Con la llegada del buen tiempo y el asueto vacacional, se reduce el consumo de televisión lineal, es un hecho. Y suele haber aunque no sea de manera intencionada algún acontecimiento que sea el que marque la frontera entre estar abonado a la programación televisiva y el dejarlo estar hasta la vuelta en Septiembre. Final de temporada de alguna telenovela, la final de algún acontecimiento deportivo, o como ha sido mi caso este año, el bote de Pasapalabra.

No es que fuera seguidor berserker del formato, pero aquellas semanas metido en casa el programa tuvo un buen timing, era terminar de aplaudir en los balcones y empezar la emisión, se convirtio en una costumbre que acompañaba durante la elaboración de la cena. Y las pugnas de Pablo con contrincantes como Nacho, Luis, Marta o Javier por llevarse el mayor número de palabras del rosco tenían su emoción, aunque la consecución del premio gordo fuera una gesta bastante improbable.
Una de las consecuencias de que la historieta se haya introducido en nuestra realidad cotidiana es que en estos programas de cultura general ya no es extraño encontrarse preguntas y pruebas relacionados con el Noveno Arte. Yo era en su momento más seguidor de Boom! cuando los Lobos arrasaban día sí, día también (mismo canal y franja horaria que el actual Pasapalabra, igual lo del confinamiento fue más bien un reenganche). En ese grupo estaba Manu, que era el que podía considerarse más conocedor del mundillo de las viñetas, si bien su ratio de aciertos en el tema era más o menos del 60%, y en el polo opuesto Erundino, ser de luz materialista anclado en la realidad palpable, que renegaba y echaba pestes de esos divertimentos infantiloides. El que parecía que controlaba un poco es el presentador, Juanra Bonet, pero como le chivan las respuestas por el pinganillo vaya usted a saber cuanto hay de cierto. Tras Los Lobos estuvieron una buena temporada Los Dispersos, cuyo Grandote (en casa nos cuesta retener los nombres y les buscamos motes que a veces se les quedan para siempre, los Dispersos eran el grandote, la chica, el joven y el andaluz) admitió en algún programa tener algunos originales, y que tenía mucha ilusión por ver algún día como eran los collages que hacía Dave McKean para las portadas de Sandman. Debe tener más conexiones Grandote con la cultura popular, pues creo que es el miembro del grupo que ha sido invitado en alguna de las tertulias de Campamento Krypton.

Volviendo a Pasapalabra, su presentador demuestra cierta maña cuando hace dibujos rápidos relacionados con la solución de la prueba musical, y un vistazo a sus redes demuestra que sí, que el dibujo es una de sus pasiones.

Pero si algo me ha dejado mal sabor de boca en este season finale televisivo ha sido que el bote de Pablo han comportado también la salida del programa de su entonces contrincante, Javier Dávila (alias Montorito).

Y es que si Pablo representaba ese yerno perfecto que toda madre querría para su hija o hijo, la pátina de salmantina seriedad de Javier se desmoronaba en cuanto abría la boca. Es un cachondo mental, un animal televisivo capaz de cantar, bailar, hacer chistes, juegos de palabras, ironías, y acertarte casi todo lo que le pusieran por delante. Se notaba en el ambiente de plató que el admirado era Pablo, pero con quien se lo pasaban verdaderamente bien público, invitados y presentador era con Javier, un buen tipo.
Un buen tipo que en dos ocasiones se quedó a una sola palabra de acertar el rosco completo y llevase el millonario Bote. Y la segunda vez la palabra definitiva fue una relacionada con el cómic.
Se llevaba algo más de un millón y medio de euros si acertaba el nombre del acompañante de Booster Gold.
Comenzando por la letra Ese. Un robot.
Y por eso te odio un poco, Dan Jurgens.
Se acabó pues la tele hasta Otoño. No, lo de First Dates durante la cena no cuenta, es acompañamiento.
Antonio Jardín.