El Curioso Caso de Álbertin Viña

Otro aniversario que se acerca. En 2021 se cumplirán 60 años desde la salida del primer número de Los Cuatro Fantasticos, y por tanto del Universo Marvel y la exitosa andadura de Marvel Comics. Una cifra que al principio impresiona, aunque no es tanto si lo ponemos en perspectiva. Pero no, no voy a compararlo con Superman o con DC, pues estamos hablando de andaduras exitosas. Que vale, que 60 años está bien, pero no debemos olvidar que en nuestro país la pubicación que dio nombre a las demás, el TBO, se publicó 66 años, desde 1917 hasta 1983. Vale, luego otra gente compró los derechos e intentó usar la misma cabecera, pero TBO sólo hubo uno. Y no hay tantas diferencias entre Marvel y el TBO en aquel periodo entre los sesenta y los ochenta. Vale que a uno le ha ido mejor que a otro, pero básicamente ha sido por una cuestión coyuntural, ya que el TBO era más de gags y escenas cortas que de seriales y personajes, de manera que el material marveliano fue mucho más proclive a la generación de audiovisuales varios, que es por lo que al final la gente normal lo conoce hoy en día. El TBO tenía pocos personajes fijos, que rara vez se extendían más de una página. En eso Bruguera también le comió la tostada, y personajes como Sacarino, Zipi y Zape, Anacleto, Superlópez, Pepe Gotera o Mortadelo han tenido sus correspondientes adaptaciones que habrán dejado sus buenos dividendos. Y para acentuar las semejanzas entre la Casa de las Ideas y la Revista infantil para todas las edades, debemos referirnos a las cabezas pensantes y factótums en aquella época en ambas editoriales, esto es, Stan Lee (1922-2018) y Albert Viña (1923-2015).

A nadie se le escapa que Stan Lee entró en la Timely que más tarde sería Marvel por los lazos familiares con su propietario Martin Goodman, concretamente por ser el marido de una prima suya. Aquí tenemos a un casado y feliz Stan en los años 50 sonriente por tener trabajo fijo.

Por su parte, Albert Viña entró en TBO a mediados de los cincuenta con cargos varios por ser hijo de uno de los fundadores de la publicación, Emilio Viña. En realidad iba para médico pero no llegó a terminar todas las asignaturas y tras la muerte de un hermano su padre le aconsejó (y los deseos de un padre de entonces eran órdenes para los hijos) que se pusiera a trabajar con ellos. Pero conste que el que sale más serio en la foto es el padre.

Stan continuaba picando texto y haciendo guiones para aquella Timely. De monstruos, del Oeste, de lo que fuera trendy en cada momento. Seguía sonriente, aunque las inquietudes artísticas le reconcomían por dentro.

Por su parte, Albert iba ascendiendo en el escalafon de la revista y copando responsabilidades editoriales. Gran parte de la documentación gráfica en este texto procede de las memorias de Rosa Segura Ediciones TBO ¿dígame? donde relata sus dos etapas (1956-1960 y 1975-1983) como secretaria allí. A la primera etapa corresponden estas dos instantáneas cuando fueron, ella con su padre y él con su esposa, a visitar un barco.

Años 60. La Explosión con Marvel. Todo va bien, con Stan dándole a la tecla sin dejar de sonreir.

Aquí le tenemos en 1964 posando junto a un fan.

En 1965, Albert asume labores editoriales plenas en TBO al sacarse un curso de la Comisión de Información y Publicaciones Infantiles y Juveniles que le convalidaba la carrera de Periodismo para estos menesteres. Así que en 1967, con motivo del 50 Aniversario de TBO fue condecorado como Comendador de la Orden del Mérito Civil por el entonces Ministro de Información y Turismo.

1966. La influencia de Marvel se extiende más allá de la chavalada y circula como material de consumo en ambientes universitarios. Stan sabe ver que ahí hay un filón para meterse en el mercado masivo y se reinventa a si mismo con una imagen más cool, de manera que un buen día se planta sin avisar en la oficina con la pinta que podéis ver aquí.

Efectivamente, comenzó a llevar unas gafas oscuras que le otorgaban un aire más chic e intelectual. Y para los saraos que se iba a publicitar lo suyo: conferencias, sesiones de firmas, fiestas de cumpleaños…

Es en este periodo cuando se dejó también su característico bigote.

Que a principio de los años setenta complementó con una barba que no duró demasiado.

1971. Madurito interesante. Yum.

Muchos seréis los que conoceis esta imagen suya de 1975, aunque no sé si sabíais que la imagen está recortada. Clicando en ella podréis acceder a la fotografía original completa (NSFW).

Entretanto, en España, Albert también consideró que al TBO hacía falta un aire fresco, modernizarse, aunque aquí las cosas se hacían más despacio y los recambios artísticos parecían suceder por causas naturales. Aun así para entrados los setenta ya contaba con gente como Tharrats, Paco Mir y Sirvent, el germen de aquel loco Habichuelo. En 1972 tiró de la estrategia Legacy para llegar al número 2000 sumando las numeraciones anteriores y la época en que el tebeo no salía de forma continuada por temas de restricciones de papel, de alimentos y de libertades en general. La publicación pasó a llamarse TBO 2000, nombre molón como pocos que mantuvo hasta el 2365 en que pasó a llamarse EL TBO. En 1975 se reencuentra con Rosa Segura y la convence para volver a la revista a tiempo parcial. Aquí la tenemos en la redacción, con Albert al fondo.

Aquí saraos había menos, pero si se iba de turismo por la zona, le sacaban en la publicación de la diócesis correspondiente. Madurito interesante.

Y las cosas fueron bien mientras fueron bien. De manera que mientras Marvel colocaba franquicias en cartoons televisivos y videojuegos de pocos bits, el TBO fue languideciendo sin posibilidad de desarrollar una estrategia parecida, hasta dejar de publicarse en 1983. De unas pocas semanas antes del cierre es la siguiente instantanea con parte del equipo a la puerta y Albert en el centro, elegante como siempre atestiguan que fue quienes le trataron.

Ahí las cosas dejaron de converger, pero coincidiremos en que hasta entonces fueron vidas muy paralelas.

MAKE MINE TBO! MAKE MINE ALBERT!

8 comentarios en «El Curioso Caso de Álbertin Viña»

  1. Si digo Plutarco, ¿hay alguien ahí que pillara la referencia sin buscarla en Google?

    Vale, está bien, una más fácil: Tú a Boston y yo a California.

  2. Pero, ¿no se supone que era DC la editorial donde no quedaba claro en qué década estaban, con sus trajes y corbatas, sus pelos cortos, sus tebeos más vistos que el TBO…? ¿Nos han vuelto a mentir?

    «para entrados los setenta ya contaba con gente como Tharrats, Paco Mir y Sirvent, el germen de aquel loco Habichuelo.»
    BM, ¡YA! No, en serio, ¡YA!

  3. Desde 1939. En los sesenta, setenta e inicios de los setenta la técnica empleada no solía dar buenos resultados, pues de cerca se notaba el efecto de «pelo de muñeca».

    https://www.recuperarelpelo.com/wp-content/themes/recuperar/images/tratamientos/paciente-punch-graft.jpg

    De hecho, en foros especializados (me he tenido que informar, no querráis saber qué anuncios me salen ahora mientras navego) se discutía sobre la ondulación de la linea de pelo de Stan Lee en su vejez, con la hipótesis de que fuera una segunda operación para arreglar un primer implante.

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