más tarde su equivalente en siete tomos triples por parte de Planeta

…la única forma de leer en algún idioma occidental en papel (Dark Horse todavía los oferta en digital) los tomos numerados 22 y 23 con historietas del personaje aparecidas en otras publicaciones entre los sesenta y los ochenta.

Otro día hablaremos de la enfermedad del completismo.

2 comentarios en «Tebeos viajeros»

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