Ayer El País publicaba un artículo con un titular de esos que gustan en la cueva de ADLO!: “20 años de cómic de autor en España”. Firma Laura Fernández, la persona que hace dos años auguraba el fin de las series televisivas de superhéroes, una previsión que estas semanas es particularmente hilarante recordar. La cosa promete desde el principio, y es que nos cuentan que en 2001 “tres amigos ponían en marcha en Bilbao la editorial que acabó de dar forma a un nuevo formato, el de la novela gráfica”. Desde luego si hay un lugar donde podía inventarse la novela gráfica en 2001 es, sin lugar a dudas, Bilbao. Entre la Wikipedia y un bilbaíno, da gusto ver periodistas como Laura que no eligen la vía fácil. Que un tal Spiegelman en 1986 (o sus predecesores) no te estropee tu texto con la imagen de los tres emprendedores en un garaje de Euskadi emprendiendo la novela gráfica.
Sé lo que muchos lectores se están temiendo. Si no será este otro post sobre el enésimo debate sobre el concepto de novela gráfica. Tranquilos, que no. Aunque el hecho de que según El País sea “un formato que iba a permitir al autor crear sin pensar en nada más que su creación. Ni un número de páginas cerrado, ni un género concreto” podría dar a entender que la persona escribiendo esto no ha visto un fanzine en su vida. Ni ha oído hablar de ellos. Igual no sabe que en España lleva habiendo fanzines de cómics desde los 60. Aunque ahora vamos a hablar de Astiberri, de modo que mejor no entrar a debatir sobre qué es o no es un fanzine. Y es que el artículo en realidad habla “del cómic de autor” en España.

Y aquí la hemos hecho buena, porque si hay un debate más estéril e infructuoso que el de definir qué es una novela gráfica, es definir el cómic de autor. De modo que vamos a guiarnos por las indicaciones de Fernando Tarancón, fundador de Astiberri, cuyas declaraciones recoge El País. Fernando empieza diciendo “La primera vez que se habla de un movimiento de cómic de autor en España es en los años ochenta”. Bueno, segundo párrafo y ya nos han desmontado el titular. Pero matiza que “se trata de un movimiento de reivindicaciones más profesionales que artísticas […] Pararle los pies al modelo Bruguera”. Bueno, si hablamos de pararle los pies al modelo Bruguera, hay una historia sobre un grupo de autores de cómics que intentaron montar su propia editorial mucho antes de que existiera Astiberri con la idea de “crear sin pensar en nada más que su creación”. Hay un cómic bastante bueno sobre el tema. Cabría recomendarlo.
Por supuesto, ROB! nos libre de pretender introducir la idea de que el cómic de autor puede ser de humor, o incluso en formato de tira cómica. No, por favor. Pero estaría bien situar cronológicamente las cosas, sobre todo para que no pensemos que la expresión “novela gráfica” está más cerca de celebrar el siglo y pico que la veintena. Porque por supuesto, esto no es así. El impulsor del concepto en España es Paco Roca. Lo dice el artículo, y si lo ponen en El País, será por algo. Que Paco Roca hable como si la mitad del cómic europeo de los 70 y los 80 no hubiera existido no es nuevo, aunque siempre sorprende leer a alguien decir cosas que podrían dar a entender que Paracuellos (1976) o Peter Pank (1984) se hicieron para el mercado francés.

El propio artículo pasa de puntillas por esa cuestión, gracias a las declaraciones de Cristina Durán. Revistas como El Víbora, Makoki, El Papus, Zona 84, Rambla, pero también las revistas de Toutain, incluyendo Totem o la versión ibérica de Creepy. Todos estos espacios donde diversos artistas, en muchos casos autores completos, creaban historias, personajes o series propias. Si todo esto no cuenta para fechar el comienzo del cómic de autor, definamos entonces qué es “cómic de autor”. Si no entra ni el cómic autobiográfico, de corte social y de denuncia, ni las ficciones psicotrópicas u obras eróticas como las de Azpiri… Si no cuenta el cómic underground, los fanzines ni las cosas de humor…
Se citan como ejemplos de obras de autor el trabajo de Daniel Clowes o Peter Bagge, publicados por La Cúpula en formatos pequeños y económicos en su momento (lo que sirve de subterfugio para no contarlos como novela gráfica). Pero le niega a muchos autores españoles que publicaban en revista su condición de “cómic de autor” de forma sibilina, como si el formato serializado que vale para los angloparlantes no fuese válido para los de aquí. O ya puestos, como si el formato serializado valiese para la novela literaria pero no para la novela gráfica. El País insiste, vía declaraciones, en un supuesto paraíso francobelga de la época mientras ignora un momento floreciente del cómic adulto español durante los 80. Se excluyen las obras fantásticas por estar supeditadas a los géneros del cómic francés mientras se sitúa a Bone como un referente del cómic de autor. El País, en definitiva, no tiene muy claro por dónde llevar las cosas y pivota todo el texto alrededor de un titular que les desmonta el protagonista del artículo en el segundo párrafo.

Está genial no quedarse con una nota de prensa y profundizar en un tema entrevistando a personas relacionadas, pero debería ser como herramienta para orientar el texto, para crear algo, no como nota de color al publirreportaje. Hélöise Guerrier es citada en el texto diciendo “Desde distintos ámbitos se abonó el terreno para que la novela gráfica despegara”. El artículo comienza referenciando un “cambio de ciclo” en la historieta a partir de los 90. Estas cuestiones no se definen, no se aclaran, son expresiones vacías para un lector al que se le presenta el advenimiento de la novela gráfica en España como un suceso extraordinario surgido en una tienda de tebeos de Bilbao, y no como un fenómeno global que tiene más que ver con los webcómics, Internet, Marjane Satrapi, Joe Sacco, Alison Bechdel, Guy Delisle o la segunda generación de autores de Image que con Astiberri.

¿Que por qué digo que esto es un publirreportaje? Hombre, porque incluye un fragmento en el que menciona de pasada que La Cúpula (una editorial mucho más importante en la génesis del cómic de autor en España) cumplió 40 años en 2020 y lo hace poniendo un enlace. Pero el artículo al que lleva ese enlace no es exactamente sobre ese aniversario, es sobre una antología vinculada a El Víbora que la editorial publicó el año pasado en su web. En este artículo que apenas menciona de pasada dos obras de la editorial aparece la palabra Astiberri casi 2 veces por párrafo (y se enlaza otro texto, algo mejor, que se escribió en el 15 aniversario del sello de Bilbao).
Pero de todo el artículo, me quedo con mi nota preferida, y es cuando deciden volver a citar a Paco Roca, “los cómics han llegado incluso a los museos”, enlazando una noticia de hace dos años sobre una exposición en el Instituto Valenciano de Arte Moderno, con Roca de protagonista. No enlazan a una noticia sobre el cierre del Museo ABC de la Historieta porque no lo han cubierto, claro.
Que un artículo falto de rigor, criterio y lleno de lagunas haya sido sonoramente compartido por tantísimo Crítico y Divulgador de Cómic dice mucho sobre el complejo de inferioridad en el que nos encontramos, sobre las ganas que tenemos de que la prensa de verdad le haga un poco de caso al medio para algo que no es hablar de pelis de Marvel. Lo rápido que aceptamos discursos de pioneros que son tan solo marketing de tan mala calidad como el periodismo que les sirve de altavoz. Supongo que de alguna forma tienen que compensar a Astiberri que en los últimos 6 meses Norma Editorial les haya adelantado en esencialidad.
Vaya, así que El País se dedica a hacer periodismo de mierda en otras cosas y no sólo sobre política mexicana… Pobre periódico, con lo grande que llegó a ser y lo chiquito que lo han dejado.
Ese último párrafo, ¿es sarcasmo? Porque si no, ADLO!, ya no moláis.
Hombre, la duda ofende, todo lo que yo escribo aquí es sarcasmo. O potencialmente podría serlo.
«O potencialmente podría serlo.»
Hmmm… Vale, por hoy lo dejaremos pasar.
Hay una escena en Crisis en Tierras Infinitas en que se mezclan varias épocas en el presente, y entonces uno llegado del futuro dice al cameraman «¿1985, dice? ah, sí, eso es la Segunda Guerra Mundial ¿verdad?». Aquí sucede un batiburrillo parecido «¿20 aniversario, dice? ah, sí, Dude Comics con Bone en 1998 ¿verdad?». Unas novelas gráficas por entregas, finitas.
La verdad es que este comentario es un resumen perfecto.
Bueno, a nadie le gusta reconocer que su generación no ha inventado una mierda, y esta mujer no va a permitir que los datos le desmientan, sobre todo si tiene a El País® como altavoz.
Además, sois tan injustos como siempre,
ella ya dice en su twitter que escribe COSAS en El País®:
https://twitter.com/laura_fernandez?lang=es