Hace muchos, muchos años en un occidente muy, muy lejano, los tebeos eran cosa de niños. Un medio destinado exclusivamente al más simplón e intrascendente entretenimiento infantil.
En eso llegaron los locos 70 y con ellos vino cual tsunami una revolución que cambió el panorama cuatricómico por siempre jamás: el Tebeo Adulto™. Historietas libres de las censuras y ataduras de antaño que por fín podían mostrar temáticas complejas lejos del maniqueismo educativo al que estaba abocado y, en definitiva, alcanzar su pleno potencial como un medio artístico serio y maduro explorando los Grandes Temas de la humanidad.
Las tetas.
Pero ocurre que cosas que eran vistas como normales y excusables en un tebeo creado en 1982 no lo son en absoluto en estos tiempos en que por fin somos conscientes de tanto. Ojalá alguien se lo hubiera explicado a Tim Miller o a David Fincher quienes llevados por una mala entendida nostalgia (¿la hay de otra clase?) han producido una miniserie de animación que homenajea aquellos cómics adultos ochenteros.
Sorprendiendo a nadie (salvo quizá a sus [ir]responsables) el resultado ha sido una ristra de episodios cuya casposa viejunidad ha levantado justamente en armas a la Red de Redes™. Bien podemos repetir que «todo esto ha pasado antes…» pues como en 1986 con la publicación de Watchmen los necios en lugar de mirar a la Luna se han fijado en el dedo de la violencia.
Una violencia salvaje y desenfrenada. Paradójicamente infantil en la saña y el regodeo con que los creadores de la serie chapotean en la sangre y las vísceras como crios saltando en los charcos tras una tormenta.
Uno se imagina a los guionistas y escritores reunidos ante una hilera de latas de cerveza ya vacias intentando sucesivamente pergreñar una barbaridad que superase en casquería y repugnancia a la que se le acababa de ocurrir al anterior.
Y he dicho bien, «guionistas y escritores» y no «guionistes y escritore-es» porque si la ultraviolencia desmedida no fuera suficiente indicativo de que ninguna mujer ha participado en la creación de esta (llamémosle) serie lo sería la lamentable manera en que son tratados los personajes femeninos.
Damiselas indefensas, víctimas propiciatorias cuyo único destino es ser violadas.
Que incluso cuando muestran algún valor o destreza este es «explicado» como el resultado de una pasada violación.
Muñequitas hipersexualizadas a mayor gloria de la lúbrica mirada voyeurista del heteromacho patriarcal.
Y pajillero, digámoslo abiertamente, para quien en la mejor tradicion de los casposos slashers de los ochenta la violencia es el precalentamiento que desemboca en un igualmente violento sexo.
En este contexto resulta completamente coherente que el medio usado para plasmar en imágenes esta incesante catarata de caspa sea una cutre animación por ordenador digna de uno de esos videojuegos tan caros a los Gamers.
(como, sin ir más lejos, Dead Island: Riptide, otro de esos shooters hiperviolentos donde las mujeres son meros floreros sexuales)
Porque claro, mientras las mueres son mostradas completamente desnudas de la manera más gratuita posible los hombres deambulan permanentemente abotonados hasta el cuello.
No vaya a ser que la mera visión de carne masculina puediera hacer que a sus espectadores se les tambaleara su sacrosanta heterosexualidad opresora.
Los ejemplos son incontables pero a estas alturas ya ha quedado incontestablemente claro que Amor Muerte +Robots es una inadmisible vuelta atrás a tiempos ya pasados en los que sufrir violencia y estar objetivizadas eran atributos perennes de los personajes femeninos. Unos tiempos que más de uno echa de menos.
Como el autor que tendremos la desgracia de reseñar la próxima semana.
Un tal John Byrne…
No he visto la serie, así que no puedo opinar
Con que esa era la síntesis de los grandes temas de la humanidad… las tetas!
Ahora ya entiendo de dónde venía ese aire de profundidad que tenía el Capi de ROB
«Hace muchos, muchos años en un occidente muy, muy lejano, los tebeos eran cosa de niños. Un medio destinado exclusivamente al más simplón e intrascendente entretenimiento infantil.»
Ahora, la filmoteca de la UNAM ha programado un ciclo de cine y conferencias dedicado a Batman, ¿qué cosas, no?
¿Así que es pura pornografía? Oigan…
Justo el capítulo de los peines recoge todas las parafilias de internet: guro, furries, ferals, tetas y chuminos de pedoloba, señores gordos con pene, señores flacos con pene, steampunk, sexoroides, transformers, chinos con coleta… Y que decir de la historia. Pues nada. No hay nada que decir, como de practicamente el resto de cortos. Que parece que los haya escrito Ares el lacasitos casi todos.