En el clásico futbolero de anteayer marcaron gol tanto Messi como Cristiano. Por separado podrían considerarse como jugadores excepcionales, pero no puede negarse que el hecho de que hayan coincidido en el tiempo, en la misma liga y en equipos rivales hace que tengan ese plus de estímulo que les hace esforzarse más y seguir superándose hasta cotas que no habrían alcanzado sin el otro tocándole los narices. En ese sentido la competencia les retroalimenta para mejorar. Tener al otro como referente les hace tener una marca que batir. Algo parecido sucedió en su día con las ediciones de fórum y Zinco.
fórum había establecido un mercado de la grapa con una serie de títulos, periodicidades y formatos con las que el lector de la época estaba contento por ser mejor que lo anterior, pero la falta de competencia les hizo acomodarse y estancarse en sus fórmulas, de manera que cuando Zinco implantó novedades como el tamaño americano, los números de extensión doble, las series limitadas, los formatos prestigio, etc, les tocó espabilarse para no perder el tren. Y los aciertos de uno los implantaba rápidamente el otro, logrando entre ambos unas ediciones que durante mucho tiempo nos dijeron que fuera de los USA era de lo mejorcito que había. Luego ya llegaron los temas y cierres empresariales, los litigios de derechos y demás, pero esa es otra historia y ya se sabe que la historia la escriben los vencedores (link). Lo cierto es que en un entorno marvelita como era el nuestro, Zinco consiguió que hubiera un nicho para DC del que luego siguieron la senda Norma y ECC (¿que me dejo alguno?¿que Planeta publicó DC? mi memoria está fatal, luego miraré en su web para comprobarlo…). Es por eso que para que este hecho perviva en la memoria colectiva en este sitio tenemos la sección de Zinco Museum.
Y en esta sección se tocó dos veces en las últimas semanas el título de La Sombra.
Un tebeo que 30 años después nadie ha tenido narices de reeditar por aquí. Del Howard Chaykin denso, complejo y al mismo tiempo molón. Balas, onomatopeyas y mujeres maduras con liguero. Que de recuerdos me trajeron estas dos entradas. Y fueron esos dos posteos los que me recordaron (¿he dicho ya hoy que tengo la memoria fatal?) que tenía todavía pendiente de lectura un Chaykin de aquella época, el tomo de Ironwolf.
Ante este hueco en mi lecturografía sólo puedo aducir que el precio de entonces me echó para atrás, y que fue muuucho después cuando un festival de saldos me hizo adquirir bastantes cosas de lo que entonces llamábamos «tapa buena» (ahora ya culturizados sabemos que la palabra correcta en castellano es cartoné). Y como decía fueron aquellas dos entradas las que me impulsaron la semana pasada a desempolvar (literalmente) mi ejemplar de Ironwolf y prestarle atenta lectura.
No es Chaykin el único autor de la obra, pues su función es la de escritor. El arte a lápiz corre a cargo de Mike Mignola, un tipo con agallas. Tantas que en plena explosión noventera de acción y líneas cinéticas se mantuvo en su estética de estatismo estatuario y tinta negra. Y aún así ROB! le buscó para que dibujara uno de los primeros X-Force.
El lector desprevenido picaba con esta dinámica portada…
…y dentro se encontraba con un mannequin challenge.
Pero como el guión y los bocetos seguían siendo de ROB!, molaba.
En Ironwolf se sumaban a este dream team las tintas de P. Craig Russell, autor que selecciona muy mucho sus contadas colaboraciones y que supondría iba a aportar sus acostumbrados minaretes, arpegios y convolutaciones. Y efebos.
A esta terna la portada indicaba también la colaboración de Moore.
Moore, nada menos ¿y qué hacía él? pues de eso si que me acuerdo de una conversación entre dos en una librería con el tomo en la mano «¿esto es de Alan Moore?» «que va, seguro que sólo escribe el prólogo». Lo cierto es que el Moore al que se refieren es el otro, John Francis Moore, conocido ante todo por ser el guionista creador de los X-Men 2099 y además de una larga etapa de más de 40 números entre 1997 y 2000 de, atención, X-Force. En esta obra ejercía de coargumentista, que es al guionista lo que el entintador al dibujante. Dos X-forceros de renombre, poca broma. Esto debía ser canela fina.
Leer al Chaykin de los ochenta-noventa es todo un ejercicio intelectual, debo advertirlo. No es aconsejable pasar de los supermallas de turno a esto, no me responsabilizo de reventamientos mentales. El sistema narrativo del Chaykin de entonces hacía que a veces lo que mostraba la escena principal era una cosa pero la trama iba por un carril secundario. En esto Ironwolf no era una excepción. De hecho, el personaje lejos de ser protagonista no es más en muchas ocasiones que una excusa para que los acontecimientos le vayan pasando por delante de las narices y los espectadores seamos testigos. Mola, aunque a veces parezca más que sea un fardo perdido de amazon rodando de un sitio al siguiente que un verdadero héroe. La cosa va de space opera, pero estando Mignola y Russell de por medio se plasma con jardines victorianos y hojarasca otoñal. Y el malo a batir para derrocar el régimen y traer el nuevo es una pérfida mujer.
Una hembra que de entre todos los nombres posibles para una malvada, lleva por nombre…
¿Se trata de un hecho consciente o de una desacertada conjunción de fonemas para la edición española?
Lo cierto es que hay indicios dispersos de que podría tratarse de una elección consciente.
Pero también es cierto que puede ser casualidad, pues pertenece a la estirpe vampírica.
Difícil discernir.
Que el efebo no os confunda. Asumamos finalmente que si así la llaman, así será. Y de serlo ¿hasta que punto lo es? pues a tenor de lo que se cuenta, y teniendo en cuenta de que esto lo lei precisamente la semana pasada (y nada sucede por casualidad)…
…me atrevo a decir que bastante.
Howard Chaykin, lectura adulta. No diga ligero, diga liguero.